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Hiperficción constructiva

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Mensaje por Ikaruss Lun 14 Mar - 7:54:23

eternasaiara escribió:La figura se arrastro en el lodo tratando de apoyar el brazo herido lo menos posible.
La batalla habia sido dura, y los despojos de la misma se pegaban en su armadura cubierta de sangre y restos de sus enemigos.
Como pudo, busco su espada que aun se encontraba clavada en uno de los cuerpos....

pily escribió:El cansancio era aun mayor que el dolor, pero pensar en que estaba cerca de la victoria le daba nuevas fuerzas. Se levanto lentamente apoyandose en la espada, y lo que vio a su alrededor lo lleno de angustia....

DarkRose escribió:. . . limpió la hoja de su espada, pasándola contra su capa y la devolvió a su vaina. Miro a su al rededor, el enemigo se retiraba y los soldados del reino levantaban sus armas a son de victoria. Cerro sus ojos entonces para agradecer en silencio a su Dios.

Lejos de allí en a cima de una montaña, dentro de una oscura cueva una figura se acerca a una hoguera. Aquella mujer entrada en años y de aspecto temerario, tiene sed de sangre en sus ojos, sed de venganza. Su mano temblorosa busca entre los pliegues de los harapos que la cubren, toma entonces un puñado de hierba y de un soplido las arroja al fuego. Este crepita y sus llamas se alzan con vigor y fuerza por un instante, para luego casi desaparecer. Un humo espeso comienza a elevarse y ya no esta sola, siente su presencia . . .

Skadi escribió:Su escalofriante voz parece provenir desde el abismo más oscuro y congelaría el corazón más valiente. Sin embargo ella no hace un solo movimiento. No... Está decidida.
Le teme, es cierto, pero ya está familiarizada con ese temor y a pesar de que sabe lo que escuchará, levanta el mentón y deja que los sonidos lleguen sin poner resistencia. Las alimañas del lugar huyen.

- Me has... fallado... - dice en un idioma sisieante y profundo, pausado y al mismo tiempo molesto, pero que todo el que escuchara entendería - ... Espero... una compensación...

Se aclara la garganta. Piensa bien sus siguientes palabras. Tiene un plan, pero tiene una sola oportunidad de que aquel ser lo acepte . . .

eternasaiara escribió:- Pues la tendras, oh mi señor... La tendras... - Dice al final y se refriega las manos. Luego vuelve a mirar hacia el campo de batalla donde los sbrevivientes intentaban levantarse de sus rotos huesos. Un unico humano camina entre los muertos... uno solo observa la barbarie y levanta la vista hacia laoscuridad de las montañas.
La mujer bufea, y corre la mirada. Es imposible que haya sobrevivido, pero alli esta... rodeado de la desolacion, pero vivo.

DarkRose escribió:El espeso humo la rodea, ella siente como el aire se le escapa a sus pulmones pero no puede perder la calma, si desea que su señor le perdone la vida por haber fallado debe mostrarse fuerte, en control.

- Mi señor . . -dijo Morgüsse forzando su garganta para poder hablar- . . . si me dejáis vivir os aseguro pronto él viajara a vuestro Reino de Sombras y así el ultimo Caballero de la Orden sera vuestro siervo . . .

- Por tu bien Morgüsse espero que así sea, mi paciencia se agota y mi tiempo también, debo poseer todas sus almas para poder Reencarnar en este mundo, no me falles y serás bien recompensada . . .

Ella sintió poder respirar nuevamente, el espeso humo desapareció dejando la cueva en silencio y oscuridad, Morgüsse ideaba una nueva manera de deshacerse del Caballero.

eternasaiara escribió:Los sobrevivientes de la batalla miraron al caballero caminar tambaleante. El mismo se acerco hasta donde se encontaba la comitiva real. Lord Barrimor desde su caballo le hace una reverencia, y los otros dos mensajeros lo copian. La sacerdotiza lo observa detras de su velo. Susurra algo y todos giran a mirarla. El caballero presta atencion.
- Volveran...- Dice la mujer, y sus ojos color violeta brillan diferentes. El caballero levanta la mirada y se encuentra con ellos.

