EL pasado no se olvida...
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Re: EL pasado no se olvida...
Max corrió detrás de Patrick hasta que lo perdió en la multitud de humanos que caminaban por la arteria principal de la Av. Michigan.
Parada allí, buscando a su amigo entre esos rostros desconocidos, sintió que el mundo la tragaba.
Tarde o temprano, Patrick se enteraría de la terrible verdad. Pero esa verdad era a medias. Ella no la tenía toda como para contársela.
Ella apenas había sido una mera espectadora del cambio de muchas vidas. Un destino cambiado no sabe por que magia que ahora iba acorralando a todos por igual.
Sus pasos la llevaron a aquella plaza donde se juntaban cuando eran humanos, y vivan por el pan de cada día, sin saber que les depararía el mañana.
Patrick ya era un niño sin un futuro. Lo daban por muerto desde el día que piso la calle, y sin embargo había sobrevivido a varios de esa antigua pandilla.
Pero no a los inmortales. Y esa muerte a ella la había desgarrado. Y cuando volvió a verlo con vida, sabia que no seria eterno ese sueño. Patrick tenía prestadas sus horas, como alguna vez le dijese Mikel.
Lo que no terminaba de cerrarle, era por que Mikel cambio la historia de varios, pero sin embargo a Patrick lo dejo vivo.
Sentado en un rincón del paredón, como en los viejos tiempos, la figura acurrucada de Patrick la observaba.
Se acerco despacio. Esperando que el entendiera su cercanía. Sabía que Patrick estaría dolido, y lleno de preguntas. Lo sabía… lo que no sabia era si ella era capaz de enfrentar esas preguntas, o quizás lista de dar esas respuestas.
Aliester observo a la mujer de cabellos rojos. Esta caminaba de un lado al otro del salón. El al final giro hacia la ventana y se perdió en las luces del parque. La noche estaba oscura, y con niebla. Nada se movía.
- Tus sueños, Ingrid, nunca serán reales… los vástagos estamos sobre esta tierra y desde hace milenios, nadie comprende que si hemos caído tan bajo como para volvernos monstruos, también tenemos la capacidad de elevarnos, y ser celestiales. En esta vida, todo tiene un propósito. Un por que… las ruedas del destino giran de una manera extraña.-
- ¿Por qué dices eso? Tomas esta pudriéndose en esa cárcel para vástagos, y lo único que me dices son fantasías irreales. Es un simple humano. Morirá sin comida y agua…-
- Le salve la vida. Ahora hay que sacarlo de allí.- Aliester hace una pausa y gira nuevamente a mirarla.- Ingrid, como se les ocurrió a Lars y a ti ayudarlos a realizar tremenda locura… te advertí que los vástagos no están acostumbrados a que los humanos les digan que hacer.-
- Lo aprendí de ti, Aliester.- Dijo ella y se le acerco tomándolo de las manos. El dio un paso atrás y la soltó, volviendo a su ventana.- Tú siempre ayudaste a los vástagos jóvenes que acababan de nacer a esta vida. Nunca te pregunte por que lo hacías, y se que te trajeron bastantes dolores de cabeza… pero seguiste haciéndolo. Yo creo que se puede convivir… todos tenemos a nuestros protegidos. Tú lo tienes. No se por que nos hacemos los sorprendidos cuando aparece uno.-
- Tendrás que convertirlo si no quieres que muera… Se que es un buen muchacho, pero… no deja de ser humano. ¿Alguna vez se lo propusiste?-
- El no sabe quien soy yo…-
Aliester levanto una ceja y la miro sorprendido.
- Solo así estaría a salvo de mi, Aliester.-
- Nunca están a salvo de nosotros… Menos si son humanos que luchan en nuestra contra.-
- No luchan en nuestra contra. Lars los ha preparado bien, son buenos guerreros que están de nuestro lado. Lo que ellos no toleran es la injusticia que a veces nuestra gente cometen contra ellos. Y yo tampoco.-
- Mi pequeña… Eso no esta en tus manos. Son humanos, estarán por aquí siempre. Lo mejor es ocultar nuestra presencia entre ellos. Tú sabes el horror que causa nuestra aparición entre ellos. Saber que solo eres alimento, es como entrar a la jaula de un león y vivir allí. Tarde o temprano, el león te saltara.-
- Tienes cada idea.- Se sonrío la mujer. – Solo estoy preocupada por el. Los tiempos han cambiado… ni nosotros somos los que éramos, ni los humanos se creen ya los viejos cuentos de hadas.-
Aliester no respondió. Volvió a sentarse en el sillón y la observo. Se aguantaba las ganas de decir lo hermosa que estaba esa noche. Pero no lo haría. Había aprendido a convivir con esa mujer, a una distancia donde nunca le haría daño. Ni ella a el.
Bajo la cabeza y se miro las manos. Recordó otros tiempos.
- Bueno, me voy… Hay una reunión con los asesores Ventrue sobre lo que esta sucediendo. Ya no toleran que Gabriel tome la ciudad como su campo de batalla. Pero ya sabes, mientras el dinero siga entrando, estarán contentos…
- Tu y tu gente… Aun no puedo creer que hayan perdido el poder de la ciudad en manos de un brujah… eso les sucede por ocuparse demasiado en sus problemas de envidias y posición… -
Ingrid rió. Se acerco a él, y le beso la frente. El no se movió del sillón. Ella agarro su chaqueta y al final se fue.
- ¿Y tu que opinas, niño?- Dijo Aliester a la oscuridad. De las penumbras de la escaleras, salio el joven de 17 años.- ¿Qué opinas de la convivencia de los humanos con nosotros los vástagos?-
- Yo soy humano… y convivo contigo.- Dijo Delian y se sentó a su lado. Aliester arreglo un mechón del cabello oscuro del joven. Este se sonrío.
- Tu serás uno de nosotros… ¿aun quieres ser convertido?-
El joven asintió con la cabeza. Aliester se acerco aun mas a el, y lo beso en los labios.
- Te has vuelto adicto a nosotros, niño. Y eso no esta bien. Se que la sangre te da poder, pero tu tienes mas poder que la propia sangre. No lo desperdicies.-
- Si señor.- Dijo Delian bajando la mirada.
- Ven, te mostrare un nuevo truco… te gustara. ¿Ya sabes levitar?-
Parada allí, buscando a su amigo entre esos rostros desconocidos, sintió que el mundo la tragaba.
Tarde o temprano, Patrick se enteraría de la terrible verdad. Pero esa verdad era a medias. Ella no la tenía toda como para contársela.
Ella apenas había sido una mera espectadora del cambio de muchas vidas. Un destino cambiado no sabe por que magia que ahora iba acorralando a todos por igual.
Sus pasos la llevaron a aquella plaza donde se juntaban cuando eran humanos, y vivan por el pan de cada día, sin saber que les depararía el mañana.
Patrick ya era un niño sin un futuro. Lo daban por muerto desde el día que piso la calle, y sin embargo había sobrevivido a varios de esa antigua pandilla.
Pero no a los inmortales. Y esa muerte a ella la había desgarrado. Y cuando volvió a verlo con vida, sabia que no seria eterno ese sueño. Patrick tenía prestadas sus horas, como alguna vez le dijese Mikel.
Lo que no terminaba de cerrarle, era por que Mikel cambio la historia de varios, pero sin embargo a Patrick lo dejo vivo.
Sentado en un rincón del paredón, como en los viejos tiempos, la figura acurrucada de Patrick la observaba.
Se acerco despacio. Esperando que el entendiera su cercanía. Sabía que Patrick estaría dolido, y lleno de preguntas. Lo sabía… lo que no sabia era si ella era capaz de enfrentar esas preguntas, o quizás lista de dar esas respuestas.
Aliester observo a la mujer de cabellos rojos. Esta caminaba de un lado al otro del salón. El al final giro hacia la ventana y se perdió en las luces del parque. La noche estaba oscura, y con niebla. Nada se movía.
- Tus sueños, Ingrid, nunca serán reales… los vástagos estamos sobre esta tierra y desde hace milenios, nadie comprende que si hemos caído tan bajo como para volvernos monstruos, también tenemos la capacidad de elevarnos, y ser celestiales. En esta vida, todo tiene un propósito. Un por que… las ruedas del destino giran de una manera extraña.-
- ¿Por qué dices eso? Tomas esta pudriéndose en esa cárcel para vástagos, y lo único que me dices son fantasías irreales. Es un simple humano. Morirá sin comida y agua…-
- Le salve la vida. Ahora hay que sacarlo de allí.- Aliester hace una pausa y gira nuevamente a mirarla.- Ingrid, como se les ocurrió a Lars y a ti ayudarlos a realizar tremenda locura… te advertí que los vástagos no están acostumbrados a que los humanos les digan que hacer.-
- Lo aprendí de ti, Aliester.- Dijo ella y se le acerco tomándolo de las manos. El dio un paso atrás y la soltó, volviendo a su ventana.- Tú siempre ayudaste a los vástagos jóvenes que acababan de nacer a esta vida. Nunca te pregunte por que lo hacías, y se que te trajeron bastantes dolores de cabeza… pero seguiste haciéndolo. Yo creo que se puede convivir… todos tenemos a nuestros protegidos. Tú lo tienes. No se por que nos hacemos los sorprendidos cuando aparece uno.-
- Tendrás que convertirlo si no quieres que muera… Se que es un buen muchacho, pero… no deja de ser humano. ¿Alguna vez se lo propusiste?-
- El no sabe quien soy yo…-
Aliester levanto una ceja y la miro sorprendido.
- Solo así estaría a salvo de mi, Aliester.-
- Nunca están a salvo de nosotros… Menos si son humanos que luchan en nuestra contra.-
- No luchan en nuestra contra. Lars los ha preparado bien, son buenos guerreros que están de nuestro lado. Lo que ellos no toleran es la injusticia que a veces nuestra gente cometen contra ellos. Y yo tampoco.-
- Mi pequeña… Eso no esta en tus manos. Son humanos, estarán por aquí siempre. Lo mejor es ocultar nuestra presencia entre ellos. Tú sabes el horror que causa nuestra aparición entre ellos. Saber que solo eres alimento, es como entrar a la jaula de un león y vivir allí. Tarde o temprano, el león te saltara.-
- Tienes cada idea.- Se sonrío la mujer. – Solo estoy preocupada por el. Los tiempos han cambiado… ni nosotros somos los que éramos, ni los humanos se creen ya los viejos cuentos de hadas.-
Aliester no respondió. Volvió a sentarse en el sillón y la observo. Se aguantaba las ganas de decir lo hermosa que estaba esa noche. Pero no lo haría. Había aprendido a convivir con esa mujer, a una distancia donde nunca le haría daño. Ni ella a el.
Bajo la cabeza y se miro las manos. Recordó otros tiempos.
- Bueno, me voy… Hay una reunión con los asesores Ventrue sobre lo que esta sucediendo. Ya no toleran que Gabriel tome la ciudad como su campo de batalla. Pero ya sabes, mientras el dinero siga entrando, estarán contentos…
- Tu y tu gente… Aun no puedo creer que hayan perdido el poder de la ciudad en manos de un brujah… eso les sucede por ocuparse demasiado en sus problemas de envidias y posición… -
Ingrid rió. Se acerco a él, y le beso la frente. El no se movió del sillón. Ella agarro su chaqueta y al final se fue.
- ¿Y tu que opinas, niño?- Dijo Aliester a la oscuridad. De las penumbras de la escaleras, salio el joven de 17 años.- ¿Qué opinas de la convivencia de los humanos con nosotros los vástagos?-
- Yo soy humano… y convivo contigo.- Dijo Delian y se sentó a su lado. Aliester arreglo un mechón del cabello oscuro del joven. Este se sonrío.
- Tu serás uno de nosotros… ¿aun quieres ser convertido?-
El joven asintió con la cabeza. Aliester se acerco aun mas a el, y lo beso en los labios.
- Te has vuelto adicto a nosotros, niño. Y eso no esta bien. Se que la sangre te da poder, pero tu tienes mas poder que la propia sangre. No lo desperdicies.-
- Si señor.- Dijo Delian bajando la mirada.
- Ven, te mostrare un nuevo truco… te gustara. ¿Ya sabes levitar?-
eternasaiara- Primigenio
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Fecha de inscripción : 20/05/2010
Re: EL pasado no se olvida...
Mikel se sentó en su prisión oscura. No había pensamientos en él. Sabía que vendrían a buscarlo. Sabía que no lo dejarían morir así. Aunque también sabia que el precio a pagar esta vez, seria aun más alto.
Se tomo la cabeza con las manos y cerro sus ojos. La imagen de Némesis lo acompañaba.
Entonces en el silencio de las cuatro paredes, susurro un nombre.
- Aliester.-
Dentro de su mente no tardo en escuchar la otra voz.
William tardo casi tres horas en comunicarse con la Capilla Tremere e informar lo sucedido. Los vástagos Tremeres no tardaron en enviar cartas de represalias, intimando al Príncipe a entregar al vástago en cuestión.
- Estas loco.- Vociferaba William dando vueltas en la habitación. – Te has vuelto loco, Gabriel. Tendrás a todo el clan Tremere detrás de tus espaldas y nadie saldrá en tu ayuda.-
- Es lo que tu crees, William… Por fin las cosas se están dado como yo deseaba… Tengo a ese maldito hijo de puta donde deseo, la ciudad en orden y a los Tremeres en mis manos… ¿Qué mas quieres, William?-
- Respuestas, Gabriel… eso quiero. El clan Tremere es parte de la Camarilla que tú diriges. Buscaran aliados en las otras ciudades, contactos. Te detendrán la ciudad si lo desean… el maldito Aliester Croweller solo, maneja todo el senado. ¿Y tú te metes con su vástago? Estas loco!!!!!... Demente!!!.-
Gabriel giraba en el sillón de la oficina de William, riendo sin prestarle demasiada importancia a su asesor.
- Relájate, viejo amigo. Todo a su tiempo. Ellos están esperando a que la ciudad estalle…pero la ciudad no estallara. Nos tienen demasiado miedo.-
William se sentó del otro lado del escritorio.
- Dos veces intentaron derribarme… dos veces William. Hoy Chicago se mostrara como una fortaleza y quien ose entrometerse, terminara muerto. Bah, muerto. Si ese día estoy de humor.-
William lo miro.
- Recuerda que hay vástagos muriendo por culpa de esa sangre maldita… y a sus antiguos no les gustara saber que no hiciste nada por ellos. Y para peor… La cura la tiene ese hombre al cual hoy le encerraste a su vástago… ¿Crees que te la dará ahora que te has vuelto contra él?-
- A mi no… Pero a sus colegas Tremere si. ¿No entiendes William que él nunca lo hubiera hecho solo? Era la única manera de que reaccionara de que conmigo no debe meterse.-
- Insisto… así no se hacen las cosas.-
- ¿Estas cuestionándome?-
- Si… Levantamos esta ciudad juntos… Tengo derecho a cuestionarte. Eres mi Príncipe, pero no dejas de ser un vástago tan antiguo como yo. Hemos transitado esta tierra, y el cansancio llegara un día. Y sabes tan bien como yo, que debemos dejar nuestra tierra libre de depredadores antes de irnos a descansar.-
- Ese hombre me destruirá. Y lo sabes. Lo único que escucho de él, es como planifica sus artimañas para su propio beneficio… Una y otra vez, esta rondando sobre mi. Y lo peor de todo, es que los comentarios se cumplen. ¿Acaso crees que sus planes para movilizarse durante el día, no son verdad? Lo echaron de Europa, por sus macabros planes. Utilizaba a vástagos para sus experimentos, William… Vástagos inocentes a su maldad.-
- ¿Y el caso de las embarazadas? Nunca se comprobó oficialmente, pero sabemos que algo estaba creando… Y luego apareció ese rumor de la existencia de una niña… ¿Tu has visto a la niña?-
- No.-
- Pero existe… lo se, William… Lo se… No estoy paranoico… Los Tremeres siempre ocultan algo… Aliester Croweller siempre oculta algo.-
- Aliester Croweller es peligroso… siempre hay que tenerlo en consideración…-
- No es más viejo que yo… No… No me va a vencer…-
- Señor… tenga cuidado. Mikel era su mejor hombre. El le tenía toda la confianza. Es uno de los pocos vástagos que nunca le cuestionan nada, y actúa para el bien de la Camarilla. No es su culpa ser vástago de quien es…-
Gabriel no contesto. Se quedo pensativo mientras escuchaba las palabras de su asesor. Giro dos veces mas en el sillón, y luego se levanto y salio de allí.
Se tomo la cabeza con las manos y cerro sus ojos. La imagen de Némesis lo acompañaba.
Entonces en el silencio de las cuatro paredes, susurro un nombre.
- Aliester.-
Dentro de su mente no tardo en escuchar la otra voz.
William tardo casi tres horas en comunicarse con la Capilla Tremere e informar lo sucedido. Los vástagos Tremeres no tardaron en enviar cartas de represalias, intimando al Príncipe a entregar al vástago en cuestión.
- Estas loco.- Vociferaba William dando vueltas en la habitación. – Te has vuelto loco, Gabriel. Tendrás a todo el clan Tremere detrás de tus espaldas y nadie saldrá en tu ayuda.-
- Es lo que tu crees, William… Por fin las cosas se están dado como yo deseaba… Tengo a ese maldito hijo de puta donde deseo, la ciudad en orden y a los Tremeres en mis manos… ¿Qué mas quieres, William?-
- Respuestas, Gabriel… eso quiero. El clan Tremere es parte de la Camarilla que tú diriges. Buscaran aliados en las otras ciudades, contactos. Te detendrán la ciudad si lo desean… el maldito Aliester Croweller solo, maneja todo el senado. ¿Y tú te metes con su vástago? Estas loco!!!!!... Demente!!!.-
Gabriel giraba en el sillón de la oficina de William, riendo sin prestarle demasiada importancia a su asesor.
- Relájate, viejo amigo. Todo a su tiempo. Ellos están esperando a que la ciudad estalle…pero la ciudad no estallara. Nos tienen demasiado miedo.-
William se sentó del otro lado del escritorio.
- Dos veces intentaron derribarme… dos veces William. Hoy Chicago se mostrara como una fortaleza y quien ose entrometerse, terminara muerto. Bah, muerto. Si ese día estoy de humor.-
William lo miro.
- Recuerda que hay vástagos muriendo por culpa de esa sangre maldita… y a sus antiguos no les gustara saber que no hiciste nada por ellos. Y para peor… La cura la tiene ese hombre al cual hoy le encerraste a su vástago… ¿Crees que te la dará ahora que te has vuelto contra él?-
- A mi no… Pero a sus colegas Tremere si. ¿No entiendes William que él nunca lo hubiera hecho solo? Era la única manera de que reaccionara de que conmigo no debe meterse.-
- Insisto… así no se hacen las cosas.-
- ¿Estas cuestionándome?-
- Si… Levantamos esta ciudad juntos… Tengo derecho a cuestionarte. Eres mi Príncipe, pero no dejas de ser un vástago tan antiguo como yo. Hemos transitado esta tierra, y el cansancio llegara un día. Y sabes tan bien como yo, que debemos dejar nuestra tierra libre de depredadores antes de irnos a descansar.-
- Ese hombre me destruirá. Y lo sabes. Lo único que escucho de él, es como planifica sus artimañas para su propio beneficio… Una y otra vez, esta rondando sobre mi. Y lo peor de todo, es que los comentarios se cumplen. ¿Acaso crees que sus planes para movilizarse durante el día, no son verdad? Lo echaron de Europa, por sus macabros planes. Utilizaba a vástagos para sus experimentos, William… Vástagos inocentes a su maldad.-
- ¿Y el caso de las embarazadas? Nunca se comprobó oficialmente, pero sabemos que algo estaba creando… Y luego apareció ese rumor de la existencia de una niña… ¿Tu has visto a la niña?-
- No.-
- Pero existe… lo se, William… Lo se… No estoy paranoico… Los Tremeres siempre ocultan algo… Aliester Croweller siempre oculta algo.-
- Aliester Croweller es peligroso… siempre hay que tenerlo en consideración…-
- No es más viejo que yo… No… No me va a vencer…-
- Señor… tenga cuidado. Mikel era su mejor hombre. El le tenía toda la confianza. Es uno de los pocos vástagos que nunca le cuestionan nada, y actúa para el bien de la Camarilla. No es su culpa ser vástago de quien es…-
Gabriel no contesto. Se quedo pensativo mientras escuchaba las palabras de su asesor. Giro dos veces mas en el sillón, y luego se levanto y salio de allí.
eternasaiara- Primigenio
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Fecha de inscripción : 20/05/2010
Re: EL pasado no se olvida...
- Patrick… ¿puedo sentarme a tu lado?-
El no contesto. Seguía agarrado de sus rodillas mirando ahora, un punto en la plaza.
- Se que estas confundido. Se que no entiendes muchas cosas y que dentro tuyo sientes que algo esta mal… pero tienes que dejarlo atrás. Ya estas bien. Estas vivo. No le debes nada a nadie. Solo a ti, y eso es lo único importante.-
Patrick seguía sin mirarla. Ahora agacho la cabeza entre sus rodillas y se quedo así. Max siguió hablando.
- Es verdad que algo cambio. Pero dejémoslo así. A ti, Patrick, te salvaron. Te dieron otra oportunidad. No quiero que te preocupes. No le busques otra explicación. Ni yo la encontré. Solo se que amo verte vivo y no puedo olvidar cuando te tuve en mis brazos desangrándote… ya sin vida. Por eso atesoro todos estos momentos como únicos… como últimos. Irrepetibles. –
Patrick no se movió del lugar. Pero giro mirándola.
- Tú no entiendes, Max. Mi cabeza es un torbellino de cosas que no entiendo. Perdí años de mi vida, supuestamente muerto… muerto definitivamente. Y lo peor es que no hay nada del otro lado, que me recuerde que aquello, sea mejor que esto.-
- Yo…No entiendo lo que dices. Lo único que se, es que el destino no se puede cambiar. Lo único que tenemos es mas tiempo para nosotros… por eso tenemos que vivirlo… Lo que haya sucedido, o donde hayas ido luego de tu muerte, déjalo pasar… disfruta el ahora… Por favor, Patrick… Disfruta este nuevo presente.-
Patrick se levanta del banco y camina en círculos agarrandose la cabeza.
- Me siento tan vacío, Max… Tu, no creo que entiendas nunca lo que esta pasando por mi cabeza… ¿Por qué? ¿Cuándo? Como fue… Y otra vez por que… Y esas preguntas están rodeadas de una oscuridad que me sofoca… Hay un vacío en mi, Max… Un vacío que ahora tiene una respuesta aun más oscura de lo que podría haber imaginado…-
- Pero Patrick… -
- Tal vez tus palabras sean sabias, Max… pero en este momento, hay tanto miedo en mi, que… que no entiendo… yo… -
Max no lo dejo continuar. Simplemente lo abrazo. El intento decir algo más, pero era en vano. Prefería quedarse así. Aferrado a ella, como nunca en la vida.
Lars golpeo su pipa en la palma de la mano, y preparo el tabaco nuevamente. Si bien no tenia la capacidad de fumar, ni lo necesitara, amaba saborear el aroma del mismo, cuando lo sentía en el aire.
Era su manera de comunicarse con esa parte humana que a veces sentía tan lejana.
No estaba solo en el salón. La mujer de cabellos caoba también se encontraba allí. Sentada en el banquillo del piano, jugaba con las teclas, sin dejar que emitieran sonido. Tal vez no quería romper el silencio que los rodeaba. Pero sabia que tarde o temprano, Lars y ella debían tomar una decisión…
- Croweller no nos ayudara… El arresto de su vástago, lo ponen en una situación difícil… Y a Tomas también.- Dijo Lars acercándose al gran ventanal. – Estamos tan acorralados como ese niño, si no encontramos una solución… Y lo peor, es que no se en quien confiar. Nuestros antiguos, nunca entenderán nuestra posición y…-
- Lo convertiré… Diré que es mi protegido, y mi idea era hacerlo uno de los nuestros.-
- Tomas nunca te lo perdonara… ni siquiera sabe quien eres. Y Gabriel… Nuestro Príncipe… no se… Lo atraparon matando a uno de los nuestros. Deberás pagar demasiado por él, y eso si accede a dártelo. Ingrid, no tenemos poder para negociar con él… Si pudiéramos agarrarlo en algo… Si cometiera alguna falla… pero Gabriel es muy inteligente… demasiado.-
Ingrid se levanta del piano, y camina hacia Lars. Apoya su mano en su brazo, y lo mira a los ojos.
- No estoy arrepentida de mis acciones, Lars. Y me haré cargo. Espero que eso salve la vida de Tomas. Todos sabemos que hay vástagos que dañan a nuestros humanos, y eso no se puede permitir. Sigo creyendo fielmente que vástagos y humanos podemos convivir libremente, si mantenemos cierto orden. A Tomas se le fue la mano, pero es su vida contra la nuestra. Y ellos, siempre llevan la de perder… Hablare con Gabriel… Se que me escuchara.-
- Espera… - Le contesta Lars deteniéndola.- Gabriel ha cambiado… y no creo que sea este el momento. Espera… aun nos queda Diego. Tal vez él si pueda ayudarnos…-
- ¿Diego? Sabes que no confío en ese hombre. Los hombres que sonríen demasiado, algo ocultan, Lars…-
- Deja que hable con Diego. Tomas resistirá… y si no logro una respuesta, entonces si, ve y entrégate a Gabriel… Pero sabes que esa decisión, será la ultima puerta.-
Ingrid asintió con la cabeza y se alejo. Agarro su saco de arriba del sillón, donde lo había dejado y volvió a mirar a Lars. El hombre del bosque le sonrío.
- Se vienen grandes cambios, Ingrid… Y hay que estar preparados…-
- Lo sé…- Dijo ella, y subió las escaleras.
El no contesto. Seguía agarrado de sus rodillas mirando ahora, un punto en la plaza.
- Se que estas confundido. Se que no entiendes muchas cosas y que dentro tuyo sientes que algo esta mal… pero tienes que dejarlo atrás. Ya estas bien. Estas vivo. No le debes nada a nadie. Solo a ti, y eso es lo único importante.-
Patrick seguía sin mirarla. Ahora agacho la cabeza entre sus rodillas y se quedo así. Max siguió hablando.
- Es verdad que algo cambio. Pero dejémoslo así. A ti, Patrick, te salvaron. Te dieron otra oportunidad. No quiero que te preocupes. No le busques otra explicación. Ni yo la encontré. Solo se que amo verte vivo y no puedo olvidar cuando te tuve en mis brazos desangrándote… ya sin vida. Por eso atesoro todos estos momentos como únicos… como últimos. Irrepetibles. –
Patrick no se movió del lugar. Pero giro mirándola.
- Tú no entiendes, Max. Mi cabeza es un torbellino de cosas que no entiendo. Perdí años de mi vida, supuestamente muerto… muerto definitivamente. Y lo peor es que no hay nada del otro lado, que me recuerde que aquello, sea mejor que esto.-
- Yo…No entiendo lo que dices. Lo único que se, es que el destino no se puede cambiar. Lo único que tenemos es mas tiempo para nosotros… por eso tenemos que vivirlo… Lo que haya sucedido, o donde hayas ido luego de tu muerte, déjalo pasar… disfruta el ahora… Por favor, Patrick… Disfruta este nuevo presente.-
Patrick se levanta del banco y camina en círculos agarrandose la cabeza.
- Me siento tan vacío, Max… Tu, no creo que entiendas nunca lo que esta pasando por mi cabeza… ¿Por qué? ¿Cuándo? Como fue… Y otra vez por que… Y esas preguntas están rodeadas de una oscuridad que me sofoca… Hay un vacío en mi, Max… Un vacío que ahora tiene una respuesta aun más oscura de lo que podría haber imaginado…-
- Pero Patrick… -
- Tal vez tus palabras sean sabias, Max… pero en este momento, hay tanto miedo en mi, que… que no entiendo… yo… -
Max no lo dejo continuar. Simplemente lo abrazo. El intento decir algo más, pero era en vano. Prefería quedarse así. Aferrado a ella, como nunca en la vida.
Lars golpeo su pipa en la palma de la mano, y preparo el tabaco nuevamente. Si bien no tenia la capacidad de fumar, ni lo necesitara, amaba saborear el aroma del mismo, cuando lo sentía en el aire.
Era su manera de comunicarse con esa parte humana que a veces sentía tan lejana.
No estaba solo en el salón. La mujer de cabellos caoba también se encontraba allí. Sentada en el banquillo del piano, jugaba con las teclas, sin dejar que emitieran sonido. Tal vez no quería romper el silencio que los rodeaba. Pero sabia que tarde o temprano, Lars y ella debían tomar una decisión…
- Croweller no nos ayudara… El arresto de su vástago, lo ponen en una situación difícil… Y a Tomas también.- Dijo Lars acercándose al gran ventanal. – Estamos tan acorralados como ese niño, si no encontramos una solución… Y lo peor, es que no se en quien confiar. Nuestros antiguos, nunca entenderán nuestra posición y…-
- Lo convertiré… Diré que es mi protegido, y mi idea era hacerlo uno de los nuestros.-
- Tomas nunca te lo perdonara… ni siquiera sabe quien eres. Y Gabriel… Nuestro Príncipe… no se… Lo atraparon matando a uno de los nuestros. Deberás pagar demasiado por él, y eso si accede a dártelo. Ingrid, no tenemos poder para negociar con él… Si pudiéramos agarrarlo en algo… Si cometiera alguna falla… pero Gabriel es muy inteligente… demasiado.-
Ingrid se levanta del piano, y camina hacia Lars. Apoya su mano en su brazo, y lo mira a los ojos.
- No estoy arrepentida de mis acciones, Lars. Y me haré cargo. Espero que eso salve la vida de Tomas. Todos sabemos que hay vástagos que dañan a nuestros humanos, y eso no se puede permitir. Sigo creyendo fielmente que vástagos y humanos podemos convivir libremente, si mantenemos cierto orden. A Tomas se le fue la mano, pero es su vida contra la nuestra. Y ellos, siempre llevan la de perder… Hablare con Gabriel… Se que me escuchara.-
- Espera… - Le contesta Lars deteniéndola.- Gabriel ha cambiado… y no creo que sea este el momento. Espera… aun nos queda Diego. Tal vez él si pueda ayudarnos…-
- ¿Diego? Sabes que no confío en ese hombre. Los hombres que sonríen demasiado, algo ocultan, Lars…-
- Deja que hable con Diego. Tomas resistirá… y si no logro una respuesta, entonces si, ve y entrégate a Gabriel… Pero sabes que esa decisión, será la ultima puerta.-
Ingrid asintió con la cabeza y se alejo. Agarro su saco de arriba del sillón, donde lo había dejado y volvió a mirar a Lars. El hombre del bosque le sonrío.
- Se vienen grandes cambios, Ingrid… Y hay que estar preparados…-
- Lo sé…- Dijo ella, y subió las escaleras.
eternasaiara- Primigenio
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Fecha de inscripción : 20/05/2010
Re: EL pasado no se olvida...
Mikel escuchaba el repiquetear de las gotas que caían de la humedad de las paredes. No le tenía miedo a su celda. Ni a la tortura.
El, mejor que nadie sabía lo que eso era. Había aprendido a convivir con las ratas desde muy joven en su inmortalidad, y esa prisión, era un lujo, al lado de otras en las que había estado.
No sabía cuantos días, habían pasado ya. Solo sabía que cada vez estaba más débil, que su cuerpo empezaba a consumirse. Que el dolor no cesaba.
Parecía que el mundo lo hubiera olvidado.
Cada noche, se sentaba en el centro de esa pequeña celda y cruzaba sus piernas para mantenerse en posición de buda. Le habían enseñado a meditar y medir sus fuerzas. Evocaba cánticos, que lo mantenían fresco durante el día, y la sangre se mantenía en su cuerpo sin gastar.
Los únicos momentos en los que sufría, era cuando su cuerpo envenenado, pedía recuperación.
La manera en que se había contagiado, fue de la forma más burda. Recuerda haber estado en esa pelea con los Sabath hacia varios meses atrás, y uno de ellos, salpico su sangre sobre él, cuando le corto con la espada. Sus heridas aun abiertas, de aquél castigo Tremere, solo sirvió de puente, para que el veneno entrara.
Ahora, en el silencio de ese lugar, recuerda la pelea, y esta más que seguro, que el vástago lo enfrento, solo para envenenarlo. Conoce demasiado del Sabath, como saber que algunos de ellos, son kamikazes a favor de sus ideales.