Skadi escribió:. . . Volverán piensa con ecos. Sus músculos duelen debajo de la armadura y su cansancio le amenaza con ser aún más atroz si se arrodilla. Al darse cuenta que todos lo miraban observa a Lord Barrimor. Esperan que diga algo. Esperanza, superación, liderazgo. Suficiente había pasado. Pero entonces su mente enfría.

Si. Suficiente había pasado, pero no importa, porque necesitarían pasar por más dentro de poco. Solo una batalla, una de muchas piensa.
Lord Barrimor está allí, ¿pero donde están Aedan, Lambert y Orian? Nigellus había muerto junto con Elaine. Todos estaban muertos.
Concentrate.

- No enterraremos a nuestros muertos. - todos reaccionan sorpendidos.
- Herejía... - responde un soldado, pero el caballero con fuerza acerada lo toma por el peto y lo acerca violentamente.
- ¿Cuanto darías por tu reino?¿Cuanto darían ellos? - le pregunta señalando a los muertos.
- P- Pero será u- un traidor.
- Lo que necesitamos ahora son vencedores, o no habrá diferencia entre héroes y traidores - dice iracundamente mientras lo suelta sin ninguna agresión más, y mirando a la sacerdotisa concluye - Ellos escribirán la historia de la mejor manera.

Todos lo miran, sorprendidos. Como había brillado una vez y ahora... ahora no quedaba mucho.

- ¡Mirad! - grita señalando hacia el este - ¡Allí está vuestro enemigo!¡Está viniendo!¡¿Vamos a sentarnos a esperarlo?!¡Esta guerra no ha terminado!

Seguramente Lord Barrimor debe pensar que ese no es el hombre que había guiado a sus hombres hasta aquí. Seguramente debe pensar en reemplazar su compañía con la de otro Sir. Este hombre ya no sirve imagina que dice. Doce oleadas significa que ya no sirvo piensa para sí. Concentrate, maldición. Su vigor desaparece junto con parte de su ira.

- Juntad vuestras armas, preparad vuestra fe. Terminemos lo que comenzamos y luego dediquemos tiempo a nuestros muertos. - dice intentando retener un estallido más de frustración, intentando ser cortés, recordando quienes están enfrente de él. - Desead ...

- ... cuidado con lo que vais a decir, caballero de Tyrfell. - reprende enigmáticamente la sacerdotisa, inafectada por la escena transcurrida.

. . .


Última edición por Ikaruss el Lun 14 Mar - 7:58:43, editado 1 vez
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Mensaje por Ikaruss Lun 14 Mar - 7:57:12

DarkRose escribió:Los pocos hombres que habían quedado en pie volvieron a formar filas, alzaron sus escudos y sostenían sus lanzas en alto para esperar la abatida del enemigo. La ansiedad se dibujada en sus rostros, estaban cansados y muchos se preguntaban si lograrían sobrevivir una pelea más. El enemigo parecía estar jugando un juego perverso con ellos, atacándolos y debilitándolos con pequeñas bandas que los abatían una y otra vez, dándoles falsas esperanzas tras cada pequeña victoria.
Podían verse en la sima de la colina, al este del campo de batalla, bajaban corriendo y gritaban como criaturas salvajes mientras golpeaban sus armas contra sus escudos a un frenético ritmo.

El caballero de Tyrfell hizo caso omiso a la interrupción de la sacerdotisa y volvió a gritar.

- Hombres! esta batalla seguramente nos matara a todos, pero moriremos defendiendo lo que es nuestro y lo que es puro, no olviden los suyos y que luchan por su libertad! Deseadles la muerte a estos traidores que se han unido a las filas del Imperio!!!

Dicho esto volvió a desenvainar su espada y esta relucio a la luz del sol como un signo de esperanza.