Moina Mcgregor espero a que el guardia Ghoul le abriera la puerta. Sentado allí, a un costado de la celda vacía de todo, estaba Mikel, que la observaba entrar.
- Mikel.- dijo la mujer y se arrodillo a su lado. Sus finos tacos y su vestido de noche, resaltaban demasiado en la oscuridad del lugar. El no le contesto. Se limito a levantarse y dar dos pasos lejos de ella. No se alejo mucho. La celda no media más de dos metros por dos.
- ¿Qué haces aquí?-
- La Capilla me mando. Quieren saber si estas bien. Si necesitas algo.- Dijo ella levantándose también.
- No. Lo que necesito, ellos ya lo saben. No deberías estar en este lugar.-
- Ellos te mandan esto…- Dijo ella y saco un odre de su cartera. El lo tomo con sus manos, y bebió sin cesar, sintiendo como la sangre nueva entraba en su organismo.
- ¿Qué se siente, Mikel?- Mikel la mira curioso.- El veneno… ¿Qué se siente tener ese veneno dentro?-
Mikel tardo en contestar. Iba a eludir la pregunta. Pero Moina no se merecía su bronca.
- Dolor… Moina. Como si el fuego te estuviera quemando todo por dentro. Y cuanto mas te mueves, más dolor te causa. Y no se detiene. Solo la sangre… la sangre da un poco de frescura.-
- ¿Qué puedo hacer por ti? Nuestra gente esta estudiando el tema. Creen tener una posible solución, pero no es fácil. Tardara tiempo… ¿Tienes ese tiempo?-
- No. Apenas tengo fuerzas para mantenerme en pie. No se cuanto subsistiere por lo menos, conciente.-
- Quiero ayudarte… pero no se como hacerlo.-
- Solo el puede, Moina. Solo Aliester puede ayudarnos.-
DuSable observo a Gabriel atentamente. Las palabras de él, salían como amenazas. No le gustaban las amenazas. De reojo, podía sentir la presencia de William luchando por hablar. Pero se abstenía a mantenerse en silencio a un costado de su señor.
El, mejor que nadie sabía lo que eso era. Había aprendido a convivir con las ratas desde muy joven en su inmortalidad, y esa prisión, era un lujo, al lado de otras en las que había estado.
No sabía cuantos días, habían pasado ya. Solo sabía que cada vez estaba más débil, que su cuerpo empezaba a consumirse. Que el dolor no cesaba.
Parecía que el mundo lo hubiera olvidado.
Cada noche, se sentaba en el centro de esa pequeña celda y cruzaba sus piernas para mantenerse en posición de buda. Le habían enseñado a meditar y medir sus fuerzas. Evocaba cánticos, que lo mantenían fresco durante el día, y la sangre se mantenía en su cuerpo sin gastar.
Los únicos momentos en los que sufría, era cuando su cuerpo envenenado, pedía recuperación.
La manera en que se había contagiado, fue de la forma más burda. Recuerda haber estado en esa pelea con los Sabath hacia varios meses atrás, y uno de ellos, salpico su sangre sobre él, cuando le corto con la espada. Sus heridas aun abiertas, de aquél castigo Tremere, solo sirvió de puente, para que el veneno entrara.
Ahora, en el silencio de ese lugar, recuerda la pelea, y esta más que seguro, que el vástago lo enfrento, solo para envenenarlo. Conoce demasiado del Sabath, como saber que algunos de ellos, son kamikazes a favor de sus ideales.
Moina Mcgregor espero a que el guardia Ghoul le abriera la puerta. Sentado allí, a un costado de la celda vacía de todo, estaba Mikel, que la observaba entrar.
- Mikel.- dijo la mujer y se arrodillo a su lado. Sus finos tacos y su vestido de noche, resaltaban demasiado en la oscuridad del lugar. El no le contesto. Se limito a levantarse y dar dos pasos lejos de ella. No se alejo mucho. La celda no media más de dos metros por dos.
- ¿Qué haces aquí?-
- La Capilla me mando. Quieren saber si estas bien. Si necesitas algo.- Dijo ella levantándose también.
- No. Lo que necesito, ellos ya lo saben. No deberías estar en este lugar.-
- Ellos te mandan esto…- Dijo ella y saco un odre de su cartera. El lo tomo con sus manos, y bebió sin cesar, sintiendo como la sangre nueva entraba en su organismo.
- ¿Qué se siente, Mikel?- Mikel la mira curioso.- El veneno… ¿Qué se siente tener ese veneno dentro?-
Mikel tardo en contestar. Iba a eludir la pregunta. Pero Moina no se merecía su bronca.
- Dolor… Moina. Como si el fuego te estuviera quemando todo por dentro. Y cuanto mas te mueves, más dolor te causa. Y no se detiene. Solo la sangre… la sangre da un poco de frescura.-
- ¿Qué puedo hacer por ti? Nuestra gente esta estudiando el tema. Creen tener una posible solución, pero no es fácil. Tardara tiempo… ¿Tienes ese tiempo?-
- No. Apenas tengo fuerzas para mantenerme en pie. No se cuanto subsistiere por lo menos, conciente.-
- Quiero ayudarte… pero no se como hacerlo.-
- Solo el puede, Moina. Solo Aliester puede ayudarnos.-
DuSable observo a Gabriel atentamente. Las palabras de él, salían como amenazas. No le gustaban las amenazas. De reojo, podía sentir la presencia de William luchando por hablar. Pero se abstenía a mantenerse en silencio a un costado de su señor.
eternasaiara- Primigenio
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Fecha de inscripción : 20/05/2010
Re: EL pasado no se olvida...
Nemesis se observa frente al espejo. Por primera vez en mucho tiempo, se ha vestido demasiado sobria para su gusto. Lleva puesto un Jean oscuro, una camisa blanca y un tapado encima.
Su cabello esta suelto, y sin color.
No es fácil lo que piensa hacer esa noche. Su idea es negociar la salida de Mikel de la prisión, o aunque sea, asegurarse de que William hable con el Príncipe sobre el tema. Sabe que William demostró no estar de acuerdo con lo sucedido y eso es un punto a favor para hablar con el. Por otro lado, sabe que no puede hablar con el príncipe personalmente, menos viendo su determinación por encerrarlo
Lo único que desea, es que Aliester Croweller no se encuentre otra vez allí. Desea verlo, tocarlo, pero el solo hecho de sentir su presencia le confunde los sentidos, y necesita estar lo mas conciente que pueda.
Aunque los demás digan que hizo el ridículo frente a él, ella siente que no importa. La atracción que ese hombre ejerce sobre ella, la confunde pero le gusta.
Tarda bastante en llegar al Eliseo. El mismo camino que otras noches, pero no las mismas circunstancias.
En alguna oculta celda de ese horripilante lugar, Mikel sufre.
Los Ghouls de William la hacen pasar enseguida. Este, esta sentado detrás de su escritorio y la mira entrar. El hombre no entiende a que viene esta chiquilla, pero últimamente, la cuadrilla de la misma se ha comportado molesta y bastante rebelde para su gusto.
Tal vez los jóvenes de hoy en día, tengan otras creencias, pero aun no se acostumbra a esa indisciplina.
Se sonríe. La joven vástago tiene miedo. Se le nota en los ojos. Sin toda esa pintura, y sin esa ropa extravagante y colorida, Némesis es una mujer bella.
- Buenas noches.- Dice el hombre y la invita a sentar. Ella prefiere seguir de pie.
Al ver a William lo saluda cortésmente, y no quita sus ojos de los de él, demostrando su decisión y dice en un tono calmo y lo más dulce posible:
- “En nombre de mi cuadrilla, vengo a hablar a favor del señor Mikel Kazuka. No se cuales serán las verdaderas razones por las que nuestro príncipe lo ha capturado, pero todos los que estuvimos allí concordamos en que su captura es bastante injusta. Estuvimos allí y vimos la situación, quizás, como llegaron mas tarde malinterpretaron lo que sucedió e ignoran las circunstancias.-
William levanto su mano, pero Némesis no quiso detenerse. Si se detenía, no iba a decir todo lo que pensaba. Se apretujo las manos detrás de su espalda y continúo.
- Cuando llegamos Mikel intentaba morder a Ariadne, pero estaba tan debilitado que cayó al suelo. Su sangre está totalmente corrompida, negra. Personalmente creo que el ataque a Ariadne fue producto de su desesperación, estoy segura de que su sufrimiento es terrible. Ningún Tremere actúa así. – Némesis se apoya en el escritorio y William se hace hacia atrás en su sillón, escuchándola.- todos sabemos que tienen formas más sutiles de extraer la sangre y sin embargo ni siquiera podía mantenerse en pie.-
Nemesis se aleja nuevamente del escritorio, y camina hacia los costados. Williams no habla. Solo la observa. Espera. La sigue con la mirada hasta que ella, vuelve a hablar.
- Se que Mikel es un vástago poderoso, no puedo ni imaginar por lo que debe estar pasando como para actuar así, y sabiendo que la única persona que puede curarte no lo hará…
No pretendo justificar todas sus acciones, Sr.William, pero creo que una lucha entre dos vástagos no es motivo suficiente como para encerrar a uno, y menos en el estado en el que estaba. .
Tenía entendido que Mikel había servido al Príncipe durante todo este tiempo y me sorprendió que Gabriel dijera tan abiertamente que lo dejaría pudrirse en su celda. Mikel ha sido muy colaborador con nuestra cuadrilla y todos apreciamos su ayuda y nos gustaría hacer algo por él.-
- ¿Eso es todo?-
- Si.-
- Señorita Némesis… El Señor Kazuka es un vástago de doble filo. No le voy a mentir. Sus traiciones son conocidas a través del tiempo, y recién ahora parece haberse encausado. Ha hecho mucho daño, así como ha ayudado. Pero es más el daño que la ayuda. Nuestra relación con él, se basa en un trato. Simplemente eso. Trabaja para la Camarilla, simplemente por que esta pagando una condena. En el año 1998, Mikel asesino al vástago recién nacido de Annabelle Triabell. Sin motivo, sin escusa, sin arrepentimiento. Y hay leyes, Señorita Némesis. Solo por que su clan se responsabilizo por él, el Señor Kazuka aun esta con vida. Cambio su muerte, por su libertad.-
Némesis bajo la cabeza. No esperaba escuchar eso.
- Pero estaba haciendo bien su trabajo… lo que haya hecho en el pasado, lo estaba pagando bien. Nunca vi a nadie tan dedicado a su Príncipe como el. No entiendo por que Gabriel se mostró con tanto odio hacia el…-
- Señorita Némesis… todos estamos atados a algo… entienda que Annabelle Triabell no quedo conforme con la sentencia. Usted parece no entender lo que significa la muerte de un recién nacido. Son años de espera, tratos, arreglos para que uno de ustedes salga a la luz. Me extraña que su Sire no le haya explicado todo lo que pasa uno, para formar a uno de ustedes… no es fácil. Menos cuando te lo asesinan al poco tiempo de nacidos… por eso las leyes… Y Mikel Kazuka lo sabe… Jugo con eso… Y el Príncipe, debe lidiar con ese trato. Portarse bien, a veces no paga una muerte inocente. –
- Pero… es su mejor hombre… Lo se… nunca se hecho atrás… Esta infectado con esa sangre horrible… entiendan la situación…-
- La entendemos… Y le hubiéramos abierto las puertas para que explique esa situación… Pero él sabe que no es por eso que ahora esta encerrado. Hay sospechas de que Mikel Kazuka ha modificado el tiempo… Y si bien para mi son supercherías y cuentos de niños, para otros no. Un vástago con ese poder, no puede estar libre entre nosotros. Ahora mismo, no estaría seguro de estar hablando esto con usted, o ser parte de esa locura. ¿Usted cree en los cambios temporales y esas fantasías? Yo no. Pero las brujas tampoco existen, y los vampiros menos…-
eternasaiara- Primigenio
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Fecha de inscripción : 20/05/2010
Re: EL pasado no se olvida...
-Lo que usted me está diciendo, Sr.William, es que Mikel va a estar encerrado hasta que se pruebe que no ha modificado el tiempo?, ¿es eso?. No me imagino cómo algo así puede probarse, ni siquiera me hubiera planteado jamás que el tiempo pudiera manipularse. Si esa es la excusa para dejar que se consuma en una celda, entonces dígame usted Sr.William qué se puede hacer por él. ¿Quién puede probar algo así? o peor, ¿quién puede probar que algo así no se llevó a cabo?.-
William levanto los hombros en señal de incredulidad, sin dejar de mirarla.
- Es lo que acabo de decirle... -
Nemesis se movio por la habitacion y volvio a pararse frente a él.
- El tiene la respuesta a nuestras dudas... ¿Modificara el tiempo para salvarse?... O solo son supercherias?. Algunos vastagos se han quejado de cierta falta de conciencia... Yo no he estudiado mucho el tema, pero tengo gente investigando sobre eso... Quiero saber quienes estan involucrados, Señorita... Y si el señor Kazuka es culpable, se sabra. Por otro lado, si a su Sire tanto le intereza el bienestar de su vastago, entregara la formula de la cura para que todos puedan usarla. Es la unica forma de precion que tenemos contra él. Si usted conoce otro camino, sera recompensada... por supuesto...-
William levanto los hombros en señal de incredulidad, sin dejar de mirarla.
- Es lo que acabo de decirle... -
Nemesis se movio por la habitacion y volvio a pararse frente a él.
- El tiene la respuesta a nuestras dudas... ¿Modificara el tiempo para salvarse?... O solo son supercherias?. Algunos vastagos se han quejado de cierta falta de conciencia... Yo no he estudiado mucho el tema, pero tengo gente investigando sobre eso... Quiero saber quienes estan involucrados, Señorita... Y si el señor Kazuka es culpable, se sabra. Por otro lado, si a su Sire tanto le intereza el bienestar de su vastago, entregara la formula de la cura para que todos puedan usarla. Es la unica forma de precion que tenemos contra él. Si usted conoce otro camino, sera recompensada... por supuesto...-
eternasaiara- Primigenio
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Fecha de inscripción : 20/05/2010
Re: EL pasado no se olvida...
Max necesita verlo a Diego. Sabe que él no le haría daño, pero al ver su reacción al decirle que “las puertas se abrieron desde adentro” sintió miedo.
El sabe algo. O esta preparando algo otra vez.
No quiere ni pensar que haya sido el quien abrió esas puertas de lo que tanto hablan todos. El sabath estaba dentro, y la historia volvía a repetirse.
Lo busca por donde sea. Es en Aranjuez donde lo encuentra. El hombretón la ve llegar. Ni siquiera la mira a los ojos. Se dedica a su guitarra y nada más.
Max se le acerca silenciosa y apoya su mano sobre la de el.
- Lo siento, Diego… Creo que te juzgue mal… no fue esa mi intención y…- Diego le retira suavemente la mano, y la lleva a sus labios. Le besa los dedos.
No dice nada. Solo la escucha. Ahora si la mira a los ojos.
Ella no vuelve a hablar. Simplemente lo abraza.
Al final, el vuelve a hacerla a un lado, y ella se sienta frente a el. Diego agarrar la guitarra y entona una simple melodía.
- Diego perdóname. Estoy muy confundida. Siento que todo se esta uniendo. No se quien morirá, no se quien será traicionado o quien el traidor. Pero lo único que necesito es saber que estoy haciendo las cosas bien.-
El la miro. Siguió escuchándola.
- ¿Qué es lo que sabes de todo esto? ¿Qué sabe tu gente?- Pregunto Max buscando su mirada. – Yo vi como peleaste contra el Sabath. Yo vi como defendiste la ciudad… Lo hicimos juntos, por eso no entiendo cuando te veo así, tan despreocupado. Lo único que necesito saber… y de tus labios es: ¿realmente es necesario que el mago muera? Si es así, yo te ayudare a proteger el orden que tanto defendiste, pero no me mientas. No me utilices. Prefiero saber ahora cual es tu verdad. ¿Realmente soy importante para ti? O solo soy una pieza del tablero.-
Diego deja su guitarra a un costado y vuelve a tomarla de las manos.