Al sur del allí, sobre la montaña, Morgüsse observaba la escena. Poco le importaban las políticas de los Reinos y sus guerras, pero las había utilizado a su favor al haber envenenado las mentes de aquellos salvajes en contra del Reino de Tyrfell y en favor del Imperio. Los hijos de los clanes eran fieros guerreros y hábiles estrategas, y su fuerza bruta estaba debilitando las tropas de Tyrfell y lo más importante habían logrado matar a 5 de los ultimos 6 caballeros del Reino. Pero este último seguía en pie pese a cada abatida. Morgüsse cruzo sus manos frente a su pecho y las cerro en puños mientras que comenzó a recitar un cántico en una lengua ya olvidada, cerro sus ojos por un instante y al volver abrirlos brillaron como dos pequeños soles carmesí, al tiempo que extendía sus brazos y sus manos, que ahora parecían las garras de un ave de rapiña. La tierra comenzó a temblar y el cielo a oscurecerse.

En el campo de batalla los soldados del Reino esperaban a su enemigo y ahora desconcertados veían como los caídos en batalla levantaban sus cuerpos lentamente, sus ojos blancos e inexpresivos . . .

eternasaiara escribió:Milancka levanto la vista y pudo sentir el mal sobre todos ellos. Sostuvo con fuerza su Medallon Santificado y recito antiguas palabras a su Dios. Entrecerro los ojos y lo ultimo qe vio fue al caballero regresar a la batalla. Luego se concentro en su hechizo.

Skadi escribió:El primer pensamiento fue de felicidad, habían más sobrevivientes de los que creía. Pero la oscuridad presagiaba un morboso juego. Sus almas habían sido escupidas de Celestia de nuevo al mundo y estaban confundidos.
Algunos soldados se rehusaban a matarlos, se conocían, hermanos de armas, hasta que de entre ellos se escuchó la palabra: ¡Brujería!
Muchos despertaron de la pesadilla. ¡Brujería! ¡ Estos no son nuestros hermanos! Muchos más tomaron sus armas y comenzaron a defenderse prudentemente.

- ¿Los clanes dominan la nigromancia? - se preguntó el caballero.

Recordó las palabras de Nigellus.
Los clanes del este son guerreros por vocación, son voraces. Logran sus estrategias al pie de la letra, y aunque saben diferenciar su pueblo del resto del mundo, no saben distinguir sus enemigos. Lo tendremos dificil, porque solo somos un enemigo.

- Son guerreros, algo está mal.

Los salvajes terminaron de bajar las colinas y atravesaron sanguinariamente por en medio de los recién despertados, que aunque no les significaban peligro real, tenían el uniforme de Tyrfell y eso era suficiente para ellos.

El caballero detuvo a uno de sus soldados y le instruyó las ordenes que debía dar a las armas de asedio que quedaban. Con suerte, los muertos volverían a descansar bajo las espadas y los salvajes encontrarían un infierno de fuego y rocas lloviendo del cielo.

De pronto, su percepción aumentó, parecía descansado, rápido y su armadura no pesaba. Todo parecía más claro. Los soldados luchaban enérgicamente y sus heridas no eran más que meros raspones superficiales. Por otro lado, sus exánimes enemigos parecían debilitarse gradualmente.

- Bendita seas, Milancka. - susurró y tomando la empuñadura de su espada con ambas manos se lanzó a dar el ejemplo que estuvo enseñando desde la primer oleada

Desde otro lado, Milancka brillaba como una estrella de blancos y azulados rayos, iluminando a los hombres de Tyrfell y purgando a los que no pertenecían a este mundo. A pesar del sonido del metal contra metal, carne y hueso, a pesar de los gritos, todos podían oír sus impronunciables plegarias.

Morgüsse sonrió, todo iba como lo había planeado . . .

DarkRose escribió:Morgüsse sonrió, todo iba como lo había planeado . . .

. . . el campo de batalla era un caos, salvajes y soldados del reino peleaban entre ellos y contra los muertos vivientes por igual. La sacerdotisa de Tyrfell debia mantener su concentración al máximo de su capacidad para mantener los efectos de sus plegarias en los hombres de su reino y purgar a los no-vivos y esto le daba a ella la ventaja que había estado esperando. Sin la intromisión de la sacerdotisa Morgüsse tenía ahora el camino libre para de una vez por todas encargarse del caballero. Busco nuevamente entre los pliegues de los harapos, que cubrían su ya desgastado cuerpo, sostenía ahora en su huesuda mano una gema esférica y negra como la misma noche. Aquel artefacto parecía absorber la luz con voraz apetito, todo alrededor de Morgüsse pareció distorcionarse y volverse opaco. Señalando con su otra mano, al caballero, entonces pronuncio nuevamente palabras en aquel idioma impuro y prohibido.

Milancka concentrada en sus plegarias sintió una fuerza maligna como nunca antes había sentido, trato de percibir cuales eran las intenciones de aquella fuerza oscura. Extendió su conciencia al limite de sus posibilidades, sentía como su cuerpo se debilitaba, pero no podía perder el conocimiento el resultado de esta batalla pendía de un hilo. Cuando por fin pudo establecer contacto con aquella fuerza maligna su corazón comenzó a latir aceleradamente, aquel quien había levantado a los muertos no solo poseía destreza en el arte, sino que también dominaba la Vieja Brujería. La Vieja Brujería había sido prohibida en el Reino Tyrfell, por el peligroso trato con seres de los bajos planos de existencia que esta exigía. Milancka giro sobre si misma y elevo su mirada hasta encontrar en aquella montaña la figura que buscaba, por primera vez su rostro mostró emoción, estaba lleno de horror. Por fin comprendió lo que estaba sucediendo, pero ya era demasiado tarde, interrumpió sus plegarias y corrió a donde se encontraba el caballero, luchando con salvajes y no muertos. Ella grito su nombre desesperada, fue entonces que el cielo crujió ensordecedora mente, Milancka alcanzó a tomar al caballero por el hombro mientras pronunciaba una nueva plegaria, entonces ambos fueron golpeados por un relámpago de oscuridad. Los soldados, salvajes y no-vivos cayeron al suelo ante el impacto de aquel rayo. Caballero y Sacerdotisa habían desaparecido, dejando detrás tan solo una marca oscura en la tierra. Los ojos de Lord Barrimor no daban crédito a lo que estaba sucediendo, a lo lejos sobre la montaña Morgüsse miraba con intriga al campo de batalla. No solo el caballero había desaparecido, también lo había hecho la sacerdotisa y esto podría estropear sus planes . . .

. . . ambos yacían inconscientes, rodeados por una bruma espesa y verdosa, no lo sabían aun pero estaban lejos, muy lejos de Tyrfell, estaban en las puertas del mismo infierno . . .

Skadi escribió:Sus ojos hacían que se queje, también su espalda. Estaba en un suelo rocoso y el frío aire había hecho de su rostro una mascara de dolor. Hacía mucho que no dormía, y estos dolores pasarían con un tiempo más de descanso. No recordaba ninguna razón por la que debiera levantarse temprano ese día. El día anterior había estado liderando una batalla contra los... ¡la guerra!

Abrió los ojos preocupado y se afirmó en sus brazos para intentar levantarse, pero descubrió que no estaba allí. Intentó escudriñar en la espesa niebla que ahora le rodeaba. Una luz iluminaba parcialmente todo. Casi no había sombra. No podía moverse mucho, parecía que una catapulta lo hubiese aplastado. Cerca de él estaba su espada, la tomó e intentó ayudarse con ella, pero el suelo, a pesar de que era de roca, estaba prácticamente liso. Su cuerpo se quejó con el sonido de la descontracturación desencadenándose por todo su cuerpo.