- Todos somos piezas de un tablero, Max… Y si… Yo deje entrar al sabath… Si el Mago muere o no, no esta en mis manos. Solo soy una pieza en esta gran guerra. Y tú también lo eres. Cada uno hace lo que puede para sobrevivir… No me juzgues ni me culpes… Algo nuevo se esta gestando, y si las viejas estructuras no caen, nunca nada cambiara…-
eternasaiara- Primigenio
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Fecha de inscripción : 20/05/2010
Re: EL pasado no se olvida...
El sol comenzaba a salir a lo lejos en la campiña. El joven de cabellos oscuros, estaba sentado al borde de una banqueta en el parque. Parecía dormido. Tenía los ojos cerrados y las manos descansaban a un costado.
A pesar de estar en plena primavera, el sol no alcanzaba a iluminar muy bien el lugar. A los costados, el oscuro de los sueños, comenzaba a tragarse la imagen.
- No entiendo por que eliges este lugar, para encontrarnos.- Dijo el joven al vacío del amanecer, sin moverse del lugar.
- Aquí te conocí.- Dijo la vacuidad. El joven abrió los ojos. A su lado, Aliester observaba el amanecer junto a él.
- No tienes idea de cómo era ese lugar… nunca lo viste de día… -
- No necesito verlo… supongo que era parecido a esto. Un banco, algunas flores, y el horizonte… fue hace mucho, no necesito detalles.-
- Allí estaba el río.- Dijo Mikel señalando a la nada. – Y más allá se encontraba el departamento de Filosofía. Por detrás, la glorieta de los profesores, y a la derecha, la fuente donde los pájaros bebían agua durante el día.-
A medida que hablaba, las imágenes comenzaban a aparecer. El cielo iba aclarando, y la piel de los dos, se mostraba mas dorada. Casi irreal.
- ¿No te parece ridículo lo que estas haciendo?-
Aliester lo miro. Le sonrió. Las imágenes se disolvieron. Los dos quedaron sentados en el banco, pero nada alrededor.
- No eres Dios, Aliester… Solo sabes jugar con los sueños.-
- Si no soy Dios, ¿por que me necesitas?-
- Oh, ya basta con eso… Quien te dijo que te necesito…- Suspiro Mikel cansado.
- Tú me llamaste…He estado escuchando tu lamento hace días…-
- Y tardaste… Pero no espero nada de ti… Poco te importa los problemas de los demás… Estás tan obsesionado con tu eternidad, que te olvidas que todo puede terminar en cualquier momento…-
Aliester no contesto. Se levanto del banco y camino unos pasos lejos de Mikel.
- Advertirte…- Dijo Mikel y comenzó a toser seco. Aliester lo miro, paso su mano cerca de su frente sin quitarle los ojos de sus ojos.
- No despiertes… Aleja esa tos…-
- No es tan fácil… me estoy muriendo…-
Aliester volvió a darle la espalda.
- Ya se que no tienes la cura… Y sabes que lo de Ariadne fue una coincidencia que no entiendes…El, es un ser extraño… no es uno de nosotros…-
- ¿Qué quieres que haga?-
- El necesita sangre especial, que Annette no puede darle… La sangre de los magos. La que da vida… -
- Sabes Que eso es una quimera… los magos convertidos en vástagos, pierden su magia y nunca regresa. Lo nuestro ha sido una excepción, Mikel…-
- Estas tan perdido, Aliester… No puedo creer que hayas bajado los brazos… Pero si te digo lo que se, morirás… Y aun hay mucho que hacer. Yo no podré estar ante lo que se viene… No creo que llegue… No, si no encuentras la cura. Y Ariadne no te dará la respuesta.-
- Te dije que no quería saber como será mi muerte… Ya basta con eso… -
- Tu siempre dijiste, que el destino siempre estaba escrito, que lo que importaban eran los caminos para llegar a el…-
- De que hablas…-
- Hace mucho, Patrick fue asesinado y tú quedaste desprotegido… Aunque yo haya cambiado su destino, no creo que llegue a tiempo para ayudarte. El se ha alejado de ti, y no tiene la misma lealtad que antes. Y yo estoy muriendo… No podré ayudarte. Estarás desprotegido como una vez lo estuviste…-
- Ya basta, dije… No quiero saber más…- Vocifero Aliester enfrentándoselo. Mikel volvió a toser y se agarro el estomago, como si un fuerte dolor proviniera desde dentro de el. Todo el sueño se volvió negro. La voz de Aliester fue lo único que quedo.
- Mikel… regresa… no despiertes…-
La imagen regreso menos nítida. Como si una fuerza exterior estuviera amenazando constantemente el sueño, Aliester y Mikel volvieron a encontrarse en medio de la vacuidad.
- Debes permanecer en Chicago… Si te vas, Anabelle convertirá a Maureen y nadie podrá detenerla. Y Maureen siempre fue la clave… Aliester, escúchame…es muy importante que entiendas lo que te estoy diciendo… Tus pasos te llevaran directo a tu muerte.-
Mikel lo tenia agarrado de los brazos, por primera vez en siglos, Aliester se negaba a creer todo lo que ya había escuchado en el transcurso de los días. Se había enterado que iba a morir. Y lo peor de todo, es que su vástago también moriría.
- Sabes que te salvare…- Balbuceo Aliester tratando de mantenerse concentrado en su sueño. Era la única forma que había encontrado para poder hablar con su vástago.
- No puedes hacerlo. Mi muerte, no esta en ese destino. Mi muerte, es la única forma que tenemos para que todo cambie… Cuida de Patrick, y déjame morir a mí… Y se que todo cambiara.-
- Y si no resulta…- Pregunta Aliester tratando de buscar una respuesta satisfactoria a tanta locura. Pero Mikel no contesto. La voz de alguien más, se introdujo en el sueño.
Es bien sabido, que en la Orden del sueño, solo unos pocos elegidos, tienen el poder de modificarlos. No todos tienen el poder de meterse en los sueños, de otros, y menos que menos, no todos tienen la suficiente sabiduria e inteligencia para meterse en el sueño creado entre dos Tremeres. Salvo otro Tremere con el mismo poder, o mas.
- Se encontraran en el infierno, señores… Si el plan no resulta, no tardaran en volver a ver.-
Aliester conocia esa voz. Tardo en girar y mirar. Tardo en abrir los ojos y encontrarlo allí.
Desde las penumbras, William se dejo ver.
- ¿ No lo creen así, señores?-
A pesar de estar en plena primavera, el sol no alcanzaba a iluminar muy bien el lugar. A los costados, el oscuro de los sueños, comenzaba a tragarse la imagen.
- No entiendo por que eliges este lugar, para encontrarnos.- Dijo el joven al vacío del amanecer, sin moverse del lugar.
- Aquí te conocí.- Dijo la vacuidad. El joven abrió los ojos. A su lado, Aliester observaba el amanecer junto a él.
- No tienes idea de cómo era ese lugar… nunca lo viste de día… -
- No necesito verlo… supongo que era parecido a esto. Un banco, algunas flores, y el horizonte… fue hace mucho, no necesito detalles.-
- Allí estaba el río.- Dijo Mikel señalando a la nada. – Y más allá se encontraba el departamento de Filosofía. Por detrás, la glorieta de los profesores, y a la derecha, la fuente donde los pájaros bebían agua durante el día.-
A medida que hablaba, las imágenes comenzaban a aparecer. El cielo iba aclarando, y la piel de los dos, se mostraba mas dorada. Casi irreal.
- ¿No te parece ridículo lo que estas haciendo?-
Aliester lo miro. Le sonrió. Las imágenes se disolvieron. Los dos quedaron sentados en el banco, pero nada alrededor.
- No eres Dios, Aliester… Solo sabes jugar con los sueños.-
- Si no soy Dios, ¿por que me necesitas?-
- Oh, ya basta con eso… Quien te dijo que te necesito…- Suspiro Mikel cansado.
- Tú me llamaste…He estado escuchando tu lamento hace días…-
- Y tardaste… Pero no espero nada de ti… Poco te importa los problemas de los demás… Estás tan obsesionado con tu eternidad, que te olvidas que todo puede terminar en cualquier momento…-
Aliester no contesto. Se levanto del banco y camino unos pasos lejos de Mikel.
- Advertirte…- Dijo Mikel y comenzó a toser seco. Aliester lo miro, paso su mano cerca de su frente sin quitarle los ojos de sus ojos.
- No despiertes… Aleja esa tos…-
- No es tan fácil… me estoy muriendo…-
Aliester volvió a darle la espalda.
- Ya se que no tienes la cura… Y sabes que lo de Ariadne fue una coincidencia que no entiendes…El, es un ser extraño… no es uno de nosotros…-
- ¿Qué quieres que haga?-
- El necesita sangre especial, que Annette no puede darle… La sangre de los magos. La que da vida… -
- Sabes Que eso es una quimera… los magos convertidos en vástagos, pierden su magia y nunca regresa. Lo nuestro ha sido una excepción, Mikel…-
- Estas tan perdido, Aliester… No puedo creer que hayas bajado los brazos… Pero si te digo lo que se, morirás… Y aun hay mucho que hacer. Yo no podré estar ante lo que se viene… No creo que llegue… No, si no encuentras la cura. Y Ariadne no te dará la respuesta.-
- Te dije que no quería saber como será mi muerte… Ya basta con eso… -
- Tu siempre dijiste, que el destino siempre estaba escrito, que lo que importaban eran los caminos para llegar a el…-
- De que hablas…-
- Hace mucho, Patrick fue asesinado y tú quedaste desprotegido… Aunque yo haya cambiado su destino, no creo que llegue a tiempo para ayudarte. El se ha alejado de ti, y no tiene la misma lealtad que antes. Y yo estoy muriendo… No podré ayudarte. Estarás desprotegido como una vez lo estuviste…-
- Ya basta, dije… No quiero saber más…- Vocifero Aliester enfrentándoselo. Mikel volvió a toser y se agarro el estomago, como si un fuerte dolor proviniera desde dentro de el. Todo el sueño se volvió negro. La voz de Aliester fue lo único que quedo.
- Mikel… regresa… no despiertes…-
La imagen regreso menos nítida. Como si una fuerza exterior estuviera amenazando constantemente el sueño, Aliester y Mikel volvieron a encontrarse en medio de la vacuidad.
- Debes permanecer en Chicago… Si te vas, Anabelle convertirá a Maureen y nadie podrá detenerla. Y Maureen siempre fue la clave… Aliester, escúchame…es muy importante que entiendas lo que te estoy diciendo… Tus pasos te llevaran directo a tu muerte.-
Mikel lo tenia agarrado de los brazos, por primera vez en siglos, Aliester se negaba a creer todo lo que ya había escuchado en el transcurso de los días. Se había enterado que iba a morir. Y lo peor de todo, es que su vástago también moriría.
- Sabes que te salvare…- Balbuceo Aliester tratando de mantenerse concentrado en su sueño. Era la única forma que había encontrado para poder hablar con su vástago.
- No puedes hacerlo. Mi muerte, no esta en ese destino. Mi muerte, es la única forma que tenemos para que todo cambie… Cuida de Patrick, y déjame morir a mí… Y se que todo cambiara.-
- Y si no resulta…- Pregunta Aliester tratando de buscar una respuesta satisfactoria a tanta locura. Pero Mikel no contesto. La voz de alguien más, se introdujo en el sueño.
Es bien sabido, que en la Orden del sueño, solo unos pocos elegidos, tienen el poder de modificarlos. No todos tienen el poder de meterse en los sueños, de otros, y menos que menos, no todos tienen la suficiente sabiduria e inteligencia para meterse en el sueño creado entre dos Tremeres. Salvo otro Tremere con el mismo poder, o mas.
- Se encontraran en el infierno, señores… Si el plan no resulta, no tardaran en volver a ver.-
Aliester conocia esa voz. Tardo en girar y mirar. Tardo en abrir los ojos y encontrarlo allí.
Desde las penumbras, William se dejo ver.
- ¿ No lo creen así, señores?-
eternasaiara- Primigenio
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Fecha de inscripción : 20/05/2010
Re: EL pasado no se olvida...
- Es una locura lo que piensan hacer… convertir la ciudad en un caos, solo empeorara las cosas… No es justo que todos paguen por el egoísmo de un hombre…-
- ¿Y cual es vuestra idea, Señorita Mcgregor?- Pregunto Andre apoyando sus puños sobre el escritorio, y llevando el cuerpo hacia delante.- Sabe perfectamente que si fuera por mi, el Señor Croweller podría pudrirse en el infierno, junto a sus vástagos… pero nuestra orden se mueve de otra manera… Los quieren vivos. Parece que nuevamente, el Señor Croweller, ha usado un as de su manga…-
- El círculo de los siete sabe perfectamente quienes son los Croweller, Señor Andre… -
- Y usted sabia muy bien cual es su trabajo… No en vano, le hemos permitido permanecer cerca del Príncipe… Interceda, Señorita McGregor… No pierda más tiempo en relaciones superficiales, que nada importan… Interceda ante el príncipe. Manipule su poder hacia él, y acelere las cosas.-
Moina no contesto. Bajo la cabeza y pensó en Gabriel. Nunca había querido que su relación llegara a ese nivel. El confiaba en ella.
- No es fácil… El quiere la cura, por que la Primogenitura se lo esta exigiendo… Piensa que nosotros tenemos mas poder sobre el Señor Croweller, que cualquiera allá afuera. Me exigirá lo mismo que les ha exigido a ustedes…-
- Interceda entonces… Su alejamiento del Señor Croweller ha sorprendido a varios… -
- ¿Mi alejamiento?- Pregunto confundida Moina.
- Si. Su alejamiento. Es hora de que comience a usar su poder sobre él.- Concluyo Andre y se acerco a la puerta.- Si me disculpa, aun debo arreglar otros conflictos…-
- Si, claro.- Susurro Moina sin entender. Al final salio de allí.
En su cabeza, miles de preguntas la confundían. No entendía lo que había querido decir Andre. No entendía por que se sentía de esa manera tan extraña.
Sabía que Aliester Croweller era un hombre especial y llamativo. Pero nunca se le había pasado por la cabeza acercarse a él, más allá de la formalidad de sus cargos.
Camino concentrada en sus pensamientos por los pasillos de la Capilla. Sentía que había estado dormida por mucho tiempo, y que de pronto comenzaba a despertar de un sueño extraño. Lo peor era que aun no recordaba por que se sentía dormida.
El solo hecho de ir a hablar con ese hombre, la ponía nerviosa. No quería. Algo en su interior le pedía a gritos que no lo haga. Pero por otro lado, había una necesidad de él, que la abrumaba.
- ¿Y cual es vuestra idea, Señorita Mcgregor?- Pregunto Andre apoyando sus puños sobre el escritorio, y llevando el cuerpo hacia delante.- Sabe perfectamente que si fuera por mi, el Señor Croweller podría pudrirse en el infierno, junto a sus vástagos… pero nuestra orden se mueve de otra manera… Los quieren vivos. Parece que nuevamente, el Señor Croweller, ha usado un as de su manga…-
- El círculo de los siete sabe perfectamente quienes son los Croweller, Señor Andre… -
- Y usted sabia muy bien cual es su trabajo… No en vano, le hemos permitido permanecer cerca del Príncipe… Interceda, Señorita McGregor… No pierda más tiempo en relaciones superficiales, que nada importan… Interceda ante el príncipe. Manipule su poder hacia él, y acelere las cosas.-
Moina no contesto. Bajo la cabeza y pensó en Gabriel. Nunca había querido que su relación llegara a ese nivel. El confiaba en ella.
- No es fácil… El quiere la cura, por que la Primogenitura se lo esta exigiendo… Piensa que nosotros tenemos mas poder sobre el Señor Croweller, que cualquiera allá afuera. Me exigirá lo mismo que les ha exigido a ustedes…-
- Interceda entonces… Su alejamiento del Señor Croweller ha sorprendido a varios… -
- ¿Mi alejamiento?- Pregunto confundida Moina.
- Si. Su alejamiento. Es hora de que comience a usar su poder sobre él.- Concluyo Andre y se acerco a la puerta.- Si me disculpa, aun debo arreglar otros conflictos…-
- Si, claro.- Susurro Moina sin entender. Al final salio de allí.
En su cabeza, miles de preguntas la confundían. No entendía lo que había querido decir Andre. No entendía por que se sentía de esa manera tan extraña.
Sabía que Aliester Croweller era un hombre especial y llamativo. Pero nunca se le había pasado por la cabeza acercarse a él, más allá de la formalidad de sus cargos.