Un traqueteo lejano hizo eco detrás de él. Se giró preparado para un combate, pero sus ojos no veían más que la niebla. Un gemido le llamó la atención. Al acercarse reconoció la vestimenta y recordó un retazo de sus últimos momentos en la batalla, la había escuchado gritando su nombre. Él ignoró sus molestias para ayudar.

- Sacerdotisa Milancka, ¿se encuentra bien? - dijo mientras la tomaba del brazo para levantarla.

El rostro de la sacerdotisa pasó del de una mujer con una horrible resaca a una que luchaba por mantener una apariencia, una reputación. Al levantarse se giró hacia la niebla, desligándose del agarre del caballero y ocultando toda debilidad.

- Gracias. ¿Dónde estamos? - dijo ignorando que el hombre buscaba las respuestas en ella con la mirada.

- Esperaba... que usted pudiera decírmelo. - respondió.

Otro traqueteo se escuchó en la distancia, con los mismos ecos. Ella trastabilló y él se puso delante listo para lo que sea, pero entonces una brisa disipó la niebla en un flanco de ellos revelandoles un arco de más de dos hombres de alto, cuyas rocas que la componían tenían un diseño morboso y desconcertante. . .

eternasaiara escribió:Otro traqueteo se escuchó en la distancia, con los mismos ecos. Ella trastabilló y él se puso delante listo para lo que sea, pero entonces una brisa disipó la niebla en un flanco de ellos revelándoles un arco de más de dos hombres de alto, cuyas rocas que la componían tenían un diseño morboso y desconcertante. . .

La mujer se agarro de su brazo y termino de enderezarse. Sintió como los músculos se tensaban, pero solo fueron segundos. Luego, el caballero se adelanto a ella, y comenzó a caminar hacia esa entrada.
La luz tenue que surgía de la misma, parecía invitarlos a entrar. Dio dos pasos más, y sintió la mano pequeña de la mujer en su hombro. Cuando giro, los ojos color miel de una mujer rubia lo miraban.
- ¿Te encuentras bien?- Le pregunto mientras acariciaba su rostro. El hombre trato de hacerse a un lado, pero la mujer esta vez lo tomo de una de sus manos aun enguantadas con sus guanteletes de metal.
- Ven… Te ayudare a quitarte todo esto… Sabes que no me gusta que traigas tus armas a la casa.- Dijo ella y comenzó a desabrocharle la armadura.
El hombre miro alrededor aun extrañado e intento recordar donde estaba. La cabaña parecía pequeña, pero cómoda. Por las ventanas entraba el sol del mediodía y en el fuego recalentaba algún caldo de cautivante olor.
Las paredes eran de piedra, y en el centro de la habitación, había una mesa preparada con pan recién horneado, y una resma de jamón y otra de queso.
Su estomago gruño del hambre. No recordaba cuando había sido la última vez que había comido algo caliente así que se acerco a la mesa y dejo sus guanteletes a un costado. Antes de sentarse, se desabrocho la pretina donde estaba amarrada su espada, y la coloco a un costado de la mesa. La mujer se acerco al fuego y con un cucharón de madera, revolvió la comida.
Tenía el cabello rubio y largo. Muy largo. Casi le llegaba a los tobillos. Se lo sujetaba con dos finas trenzas para que no le molestara en el rostro. Un rostro casi angelical, que dejaba entrever una desconocida ternura.
- Come… Lo prepare solo para ti.- le susurro la mujer mientras se acercaba con el cuenco lleno de sopa. El hombre corto un gran trozo de pan humeante, y lo unto con el queso, mientras acercaba la fuente con el jamón.
La armadura le pesaba, y una parte de el quería sacársela. Pero era más el hambre lo que lo llevaba a seguir comiendo. Volvió a mirar a la mujer y esta sonrió, mientras le entregaba el cuenco con la sopa.
- Deberías descansar…- Dijo ella y le masajeo el cuello. El entrecerró los ojos, y trago otro trozo de pan.
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