Camino concentrada en sus pensamientos por los pasillos de la Capilla. Sentía que había estado dormida por mucho tiempo, y que de pronto comenzaba a despertar de un sueño extraño. Lo peor era que aun no recordaba por que se sentía dormida.
El solo hecho de ir a hablar con ese hombre, la ponía nerviosa. No quería. Algo en su interior le pedía a gritos que no lo haga. Pero por otro lado, había una necesidad de él, que la abrumaba.
eternasaiara- Primigenio
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Fecha de inscripción : 20/05/2010
Re: EL pasado no se olvida...
El joven trabajaba en una de sus obras. Las manos llenas de polvo, el rostro cubierto por anteojos protectores, y en su puño, un cincel y el martillo.
Sebastián se sentía vacío. Aunque trataba de no salir de su taller para no reencontrase con esa vida a la que tanto había huido, era en vano, su cabeza no dejaba de volar a ese encuentro tan nefasto con ese hombre.
Aliester no podía no recordarlo. Le molestaba que estuviera jugando así delante de todos. Le molestaba haber sido el hazmerreír nuevamente de ese hombre.
Y a pesar de su malestar, sabia que era imposible que nada hubiera cambiado.
Trataba de recordar el rostro de él, analizar la situación, tratar de ver donde se le había escapado algún detalle y la única imagen que venia a su mente, era la de los ojos azules de Aliester Croweller mirándolo desconocido.
Lo desconocía. No había dudas.
Era como si nunca se hubieran conocido.
Dejo el cincel a un costado y se paso la mano llena de polvo sobre el cabello.
- Alguien le borro la mente…- Se dijo a si mismo. Pero al segundo se río de la idea. Quien fuera capaz de borrarle la mente a un hombre tan poderoso, seguramente no estaba despierto sobre esa tierra.
Dejo sus herramientas de trabajo a un costado. Ya no estaba concentrado. La cultura podía esperar.
Pensó en Ariadne y lo mal que lo había tratado. Ariadne últimamente se mostraba extraño.
Hacia varios años ya que se habían encontrado por ultima vez en Europa, y luego de allí, su relación con el no fue la misma. Estaba seguro que algo ocultaba.
No le sorprendería enterarse que también él, había caído en brazos del mago. Lo mismo le había sucedido a Axiel, y hasta el mismo había entrado en ese encantamiento.
Algo en su interior lo movilizo. Ariadne, mal que mal, había sido el único que lo había ayudado cuando Delian lo había atacado. Lo acompaño a Europa escapando de Aliester y nunca le contradijo absolutamente ninguna de sus locuras.
Trato de llamarlo, pero su celular daba cortado.
Al final decidió ir a verlo. Seguía en la misma casa donde alguna vez el mismo había vivido con Annette.
A la hora ya estaba listo para ir hasta la gran mansión. Se subió a su porche casi sin usar, y salio rumbo a la zona más Elite de Chicago.
No tardo en llegar.
Entro como siempre sin golpear.
Por primera vez, en quizás siglos, la sala estaba a oscuras. Por primera vez, quizás en siglos, la gran mansión parecía abandonada.
Un extraño presentimiento le recorrió la espalda.
¿Dónde estaba Ariadne? ¿Dónde estaban todos?
Busco su celular e intento llamar a Annette. Su secretaria le informo que había viajado nuevamente a Europa.
Intento pensar en frío. Annette le había dado el puesto de líder de clan, por que debía viajar. Pero su trato desobediente y arrogante de siempre, había llevado a que ella le quitara ese poder. ¿A quien habría dejado en el trono? No se le ocurría a nadie.
Catherine en este momento estaba completamente compenetrada en la apertura de Diamante. La disco que habría solo una vez al mes.
Ella seguramente no tendría el tiempo para ocuparse de los asuntos del clan.
Pensó en Electria. Electria no le gustaba estar delante del poder. Solo era una hedonista que amaba el placer y pasaba noche a noche divirtiéndose con humanos y vástagos.
No tenía en quien confiar.
Y Ariadne estaba desaparecido.
Sin darse cuenta, se estaciono a dos cuadras de la casa de Aliester.
El semáforo titilaba la luz verde de paso, y el seguía mirando el vacío de la cuadra.
Tal vez el mago sabía algo de Ariadne. Tal vez, el mago era, como siempre, el culpable de que Ariadne hubiera desaparecido.
Volvió a arrancar y se estaciono frente a la puerta.
Dudo en golpear.
Dudo en entrar cuando el mayordomo le abrió la puerta y le dijo que Aliester no se encontraba y el insistió en que lo esperaría.
Camino despacio por esa casa, tratando de recordar sus momentos vividos allí.
A medida que entraba al largo pasillo, que daba a la sala, sabía que todo había cambiado.
Parecía una casa nueva. Como si aquellos viejos recuerdos, realmente hubieran desaparecido.
Se quedo sentado silenciosos en la sala principal, observando que hasta los cuadros habían cambiado. Ya no estaban sus pinturas. Ya no estaban los pesados libros de magia, o los extraños estandartes de los temples.
No.
Era una casa completamente moderna. Casi minimalista, si no fuera por la cantidad de arte que había en sus nuevas paredes. Cuadros que no le pertenecían.
La espera se le hizo eterna. Quizás solo habían pasado unos segundos, pero para él ya iban horas. El solo perfume que impregnaba la sala donde seguramente Aliester pasaba sus horas, lo desconcentraba.
Se lo imagino solo, sentado frente al hogar, leyendo sus libros.
Sabía que se había convertido en un hombre solitario como nunca. Un hombre que, según las malas lenguas, parecía esperara su muerte.
Había dejado de salir por las noches, y de moverse en los círculos de vástagos. Ya ni siquiera participaba de conclaves o reuniones de vástagos. Todas esas habladurías le habían llegado estando el en Europa, y luego, estando allí en Chicago, no tardo en darse cuenta que lo que se hablaba era verdad.
Solo lo había visto una vez y fue en su presentación. Luego de esa noche, nunca mas volvió a escuchar de el.
Miro alrededor. Si lo que decían era verdad, entonces Aliester no había salido como decía su mayordomo. Se levanto del sillón y se asomo al pasillo. Sobre una silla, el sacon de Aliester tan característico con sus mangas bordadas en oros, yacía allí, abandonado.
Lo levanto y lo estrujó contra su pecho tratando de percibir alguna señal de hacia cuanto lo había usado.
Como si intuyera con sus sentidos, no se había movido de allí.
Lo dejo a un costado y miro hacia arriba de la escalera.
El sabía donde estaba el dormitorio del mago. Mil veces había pasado por allí.
Sin hacer ruido comenzó a subir la escalera.
Se le hizo interminable llegar hasta frente a la puerta.
Levanto su puño para golpear, pero no. Al final se decidió por abrirla suavemente.
No se escuchaban ruidos ni sonidos. Seguramente allí, no había nadie. Era muy temprano para dormir, y si así fuera, el mago ni siquiera dormía allí.
Fue mas la curiosidad de tiempos pasados, que otra cosa lo que lo llevo a entrar.
La habitación estaba igual. Quizás mas abandonada y vieja, que hacia nueve años.
Como siempre, la cama estaba rodeada de su conocido dorcel. Los sillones, los muebles antiguos, y algún que otro libro abandonado al descuido.
La alfombra había sido cambiada. Ya no se veía el manchon de sangre donde Mikel había intentado cortarle el cuello, aquella noche fatídica junto a Axiel.
Axiel, como si de un fantasma se tratara, los pesados cortinados parecieron moverse.
Corrió la tela del dorcel, y miro hacia la cama.
Ante su sorpresa, Aliester estaba allí, recostado, inmóvil, silencioso. Completamente vulnerable como nunca lo había visto.
Parecía una hermosa escultura apenas iluminada por la tenue luz del pasillo. Su largo cabello negro le caía a los costados, el rostro dormido. Sereno. Las manos sobre su pecho.
Recordó otros días. Otros odios. Otro amor.
Quiso tocarle el rostro.
Acariciarlo una vez más. Apenas. Como una brisa.
Algo en él sabia, que esa seria la única vez que lo vería así, tan tranquilo.
Estiró su mano hasta estar frente a él.
El pulso le temblaba. La sangre de su cuerpo parecía bullir a mil por hora. Su mente estaba en blanco, y sin pensar la bajo hacia su rostro.
Los ojos de Aliester se abrieron, confundiéndolo con el azul brillante de las bestias. La mano fue atrapada por la fuerza del mago, tomándolo por el puño.
- ¿Qué haces?- Susurro apenas moviendo los labios. Sebastián no supo que contestar.
- Yo… Yo…- balbuceo. No había odio ni violencia en él. Simplemente sorpresa.
Aliester no le dijo nada, se levanto de un salto, y sin soltarlo, corrió escaleras abajo. Sebastián también escucho el alboroto que se acercaba hacia la casa.
- ¿Qué sucede?- Se pregunto Aliester a si mismo. Sebastián tampoco entendía. Simplemente lo siguió.
Cuando llegaron al descanso de la escalera, lo soltó.
Abajo, entrando por la puerta principal, Delian ingresaba agarrando a alguien. Cuando termino de entrar, vio para su sorpresa que se trataba de Maureen.
- Mire lo que encontré espiando la casa, Maestro.-
Sebastián ni siquiera escuchaba lo que Delian le decía. Lo único que veía era a ese joven muchacho rubio e inocente que una vez había conocido hacia varios años atrás, convertido en otro Mikel. De ropas negras, y el rostro oscuro de la insolencia y el poder. Dio un paso atrás, casi por inercia. No por que le tuviera miedo, sino por la sorpresa de la visión.
Un pequeño Mikel se encontró con sus ojos.
- Delian.- Susurro.
Sebastián se sentía vacío. Aunque trataba de no salir de su taller para no reencontrase con esa vida a la que tanto había huido, era en vano, su cabeza no dejaba de volar a ese encuentro tan nefasto con ese hombre.
Aliester no podía no recordarlo. Le molestaba que estuviera jugando así delante de todos. Le molestaba haber sido el hazmerreír nuevamente de ese hombre.
Y a pesar de su malestar, sabia que era imposible que nada hubiera cambiado.
Trataba de recordar el rostro de él, analizar la situación, tratar de ver donde se le había escapado algún detalle y la única imagen que venia a su mente, era la de los ojos azules de Aliester Croweller mirándolo desconocido.
Lo desconocía. No había dudas.
Era como si nunca se hubieran conocido.
Dejo el cincel a un costado y se paso la mano llena de polvo sobre el cabello.
- Alguien le borro la mente…- Se dijo a si mismo. Pero al segundo se río de la idea. Quien fuera capaz de borrarle la mente a un hombre tan poderoso, seguramente no estaba despierto sobre esa tierra.
Dejo sus herramientas de trabajo a un costado. Ya no estaba concentrado. La cultura podía esperar.
Pensó en Ariadne y lo mal que lo había tratado. Ariadne últimamente se mostraba extraño.
Hacia varios años ya que se habían encontrado por ultima vez en Europa, y luego de allí, su relación con el no fue la misma. Estaba seguro que algo ocultaba.
No le sorprendería enterarse que también él, había caído en brazos del mago. Lo mismo le había sucedido a Axiel, y hasta el mismo había entrado en ese encantamiento.
Algo en su interior lo movilizo. Ariadne, mal que mal, había sido el único que lo había ayudado cuando Delian lo había atacado. Lo acompaño a Europa escapando de Aliester y nunca le contradijo absolutamente ninguna de sus locuras.
Trato de llamarlo, pero su celular daba cortado.
Al final decidió ir a verlo. Seguía en la misma casa donde alguna vez el mismo había vivido con Annette.
A la hora ya estaba listo para ir hasta la gran mansión. Se subió a su porche casi sin usar, y salio rumbo a la zona más Elite de Chicago.
No tardo en llegar.
Entro como siempre sin golpear.
Por primera vez, en quizás siglos, la sala estaba a oscuras. Por primera vez, quizás en siglos, la gran mansión parecía abandonada.
Un extraño presentimiento le recorrió la espalda.
¿Dónde estaba Ariadne? ¿Dónde estaban todos?
Busco su celular e intento llamar a Annette. Su secretaria le informo que había viajado nuevamente a Europa.
Intento pensar en frío. Annette le había dado el puesto de líder de clan, por que debía viajar. Pero su trato desobediente y arrogante de siempre, había llevado a que ella le quitara ese poder. ¿A quien habría dejado en el trono? No se le ocurría a nadie.
Catherine en este momento estaba completamente compenetrada en la apertura de Diamante. La disco que habría solo una vez al mes.
Ella seguramente no tendría el tiempo para ocuparse de los asuntos del clan.
Pensó en Electria. Electria no le gustaba estar delante del poder. Solo era una hedonista que amaba el placer y pasaba noche a noche divirtiéndose con humanos y vástagos.
No tenía en quien confiar.
Y Ariadne estaba desaparecido.
Sin darse cuenta, se estaciono a dos cuadras de la casa de Aliester.
El semáforo titilaba la luz verde de paso, y el seguía mirando el vacío de la cuadra.
Tal vez el mago sabía algo de Ariadne. Tal vez, el mago era, como siempre, el culpable de que Ariadne hubiera desaparecido.
Volvió a arrancar y se estaciono frente a la puerta.
Dudo en golpear.
Dudo en entrar cuando el mayordomo le abrió la puerta y le dijo que Aliester no se encontraba y el insistió en que lo esperaría.
Camino despacio por esa casa, tratando de recordar sus momentos vividos allí.
A medida que entraba al largo pasillo, que daba a la sala, sabía que todo había cambiado.
Parecía una casa nueva. Como si aquellos viejos recuerdos, realmente hubieran desaparecido.
Se quedo sentado silenciosos en la sala principal, observando que hasta los cuadros habían cambiado. Ya no estaban sus pinturas. Ya no estaban los pesados libros de magia, o los extraños estandartes de los temples.
No.
Era una casa completamente moderna. Casi minimalista, si no fuera por la cantidad de arte que había en sus nuevas paredes. Cuadros que no le pertenecían.
La espera se le hizo eterna. Quizás solo habían pasado unos segundos, pero para él ya iban horas. El solo perfume que impregnaba la sala donde seguramente Aliester pasaba sus horas, lo desconcentraba.
Se lo imagino solo, sentado frente al hogar, leyendo sus libros.
Sabía que se había convertido en un hombre solitario como nunca. Un hombre que, según las malas lenguas, parecía esperara su muerte.
Había dejado de salir por las noches, y de moverse en los círculos de vástagos. Ya ni siquiera participaba de conclaves o reuniones de vástagos. Todas esas habladurías le habían llegado estando el en Europa, y luego, estando allí en Chicago, no tardo en darse cuenta que lo que se hablaba era verdad.
Solo lo había visto una vez y fue en su presentación. Luego de esa noche, nunca mas volvió a escuchar de el.
Miro alrededor. Si lo que decían era verdad, entonces Aliester no había salido como decía su mayordomo. Se levanto del sillón y se asomo al pasillo. Sobre una silla, el sacon de Aliester tan característico con sus mangas bordadas en oros, yacía allí, abandonado.
Lo levanto y lo estrujó contra su pecho tratando de percibir alguna señal de hacia cuanto lo había usado.
Como si intuyera con sus sentidos, no se había movido de allí.
Lo dejo a un costado y miro hacia arriba de la escalera.
El sabía donde estaba el dormitorio del mago. Mil veces había pasado por allí.
Sin hacer ruido comenzó a subir la escalera.
Se le hizo interminable llegar hasta frente a la puerta.
Levanto su puño para golpear, pero no. Al final se decidió por abrirla suavemente.
No se escuchaban ruidos ni sonidos. Seguramente allí, no había nadie. Era muy temprano para dormir, y si así fuera, el mago ni siquiera dormía allí.
Fue mas la curiosidad de tiempos pasados, que otra cosa lo que lo llevo a entrar.
La habitación estaba igual. Quizás mas abandonada y vieja, que hacia nueve años.
Como siempre, la cama estaba rodeada de su conocido dorcel. Los sillones, los muebles antiguos, y algún que otro libro abandonado al descuido.
La alfombra había sido cambiada. Ya no se veía el manchon de sangre donde Mikel había intentado cortarle el cuello, aquella noche fatídica junto a Axiel.
Axiel, como si de un fantasma se tratara, los pesados cortinados parecieron moverse.
Corrió la tela del dorcel, y miro hacia la cama.
Ante su sorpresa, Aliester estaba allí, recostado, inmóvil, silencioso. Completamente vulnerable como nunca lo había visto.
Parecía una hermosa escultura apenas iluminada por la tenue luz del pasillo. Su largo cabello negro le caía a los costados, el rostro dormido. Sereno. Las manos sobre su pecho.
Recordó otros días. Otros odios. Otro amor.
Quiso tocarle el rostro.
Acariciarlo una vez más. Apenas. Como una brisa.
Algo en él sabia, que esa seria la única vez que lo vería así, tan tranquilo.
Estiró su mano hasta estar frente a él.
El pulso le temblaba. La sangre de su cuerpo parecía bullir a mil por hora. Su mente estaba en blanco, y sin pensar la bajo hacia su rostro.
Los ojos de Aliester se abrieron, confundiéndolo con el azul brillante de las bestias. La mano fue atrapada por la fuerza del mago, tomándolo por el puño.
- ¿Qué haces?- Susurro apenas moviendo los labios. Sebastián no supo que contestar.
- Yo… Yo…- balbuceo. No había odio ni violencia en él. Simplemente sorpresa.
Aliester no le dijo nada, se levanto de un salto, y sin soltarlo, corrió escaleras abajo. Sebastián también escucho el alboroto que se acercaba hacia la casa.
- ¿Qué sucede?- Se pregunto Aliester a si mismo. Sebastián tampoco entendía. Simplemente lo siguió.
Cuando llegaron al descanso de la escalera, lo soltó.
Abajo, entrando por la puerta principal, Delian ingresaba agarrando a alguien. Cuando termino de entrar, vio para su sorpresa que se trataba de Maureen.
- Mire lo que encontré espiando la casa, Maestro.-
Sebastián ni siquiera escuchaba lo que Delian le decía. Lo único que veía era a ese joven muchacho rubio e inocente que una vez había conocido hacia varios años atrás, convertido en otro Mikel. De ropas negras, y el rostro oscuro de la insolencia y el poder. Dio un paso atrás, casi por inercia. No por que le tuviera miedo, sino por la sorpresa de la visión.
Un pequeño Mikel se encontró con sus ojos.
- Delian.- Susurro.
eternasaiara- Primigenio
- Mensajes : 323
Fecha de inscripción : 20/05/2010
Re: EL pasado no se olvida...
Maureen observo a ese extraño hombre de largos cabellos negros, y postura altiva. Había aprendido a correr la mirada cuando los ojos azules se enfrentaban a ella. No por temor. Pero había algo en el, que le infundaba respeto, o un sentimiento extraño que no llegaba a describir.
El joven que la había sorprendido, la volvió a zamarrear para adentrarla al salón.
- ¿Qué buscas, Maureen? Nada debes hacer aquí.- Dijo Aliester y el joven de cabellos rubios que lo acompañaba dio un paso hacia ella. Ella trato de calmarse. El joven que la sostenía, era humano. Los otros dos, no. Se notaba en el brillo de sus ojos. Su hija le había enseñado a diferenciarlos.
- Ya sabes lo que busco… No te pertenece… Dime donde esta.-
- Cometiste un gran error al mandar a Ariadne a buscar esa sangre, niña. Eso no te devolverá a tu hijo… nada te devolverá a tu hijo…-
- Te odio.- Grito ella, y los vidrios de los ventanales vibraron peligrosamente. Sebastian y Delian miraron a su alrededor y dieron un paso atrás. Había una energía extraña que confundía sus sentidos. Aliester ni se movió pero su rostro cambio de expresión. Ahora parecía más atento.
- Ven… acércate a mi… así, tranquila… Hablaremos y solucionaremos nuestras diferencias…- Dijo Aliester apenas en un susurro demasiado endulzado. Maureen pareció entrecerrar los ojos, pero volvió a estar a la defensiva.
- Ciara me dijo que intentarías seducirme… que me alejara de tus palabras y tus ojos… Es mi hijo, no tienes derecho sobre él.-
Sebastian observaba a Delian. Este miraba a la mujer sin entender. Pero había algo en ellos dos, que confundía. Cierta aura especial, que no llegaba a percibir del todo.
Delian giro y se encontró con sus ojos. El niño había crecido. Tenía los músculos bien formados, y casi de la altura de él. Estaría por los 18 años, mas o menos, quizás mas. Pero era algo característico de los engendros de Croweller, que fueran jóvenes y hermosos. Sin edad.
Maureen se soltó del brazo de Delian, y camino hacia la puerta.
- Tú no sabes de lo que es capaz una madre por su hijo, Aliester Croweller…- Dijo la mujer y abrió la puerta. – Espero que puedas dormir en paz, ahora que conozco tus días.-
Aliester se sonrío. Pero Sebastian que conocía sus tristezas, sabia que solo era una mascara.
El silencio alrededor de ellos tres se hizo pesado cuando la puerta se cerró. Fue Sebastian quien hablo.
- ¿Crees que te matara?-
- No puede. No sabe donde esta su hijo… no puede hacerlo.- Contesto Aliester y se alejo hacia el ventanal. Estaba pensativo. Silencioso. Delian se sentó en el descanso de la escalera.
- ¿La sigo, Maestro?- Dijo Delian y Sebastian volvió a mirarlo.
- No… Aléjate de ella. No quiero que vuelvas a cruzarte con esa mujer…-
Dijo Aliester y Delian afirmo con la cabeza.
- ¿Qué es todo esto, Aliester? ¿Que esta sucediendo con Maureen?-
- Nada… Cosas que no deben tocarte. Viniste a esta casa por algo. Dime que buscas, y olvida lo que sucedió.-
- Busco a Ariadne… Hace días que no aparece. Y tengo la seguridad de que se encuentra en esta casa… Tu y él, últimamente han estado muy juntos.-
Aliester tardo en girar y mirarlo. Tardo aun más en contestarle. Luego de esa larga pausa en que Sebastián pudo notar que repensó sus palabras, mostró su sonrisa de siempre.
- No se quien eres… Se que hay algo en ti, pero no se quien eres… Es como si viera un fantasma, y no puedo reconocerte… Tu, pareces saber mucho de mi, y sin embargo yo no te recuerdo…-
Sebastian dio un paso hacia él, pero se arrepintió. Aliester volvió a girar hacia el ventanal. Iba a decir algo, pero Aliester volvió a hablar.
- Es como si me sintiera perdido ante ciertos rostros… Pero tus ojos… Tus ojos reflejan que tú estas tan perdido como yo. Me miras… pero no sabes si soy un sueño, o es real lo que recuerdas de mí… e intento observar tus pensamientos, pero me es imposible…-
- Yo…- Balbuceo Sebastian, pero las palabras se frenaban antes de cruzar sus labios. No había nada que decir. Nada que hacer.
- Así que retírate de mi casa hasta que no sepa quien eres o este seguro de tus intenciones…- Termino de decir eso, y giro hacia donde Delian los observaba.- Delian, asegúrate de que encuentre la puerta.-
- Yo…- Dijo Sebastian sin moverse del lugar. Aliester parecía no escucharlo mientras se alejaba hacia el pasillo.- Yo solo vine a buscar a Ariadne… Tu debes saber donde esta…-
Delian comenzó a bajar los peldaños de las escaleras. Se acerco a él, y se quedo a su lado. De Aliester no recibió respuesta.
Delian no dijo nada. Sebastian camino hacia la puerta y el joven lo acompaño.
- El debe saber donde esta, Delian… Siempre sabe todo lo que sucede… ¿Por qué no me responde?-
- Últimamente se ha comportado extraño. No confía en nadie, ni le interesa nada. Solo tiene un objetivo, y Ariadne es parte de él. No me preguntes que, pero últimamente los he visto mucho mas juntos de lo que entiendo.-
- Pareces saber mucho.-
- No. Solo observo y escucho…Y he observado que Ariadne ha venido a esta casa muchas noches, y se ha ido mas débil de lo que ha entrado… ¿Qué hacen juntos?... no lo se… No se me permite saberlo.-
- Tal vez algo que ver con el virus…-
- No existe tal virus…Esa historia la invento Aliester…-
- Pero el Sabath… y Mikel enfermo… o el Príncipe… No creo que haya inventado todo eso…-
Delian lo miro y abrió la puerta.
- Ya te dije… no lo se todo. Solo escucho… Ahora vete y no le digas a nadie lo que oíste… Aliester me mataría…-
- No entiendo… ¿Por qué me cuentas todo esto?... ¿Cómo se que no esta también planeado?-
Delian se acerco a Sebastian y le susurro al odio. El vástago pudo sentir el aliento calido del joven. Tuvo pena por el. Criado entre bestias, solo le deparaba un futuro.
- Por que te lo debo… No me mataste aquella vez, teniendo motivos para hacerlo… Por que te lo debo… aléjate de esta casa.-
Sebastian no dijo nada. Delian se alejo unos pasos de él, y observo la calle vacía. En la mente de Sebastian, los recuerdos de aquel día en que Delian le clavo la estaca volvieron a su mente. La pequeña mano del adolescente, usando su fuerza al máximo, arriesgándose a morir si fallaba, le hizo erizar la piel.
Ya no era aquel niño. Ya no tenía la mirada asustada, ni el pulso tembloroso. Ahora miraba todo desafiante. Silencioso e inteligente, parecía ir dos pasos delante de todos ellos.
El joven que la había sorprendido, la volvió a zamarrear para adentrarla al salón.
- ¿Qué buscas, Maureen? Nada debes hacer aquí.- Dijo Aliester y el joven de cabellos rubios que lo acompañaba dio un paso hacia ella. Ella trato de calmarse. El joven que la sostenía, era humano. Los otros dos, no. Se notaba en el brillo de sus ojos. Su hija le había enseñado a diferenciarlos.
- Ya sabes lo que busco… No te pertenece… Dime donde esta.-
- Cometiste un gran error al mandar a Ariadne a buscar esa sangre, niña. Eso no te devolverá a tu hijo… nada te devolverá a tu hijo…-
- Te odio.- Grito ella, y los vidrios de los ventanales vibraron peligrosamente. Sebastian y Delian miraron a su alrededor y dieron un paso atrás. Había una energía extraña que confundía sus sentidos. Aliester ni se movió pero su rostro cambio de expresión. Ahora parecía más atento.
- Ven… acércate a mi… así, tranquila… Hablaremos y solucionaremos nuestras diferencias…- Dijo Aliester apenas en un susurro demasiado endulzado. Maureen pareció entrecerrar los ojos, pero volvió a estar a la defensiva.
- Ciara me dijo que intentarías seducirme… que me alejara de tus palabras y tus ojos… Es mi hijo, no tienes derecho sobre él.-
Sebastian observaba a Delian. Este miraba a la mujer sin entender. Pero había algo en ellos dos, que confundía. Cierta aura especial, que no llegaba a percibir del todo.
Delian giro y se encontró con sus ojos. El niño había crecido. Tenía los músculos bien formados, y casi de la altura de él. Estaría por los 18 años, mas o menos, quizás mas. Pero era algo característico de los engendros de Croweller, que fueran jóvenes y hermosos. Sin edad.
Maureen se soltó del brazo de Delian, y camino hacia la puerta.
- Tú no sabes de lo que es capaz una madre por su hijo, Aliester Croweller…- Dijo la mujer y abrió la puerta. – Espero que puedas dormir en paz, ahora que conozco tus días.-
Aliester se sonrío. Pero Sebastian que conocía sus tristezas, sabia que solo era una mascara.
El silencio alrededor de ellos tres se hizo pesado cuando la puerta se cerró. Fue Sebastian quien hablo.
- ¿Crees que te matara?-
- No puede. No sabe donde esta su hijo… no puede hacerlo.- Contesto Aliester y se alejo hacia el ventanal. Estaba pensativo. Silencioso. Delian se sentó en el descanso de la escalera.
- ¿La sigo, Maestro?- Dijo Delian y Sebastian volvió a mirarlo.
- No… Aléjate de ella. No quiero que vuelvas a cruzarte con esa mujer…-
Dijo Aliester y Delian afirmo con la cabeza.
- ¿Qué es todo esto, Aliester? ¿Que esta sucediendo con Maureen?-
- Nada… Cosas que no deben tocarte. Viniste a esta casa por algo. Dime que buscas, y olvida lo que sucedió.-
- Busco a Ariadne… Hace días que no aparece. Y tengo la seguridad de que se encuentra en esta casa… Tu y él, últimamente han estado muy juntos.-
Aliester tardo en girar y mirarlo. Tardo aun más en contestarle. Luego de esa larga pausa en que Sebastián pudo notar que repensó sus palabras, mostró su sonrisa de siempre.
- No se quien eres… Se que hay algo en ti, pero no se quien eres… Es como si viera un fantasma, y no puedo reconocerte… Tu, pareces saber mucho de mi, y sin embargo yo no te recuerdo…-
Sebastian dio un paso hacia él, pero se arrepintió. Aliester volvió a girar hacia el ventanal. Iba a decir algo, pero Aliester volvió a hablar.
- Es como si me sintiera perdido ante ciertos rostros… Pero tus ojos… Tus ojos reflejan que tú estas tan perdido como yo. Me miras… pero no sabes si soy un sueño, o es real lo que recuerdas de mí… e intento observar tus pensamientos, pero me es imposible…-
- Yo…- Balbuceo Sebastian, pero las palabras se frenaban antes de cruzar sus labios. No había nada que decir. Nada que hacer.
- Así que retírate de mi casa hasta que no sepa quien eres o este seguro de tus intenciones…- Termino de decir eso, y giro hacia donde Delian los observaba.- Delian, asegúrate de que encuentre la puerta.-
- Yo…- Dijo Sebastian sin moverse del lugar. Aliester parecía no escucharlo mientras se alejaba hacia el pasillo.- Yo solo vine a buscar a Ariadne… Tu debes saber donde esta…-
Delian comenzó a bajar los peldaños de las escaleras. Se acerco a él, y se quedo a su lado. De Aliester no recibió respuesta.
Delian no dijo nada. Sebastian camino hacia la puerta y el joven lo acompaño.
- El debe saber donde esta, Delian… Siempre sabe todo lo que sucede… ¿Por qué no me responde?-
- Últimamente se ha comportado extraño. No confía en nadie, ni le interesa nada. Solo tiene un objetivo, y Ariadne es parte de él. No me preguntes que, pero últimamente los he visto mucho mas juntos de lo que entiendo.-
- Pareces saber mucho.-
- No. Solo observo y escucho…Y he observado que Ariadne ha venido a esta casa muchas noches, y se ha ido mas débil de lo que ha entrado… ¿Qué hacen juntos?... no lo se… No se me permite saberlo.-
- Tal vez algo que ver con el virus…-
- No existe tal virus…Esa historia la invento Aliester…-
- Pero el Sabath… y Mikel enfermo… o el Príncipe… No creo que haya inventado todo eso…-
Delian lo miro y abrió la puerta.
- Ya te dije… no lo se todo. Solo escucho… Ahora vete y no le digas a nadie lo que oíste… Aliester me mataría…-
- No entiendo… ¿Por qué me cuentas todo esto?... ¿Cómo se que no esta también planeado?-
Delian se acerco a Sebastian y le susurro al odio. El vástago pudo sentir el aliento calido del joven. Tuvo pena por el. Criado entre bestias, solo le deparaba un futuro.
- Por que te lo debo… No me mataste aquella vez, teniendo motivos para hacerlo… Por que te lo debo… aléjate de esta casa.-
Sebastian no dijo nada. Delian se alejo unos pasos de él, y observo la calle vacía. En la mente de Sebastian, los recuerdos de aquel día en que Delian le clavo la estaca volvieron a su mente. La pequeña mano del adolescente, usando su fuerza al máximo, arriesgándose a morir si fallaba, le hizo erizar la piel.
Ya no era aquel niño. Ya no tenía la mirada asustada, ni el pulso tembloroso. Ahora miraba todo desafiante. Silencioso e inteligente, parecía ir dos pasos delante de todos ellos.
eternasaiara- Primigenio
- Mensajes : 323
Fecha de inscripción : 20/05/2010
Re: EL pasado no se olvida...
La habitación en semipenumbras, dejaba ver apenas la silueta del muchacho sentado en el borde de la ventana. Afuera nevaba como siempre, en pequeñas palomitas blancas que apenas pintaban la ya helada creciente.
- ¿Te aburres?- Pregunto Aliester al verlo ahí. Ariadne giro para mirarlo.
- No te voy a mentir, pero extraño la movida de “La estrella de la Mañana”. Era mi lugar… -
- Solo música y cuerpos perfectos… La colmena de Annette Fressange.-
- No hables así de ella… Sufrirá cuando no este, no se lo merece…-
Aliester no contesto. Se limito a acercarse al vástago y con dos de sus dedos le busco el pulso en el cuello.
- Es increíble como avanza… Pronto deberás elegir…-
- Ya elegí, Aliester… -
- ¿Puedes caminar?... ¿Cómo sientes tus músculos?-
- Bien… algo tensos… a veces no me responden, pero supongo que tendrá que ver el proceso por el que estoy pasando.-
- No lo se… No entiendo que tiene de bueno el otro lado… ¿Haz encontrado tu Tótem?... Deberás estar frente a él, cuando suceda o morirás y esta vez será para siempre…-
- Hadaada ya se contacto con mis amigos… tengo entendido que Max, Nemesis, Patrick, Throne y Leonard estaban en eso… Solo estoy esperando que me avisen. Pero así, no puedo andar por la calle…-
- Lo se… ahora descansa… Tu querida Maureen esta fuera de si, otra vez… Debo ocuparme de eso, o no se… No quiero que esta niña cause más problemas…-
Aliester dijo eso y salio de la habitación. Ariadne se quedo solo otra vez. Miro su celular. Marco un número y espero a que le contestaran.
- Annette… Tenemos que hablar…-
- ¿Te aburres?- Pregunto Aliester al verlo ahí. Ariadne giro para mirarlo.
- No te voy a mentir, pero extraño la movida de “La estrella de la Mañana”. Era mi lugar… -
- Solo música y cuerpos perfectos… La colmena de Annette Fressange.-
- No hables así de ella… Sufrirá cuando no este, no se lo merece…-
Aliester no contesto. Se limito a acercarse al vástago y con dos de sus dedos le busco el pulso en el cuello.
- Es increíble como avanza… Pronto deberás elegir…-
- Ya elegí, Aliester… -
- ¿Puedes caminar?... ¿Cómo sientes tus músculos?-
- Bien… algo tensos… a veces no me responden, pero supongo que tendrá que ver el proceso por el que estoy pasando.-
- No lo se… No entiendo que tiene de bueno el otro lado… ¿Haz encontrado tu Tótem?... Deberás estar frente a él, cuando suceda o morirás y esta vez será para siempre…-
- Hadaada ya se contacto con mis amigos… tengo entendido que Max, Nemesis, Patrick, Throne y Leonard estaban en eso… Solo estoy esperando que me avisen. Pero así, no puedo andar por la calle…-
- Lo se… ahora descansa… Tu querida Maureen esta fuera de si, otra vez… Debo ocuparme de eso, o no se… No quiero que esta niña cause más problemas…-
Aliester dijo eso y salio de la habitación. Ariadne se quedo solo otra vez. Miro su celular. Marco un número y espero a que le contestaran.
- Annette… Tenemos que hablar…-
eternasaiara- Primigenio
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Re: EL pasado no se olvida...
Moina McGregor nunca pensó en tener que llegar a ese extremo con Gabriel. Buscar entre sus cosas algo que incriminara al mago o a él mismo, la situaba en el medio de algo que no entendía.
Pero como siempre, la vida privada de Gabriel estaba vedada a sus ojos. Nada había de extraño entre sus documentos. Y se odiaba a si misma, por caer en ese juego.
Pero a diferencia de la comunidad de vástagos, ella si tenía acceso a ciertos lugares privados para otros.
Con sus sentidos a pleno, reviso la habitación de palmo a palmo. Nada.
Subió los dos pisos del loft que compartían, tratando de sentir con sus poderes, muy parecidos a la clarividencia, apoyando sus manos en las paredes, en los muebles, y a hasta en las puertas, la presencia de alguien, o algún dato menor que la ayudara.
Para ellos, los estudiosos de las artes ocultas, no les era difícil percibir sensaciones en las cosas inanimadas. Era como si los sucesos en una habitación se pegaran a los objetos, y con sus manos podían extraer esa savia llena de recuerdos. Sabía que al hacerlo, gastaría una buena cantidad de energía y no podía arriesgarse a que Gabriel mismo la encontrara luego desganada.
Así que debía elegir muy bien el lugar donde concentrase.
La oficina privada de Gabriel, estaba en el ultimo piso y completamente vedada a cualquiera. Ella misma solo había entrado un par de veces y casi nunca sola. Siempre de brazo de el.
Sabía que no necesitaría entrar. El solo hecho de tocar las paredes o la puerta misma, ya podía percibir lo suficiente. Cerró los ojos y se concentro. Apoyo sus manos lentamente sobre la puerta, y se acerco aun más. Como si fuera un murmullo casi silencioso, los sonidos se convirtieron en imágenes.
La primera impresión, fue la de Gabriel, con su impaciencia constante. Yendo y viniendo por esa oficina, estrujándose las manos. Preocupado, desesperadamente preocupado y nervioso como nunca lo había visto. Luego, de golpe, se detiene en la mitad de la habitación y mira hacia los ventanales que dejan ver toda la ciudad.
Hay alguien entre las sombras. Alguien que provoca que se le erice la piel.
No alcanza a percibir quien es por que las sombras mismas lo protegen. Pero reconoce esa figura, y trata de descubrir el rostro que le da la espalda. Entonces se vuelve hacia ella y puede ver los ojos azules que la encuentran.
Se aleja de la puerta asustada como si ese hombre estuviera allí mismo, y abre los ojos. Gabriel no se encuentra en la casa. Eso la tranquiliza. Esta sola, pero la imagen de Aliester Croweller no puede borrarse de sus pupilas.
¿Qué hace ese hombre con Gabriel? Y que hace ese hombre en esa casa, con Gabriel. Las conjeturas comenzaron a girarle en la cabeza.
Pero como siempre, la vida privada de Gabriel estaba vedada a sus ojos. Nada había de extraño entre sus documentos. Y se odiaba a si misma, por caer en ese juego.
Pero a diferencia de la comunidad de vástagos, ella si tenía acceso a ciertos lugares privados para otros.
Con sus sentidos a pleno, reviso la habitación de palmo a palmo. Nada.
Subió los dos pisos del loft que compartían, tratando de sentir con sus poderes, muy parecidos a la clarividencia, apoyando sus manos en las paredes, en los muebles, y a hasta en las puertas, la presencia de alguien, o algún dato menor que la ayudara.
Para ellos, los estudiosos de las artes ocultas, no les era difícil percibir sensaciones en las cosas inanimadas. Era como si los sucesos en una habitación se pegaran a los objetos, y con sus manos podían extraer esa savia llena de recuerdos. Sabía que al hacerlo, gastaría una buena cantidad de energía y no podía arriesgarse a que Gabriel mismo la encontrara luego desganada.
Así que debía elegir muy bien el lugar donde concentrase.
La oficina privada de Gabriel, estaba en el ultimo piso y completamente vedada a cualquiera. Ella misma solo había entrado un par de veces y casi nunca sola. Siempre de brazo de el.
Sabía que no necesitaría entrar. El solo hecho de tocar las paredes o la puerta misma, ya podía percibir lo suficiente. Cerró los ojos y se concentro. Apoyo sus manos lentamente sobre la puerta, y se acerco aun más. Como si fuera un murmullo casi silencioso, los sonidos se convirtieron en imágenes.
La primera impresión, fue la de Gabriel, con su impaciencia constante. Yendo y viniendo por esa oficina, estrujándose las manos. Preocupado, desesperadamente preocupado y nervioso como nunca lo había visto. Luego, de golpe, se detiene en la mitad de la habitación y mira hacia los ventanales que dejan ver toda la ciudad.
Hay alguien entre las sombras. Alguien que provoca que se le erice la piel.
No alcanza a percibir quien es por que las sombras mismas lo protegen. Pero reconoce esa figura, y trata de descubrir el rostro que le da la espalda. Entonces se vuelve hacia ella y puede ver los ojos azules que la encuentran.
Se aleja de la puerta asustada como si ese hombre estuviera allí mismo, y abre los ojos. Gabriel no se encuentra en la casa. Eso la tranquiliza. Esta sola, pero la imagen de Aliester Croweller no puede borrarse de sus pupilas.
¿Qué hace ese hombre con Gabriel? Y que hace ese hombre en esa casa, con Gabriel. Las conjeturas comenzaron a girarle en la cabeza.
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Re: EL pasado no se olvida...
Max volvió a su casa sola. Prefirió que esta vez Diego no la acompañara. Tenía mucho que pensar y no era fácil para ella todo lo que estaba pasando. Tenia ganas de encontrarse con sus amigos, comentarle a alguien que todo comenzaba a darse vuelta, pero caminaba sola por esa calle con la única compañía del ruido de sus pasos.
Frente a ella, apoyado en una columna, el hermano de Ariadne la observaba llegar. Ella se detuvo dudando. El sonrío y se lustró las uñas en la solapa de su chaqueta. Luego volvió a mirarla.
- Max es tu nombre, ¿verdad?- Pregunto y camino hacia ella. Max asintió con la cabeza. Luego miro a ambos lado buscando al resto de su familia. – Estoy solo…- Le contesto despreocupado.
- ¿Qué haces en esta parte de la ciudad?-
- Te buscaba. Se que eres amiga de mi hermano, y necesitaba saber donde esta él. Hace días que no se mueve por los lugares habituales y me preocupa… el tiempo se acorta.-
- Ariadne… el… tal vez este ocupado…- Mintió Max tratando de encontrar alguna verdad para contarle. Los ojos verdes del joven brillaron de una forma intensa y creyó ver la pupila cambiar de color.
- Creo que conociendo a mi hermano, deberías saber que nuestra raza tiene como un sexo sentido hacia ciertas cosas… podemos ver el otro lado del mundo en el que la mayoría de la gente vive, como podemos ver, la otra cara de los seres… y tu no me estas diciendo toda la verdad.-
- No se que quieres que te diga… Ariadne me dijo que no confiara en ti… y no lo hare. ¿Quieres saber la verdad? Esa es mi verdad… ¿Quieres saber mas? No se donde esta Ariadne…-
- Eres cruel…- Dijo BLA y bajo laminada algo compungido. Parecía que con su boca formaba un puchero como los bebes, y por un segundo, nació en Max cierta ternura que la conmovió. No tenía por que tratarlo de mala manera a alguien que solo le había hecho una pegunta.
- Luego del altercado con Mikel, no se donde esta… De vedad, BLA, desapareció… -
- Su mami vampiro se va a enojar… Ella tampoco sabe y lo esa buscando… -
- ¿Haz hablado con Annette?-
Bla abrió la boca con una amplia sonrisa y contesto con un ademán de cabeza. Luego puso sus manos en los bolsillos y camino alejándose de Max.
- Si, he hablado con Annette, y se enojara mucho si no encuentra rápido a su vástago… pero me preocupa mas el tiempo, Max… Necesitamos ayudar a mi hermano por que no queda mucho para que todo termine…-
- El… no estaba bien cuando lo vi por última vez… Mikel fue muy violento esta vez… Si bien Ariadne dijo que el podía arreglarse solo, yo no lo veo tan así…-
- Al bosque no fue… a su casa tampoco… Con Adahada menos…-
- Queda el mago… el solía rondar su casa…- Dijo Max y enseguida se arrepintió. El rostro de BLA cambio enseguida en otra exagerada sonrisa, y se acerco a ella.
- ¿De verdad me lo dices? Tal vez allí se esconde…-
- Pero es peligroso entrar allí… no intentaras hacerlo, ¿verdad?-
- Max… mi hermano se muere… si no lo llevamos cuanto antes al tótem, su resurrección no servirá de nada… Necesita recibir el elixir del tótem antes de que la vida lo tome a él… ¿Entiendes?-
Max lo observo por un momento. Nada había en él como para desconfiar. Pero Ariadne había sido muy claro. No debía creerle nada.
- No entiendo… ¿Por qué estas tan preocupado por él, si él nunca te necesitó?....por que ahora están ustedes en esta ciudad. ¿Qué buscan?-
- Nada importante para vuestra raza… Dime donde vive este mago…-
- Como quieras… vive cerca del cementerio viejo, la ultima casona de la cuadra. Te vas a dar cuenta cuando llegues allí… es inconfundible… Primero chocaras con La Capilla Blanca y justo detrás, la veras. -
- Gracias, Max… deberías confiar mas en mi…- Le dice BLA y le besa la frente aunque ella intentara moverse.
Max lo observo irse. Un sentimiento de tragedia, quedo rondando en ella. Sentía que las cosas estaban marchando demasiado rápido.
Cuando quiso contactarse con Némesis, el celular sonó bastante tiempo antes que la atendiera, y luego apenas hablaron para explicarle que salía hacia Detroit esa misma noche, a completar un contrato con su grupo de música. Así que nada pudo hablar con ella pero le prometió llamarla apenas se desocupara. Eso si, rápidamente le contó lo que había hablado con William, pero poco la tranquilizo el comentario. Luego quedo en encontrase con el Vikingo, pero tampoco saco nada en limpio. El nada podía entender de viajes en el tiempo. Y otra vez ese sentimiento de que nada iba a cambiar el destino de su amigo Patrick.
El amanecer llegaba. Y con el la muerte si no se apresuraba llegar a su casa.
Frente a ella, apoyado en una columna, el hermano de Ariadne la observaba llegar. Ella se detuvo dudando. El sonrío y se lustró las uñas en la solapa de su chaqueta. Luego volvió a mirarla.
- Max es tu nombre, ¿verdad?- Pregunto y camino hacia ella. Max asintió con la cabeza. Luego miro a ambos lado buscando al resto de su familia. – Estoy solo…- Le contesto despreocupado.
- ¿Qué haces en esta parte de la ciudad?-
- Te buscaba. Se que eres amiga de mi hermano, y necesitaba saber donde esta él. Hace días que no se mueve por los lugares habituales y me preocupa… el tiempo se acorta.-
- Ariadne… el… tal vez este ocupado…- Mintió Max tratando de encontrar alguna verdad para contarle. Los ojos verdes del joven brillaron de una forma intensa y creyó ver la pupila cambiar de color.
- Creo que conociendo a mi hermano, deberías saber que nuestra raza tiene como un sexo sentido hacia ciertas cosas… podemos ver el otro lado del mundo en el que la mayoría de la gente vive, como podemos ver, la otra cara de los seres… y tu no me estas diciendo toda la verdad.-
- No se que quieres que te diga… Ariadne me dijo que no confiara en ti… y no lo hare. ¿Quieres saber la verdad? Esa es mi verdad… ¿Quieres saber mas? No se donde esta Ariadne…-
- Eres cruel…- Dijo BLA y bajo laminada algo compungido. Parecía que con su boca formaba un puchero como los bebes, y por un segundo, nació en Max cierta ternura que la conmovió. No tenía por que tratarlo de mala manera a alguien que solo le había hecho una pegunta.
- Luego del altercado con Mikel, no se donde esta… De vedad, BLA, desapareció… -
- Su mami vampiro se va a enojar… Ella tampoco sabe y lo esa buscando… -
- ¿Haz hablado con Annette?-
Bla abrió la boca con una amplia sonrisa y contesto con un ademán de cabeza. Luego puso sus manos en los bolsillos y camino alejándose de Max.
- Si, he hablado con Annette, y se enojara mucho si no encuentra rápido a su vástago… pero me preocupa mas el tiempo, Max… Necesitamos ayudar a mi hermano por que no queda mucho para que todo termine…-
- El… no estaba bien cuando lo vi por última vez… Mikel fue muy violento esta vez… Si bien Ariadne dijo que el podía arreglarse solo, yo no lo veo tan así…-
- Al bosque no fue… a su casa tampoco… Con Adahada menos…-
- Queda el mago… el solía rondar su casa…- Dijo Max y enseguida se arrepintió. El rostro de BLA cambio enseguida en otra exagerada sonrisa, y se acerco a ella.
- ¿De verdad me lo dices? Tal vez allí se esconde…-
- Pero es peligroso entrar allí… no intentaras hacerlo, ¿verdad?-
- Max… mi hermano se muere… si no lo llevamos cuanto antes al tótem, su resurrección no servirá de nada… Necesita recibir el elixir del tótem antes de que la vida lo tome a él… ¿Entiendes?-
Max lo observo por un momento. Nada había en él como para desconfiar. Pero Ariadne había sido muy claro. No debía creerle nada.
- No entiendo… ¿Por qué estas tan preocupado por él, si él nunca te necesitó?....por que ahora están ustedes en esta ciudad. ¿Qué buscan?-
- Nada importante para vuestra raza… Dime donde vive este mago…-
- Como quieras… vive cerca del cementerio viejo, la ultima casona de la cuadra. Te vas a dar cuenta cuando llegues allí… es inconfundible… Primero chocaras con La Capilla Blanca y justo detrás, la veras. -
- Gracias, Max… deberías confiar mas en mi…- Le dice BLA y le besa la frente aunque ella intentara moverse.
Max lo observo irse. Un sentimiento de tragedia, quedo rondando en ella. Sentía que las cosas estaban marchando demasiado rápido.
Cuando quiso contactarse con Némesis, el celular sonó bastante tiempo antes que la atendiera, y luego apenas hablaron para explicarle que salía hacia Detroit esa misma noche, a completar un contrato con su grupo de música. Así que nada pudo hablar con ella pero le prometió llamarla apenas se desocupara. Eso si, rápidamente le contó lo que había hablado con William, pero poco la tranquilizo el comentario. Luego quedo en encontrase con el Vikingo, pero tampoco saco nada en limpio. El nada podía entender de viajes en el tiempo. Y otra vez ese sentimiento de que nada iba a cambiar el destino de su amigo Patrick.
El amanecer llegaba. Y con el la muerte si no se apresuraba llegar a su casa.
eternasaiara- Primigenio
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Re: EL pasado no se olvida...
La noche de Chicago ese día comenzó fría y sin una gota de viento. Los vástagos que se animaron a salir de sus refugios, se encontraron con la helada que comenzaba a cubrir las calles. Para quienes solo vivían de noche, era un verdadero fastidio movilizarse. Así que poco movimiento se veía en las calles después de las doce de la noche. Ingrid se apresuro a subir al taxi. No quería que e hombre se diera cuenta que no salía el vapor característico de su boca. Para eso, camuflaba su naturaleza, cubriéndose el rostro con una abultada bufanda que no necesitaba.
El taxi la de frente a las puertas de Aranjuez. El lugar, iluminado como siempre con su camino de antorchas, le daba a la noche una extraña calidez. Cuando traspaso las puertas, el ambiente la golpeo con su calor característico, de los humanos celebrando con sus bebidas y su alegría. Diego Rivera no permitía vástagos dentro de su local. Y lo entendía.
La música gitana que los artistas españoles deleitaba a los clientes, tenían la fuerza en la sangre cuado batían sus palmas, o zapateaban hasta quedar rendidos. Y eso se podía sentir en el ambiente.
Y un vástago que no controlara su sed, podía llegar a hacer estragos allí dentro.
- ¿Qué trae a la bella Ingrid hasta mi humilde lugar?- Le dijo Diego cuando la vio entrar. Tenía en su mano una botella de cerveza, con un líquido aun más oscuro y denso que la conocida bebida. Le ofreció una a la mujer, pero ella se escuso amablemente. El le sonrío y la invito a sentarse lejos el escenario, en un lugar aun mas reservado a los ojos humanos.
- Solo algo demasiado importante, puede llevarte a venir hasta acá, en esta noche tan fría…- Dijo él, y se sentó en el sillón, estirándose cómodo.
- Diego… las cosas se complicaron… tu bien sabes que atraparon a Tomas. Esta en una celda, allí en el Eliseo. Nada lo salvara. Fue nuestro error permitirles hacer lo que hacían. Nunca debimos permitir que los humanos interfieran en nuestras cosas… y ahora ellos serán nuestros propios mártires.-
Diego sin dejar de mirarla bebió de un solo saque la botella y sus mejillas se llenaron de color. La escuchaba atento. Respetaba a esa mujer.
- Si pudiera salvar a Tomas, lo haría… sabes que utilizaría todo lo que tuviera a mi alcancé… Pero sabemos con Lars que ya las cosas no pueden detenerse más. Hay que hacer algo, y ya… Si Tom va a morir… que sea por una buena causa…-
- Y cual es tu plan…-
- Hablar con los antiguos… y organizarnos… Los vástagos no pueden hacer mas daño a nuestra gente. Aquí no se trata de razas o clanes. Aquí se trata de la supervivencia del alma.-
- Ingrid… mi gente esta esperando a proceder. Aun no lo han hecho, por que Lars me pidió tiempo. Pero esta movida no se trata solo de nosotros. Hay muchos que piensan igual… y cada vez mas… Los tiempos siguen cambiando, Ingrid... y nuestros antiguos se han quedado atrás…-
- Pensé que… - Balbuceo Ingrid estrujándose las manos.- Pensé que él escucharía… que entendería mi postura. Pero solo habla de destinos y deja que las cosas sucedan… Y yo no puedo dejar que siga muriendo jóvenes como Tomas o esos niños que lo han perdido todo bajo nuestras manos… la humanidad ya no esa ciega, y pronto comenzaran a vernos…-
- No culpes a Aliester de pensar así… es un vástago viejo. Aun no ha descansado… Él ni siquiera necesita humanos para alimentarse… -
Ingrid levanto la vista y se encontró con los ojos verdes del hombre moreno. Ella sabía eso.
- Le diré a Gabriel entonces… El príncipe debe saber nuestra decisión…-
- Muy bien…- Respondió Diego y se levanto del sillón.- Informare a los demás, que ya no hay vuelta atrás. Tú, mantente en contacto. Que cuando todo este listo, nos movilizaremos hacia los antiguos de nuestras ciudades.-
Ingrid no dijo nada. Se levanto también, pero sus pensamientos se perdían en otro lado.
- Bueno, Ingrid… Ve con el Príncipe… trata de que sea lo mas tranquilo posible… no le gustara nada cuando se entere, pero así son las cosas a partir de ahora…-
- Saca a Tomas de esa prisión… y yo hablare con el príncipe… pero tu, saca a Tomas de allí.-
- Hare lo que pueda… - Dijo Diego y acompaño a Ingrid nuevamente hacia el salón principal.
El taxi la de frente a las puertas de Aranjuez. El lugar, iluminado como siempre con su camino de antorchas, le daba a la noche una extraña calidez. Cuando traspaso las puertas, el ambiente la golpeo con su calor característico, de los humanos celebrando con sus bebidas y su alegría. Diego Rivera no permitía vástagos dentro de su local. Y lo entendía.
La música gitana que los artistas españoles deleitaba a los clientes, tenían la fuerza en la sangre cuado batían sus palmas, o zapateaban hasta quedar rendidos. Y eso se podía sentir en el ambiente.
Y un vástago que no controlara su sed, podía llegar a hacer estragos allí dentro.
- ¿Qué trae a la bella Ingrid hasta mi humilde lugar?- Le dijo Diego cuando la vio entrar. Tenía en su mano una botella de cerveza, con un líquido aun más oscuro y denso que la conocida bebida. Le ofreció una a la mujer, pero ella se escuso amablemente. El le sonrío y la invito a sentarse lejos el escenario, en un lugar aun mas reservado a los ojos humanos.
- Solo algo demasiado importante, puede llevarte a venir hasta acá, en esta noche tan fría…- Dijo él, y se sentó en el sillón, estirándose cómodo.
- Diego… las cosas se complicaron… tu bien sabes que atraparon a Tomas. Esta en una celda, allí en el Eliseo. Nada lo salvara. Fue nuestro error permitirles hacer lo que hacían. Nunca debimos permitir que los humanos interfieran en nuestras cosas… y ahora ellos serán nuestros propios mártires.-
Diego sin dejar de mirarla bebió de un solo saque la botella y sus mejillas se llenaron de color. La escuchaba atento. Respetaba a esa mujer.
- Si pudiera salvar a Tomas, lo haría… sabes que utilizaría todo lo que tuviera a mi alcancé… Pero sabemos con Lars que ya las cosas no pueden detenerse más. Hay que hacer algo, y ya… Si Tom va a morir… que sea por una buena causa…-
- Y cual es tu plan…-
- Hablar con los antiguos… y organizarnos… Los vástagos no pueden hacer mas daño a nuestra gente. Aquí no se trata de razas o clanes. Aquí se trata de la supervivencia del alma.-
- Ingrid… mi gente esta esperando a proceder. Aun no lo han hecho, por que Lars me pidió tiempo. Pero esta movida no se trata solo de nosotros. Hay muchos que piensan igual… y cada vez mas… Los tiempos siguen cambiando, Ingrid... y nuestros antiguos se han quedado atrás…-
- Pensé que… - Balbuceo Ingrid estrujándose las manos.- Pensé que él escucharía… que entendería mi postura. Pero solo habla de destinos y deja que las cosas sucedan… Y yo no puedo dejar que siga muriendo jóvenes como Tomas o esos niños que lo han perdido todo bajo nuestras manos… la humanidad ya no esa ciega, y pronto comenzaran a vernos…-
- No culpes a Aliester de pensar así… es un vástago viejo. Aun no ha descansado… Él ni siquiera necesita humanos para alimentarse… -
Ingrid levanto la vista y se encontró con los ojos verdes del hombre moreno. Ella sabía eso.
- Le diré a Gabriel entonces… El príncipe debe saber nuestra decisión…-
- Muy bien…- Respondió Diego y se levanto del sillón.- Informare a los demás, que ya no hay vuelta atrás. Tú, mantente en contacto. Que cuando todo este listo, nos movilizaremos hacia los antiguos de nuestras ciudades.-
Ingrid no dijo nada. Se levanto también, pero sus pensamientos se perdían en otro lado.
- Bueno, Ingrid… Ve con el Príncipe… trata de que sea lo mas tranquilo posible… no le gustara nada cuando se entere, pero así son las cosas a partir de ahora…-
- Saca a Tomas de esa prisión… y yo hablare con el príncipe… pero tu, saca a Tomas de allí.-
- Hare lo que pueda… - Dijo Diego y acompaño a Ingrid nuevamente hacia el salón principal.
eternasaiara- Primigenio
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Re: EL pasado no se olvida...
Gabriel beso a su mujer y salio de la habitación. Moina se quedo en silencio, mirando como se iba. Dudo en peguntar. Pero tomo valor y las palabras salieron de su boca.
- William me pidió que interfiriera en tu decisión… El cree que Mikel Kazuka es inocente y…- Moina se detuvo al ver que Gabriel la miraba cansado. Este hizo un ademán con la cabeza, se paso la mano por la frente y luego suspiro. Ella aprovecho ese silencio y se levanto.
- Yo también opino que Mikel es inocente. Cualquiera de nosotros puede reaccionar de esa manera y no creo que nos merezcamos la muerte…-
Gabriel estiró su mano para que ella se acercara y cuando la tuvo allí, la abrazo fuertemente y le beso la frente. Aunque Moina era lo bastante mas alta que una mujer normal, Gabriel le sacaba casi una cabeza.
- No quiero que opines sobre tu clan, Moina. William hace mal al ponerte entre ellos y yo… Mikel Kazuka se equivoco varias veces en su comportamiento, pero todo tiene un limite… no es la primera vez que atenta contra un vástago de Annabelle Triabell… y no es cualquier vástago. Mikel es un antiguo que sabe muy bien lo que hace…-
- Déjame enterarme de tus pensamientos, Gabriel… me tienes aisladas de tus planes, y cada día me sofoca aun más no saber en que andas…-
Gabriel se soltó de ella y camino hacia la puerta.
- Debo salir… No insistas… prefiero que no sepas. Tu, estas tan involucrada como yo en todo esto… Tal vez sea mejor mantenerte al margen, mi querida Moina… Déjame solucionarlo… Necesito que confíes en mi.-
- Claro…- Le contesto Moina poco convencida. Le dio la espalda hacia los ventanales. La noche cubría la ciudad de Chicago, y todo parecía mas calmo bajo la helada que comenzaba a llegar. Sin embargo, esa paz no le llegaba a ella. Pudo sentir a Gabriel parado aun en la puerta, observándola. Se negaba a usar su magia contra el, pero la mataba la incertidumbre. Entonces sintió las manos de él abrazarla por detrás. Le beso la nuca y pudo ver su reflejo en el ventanal.
- Solo confía en mi… es lo único que te pido… Si me amas… si realmente me amas, todo volverá a su ritmo…-
Ella no contesto. Solo miro los ojos celestes del hombretón que alguna vez, hace mucho, mucho tiempo había sido rey en sus tierras, acostumbrado a ser dueño y señor. La historia de todos ellos, perdida en el tiempo. Ese mismo tiempo que hoy se perdía entre los ires y venires de la inmortalidad.
Aliester observo nuevamente a Williams. Se acomodo en el sillón, y se sonrió.
- Es increíble a donde has llegado, viejo William… Te veo, y no puedo creer que te hayas ablandado tanto… vaya que eras duro, William.-
- Lo mismo digo, Aliester… Lo mismo digo.-
- Así que vino la chiquilla esa de Némesis a reclamar los despojos de Mikel… esta nueva generación de vástagos deberían preocuparse mas en sus propias existencias, que en lo que un viejo y aburrido vástago como Mikel pudiera ofrecerle…-
- Que extraño que opines así… creía que eras un devoto del amor entre vástagos…-
- La gente cambia... nosotros también.-
- ¿Ya has pensado que le dirás a tu príncipe cuando pregunte si deseas la muerte definitiva de tu vástago? Te lo preguntara… y deberás tener una buena respuesta… -
- Mikel ya esta muerto, William… No se que mas quieren de él. No me rebajare mas ante nadie. He pagado muy bien mis errores, pero Mikel nunca se preocupo por llevarse bien con sus iguales… Yo creo que hay que dejarlo morir. Será un alivio para varios, y puedo asegurarte que para mí también. Lo convertí en vástago muy joven, y la verdad, fue el mayor error que cometí entre mis vástagos… Dejémoslo descansar si es eso lo que desea… -
- ¿Qué tienes entre manos, Aliester? Sabes que si la sociedad vampirica lo juzga, jamás el clan se enterara de que fue lo que hizo para modificar el tiempo… Eres ingenioso si crees que mandarlo a matar por un juzgado normal, va a salvarse de la investigación Tremere.-
- Repito… déjalo morir… será lo mejor para todos.-
William se sonrió y meneo la cabeza.
- Cambias tu vida por la de él. Ahora entiendo. Es verdad entonces que en un futuro próximo, morirás. Hay voces que dicen que eres tu quien debería estar en ese conclave…-
- Le temo a la muerte.- Se sonríe Aliester irónicamente. – Se hablan tantas cosas, William. Te imaginas si debo creer todo lo que se dice… No. La muerte de Mikel a mi no me deja nada bueno. Pero más no puedo hacer. Mis cartas están jugadas. El mundo esa cambiando, y nosotros estamos quedándonos fuera. Seria bueno empezar a movernos a ese mismo ritmo. Y Mikel no lo estaba haciendo. Lamento mucho que esa niña de Némesis, se haya fijado en un antiguo como él. Ahora, que tu corazón esta mas ablandado, deberías permitirles aunque sea un segundo para que se vean, ¿no crees?-
- No creas que esta mas ablandado… No te confundas. Solo quiero ver hasta donde eres capaz de llegar. Para todo hay un limite, Aliester Croweller… y la muerte de tu vástago solo apaciguara las cosas por poco tiempo, luego, la vida sigue…-
- ¿Eso es todo? ¿Puedo irme?-
- Claro… disfruta la libertad que te da la muerte de Mikel. Mañana todo terminara para él, y comenzara para ti, puedo asegurártelo.-
- Yo no modifique el tiempo, William… Y es una pena que Mikel no quiera hablar. Se lo llevara a la tumba, y si… es lo que deseo. ¿No crees que ese poder seria peligroso en manos equivocadas? Si, prefiero que sea un juicio normal quien le de muerte… El clan ya lo torturo demasiado… no tiene por que volver a pasar por eso.-
William no contesto. Solo afirmo con la cabeza. No podía negar que Aliester tenía razón. Pero también sabía que el clan no se quedaría tranquilo. Espero a que el mago cruzara por la puerta y agarro el teléfono.
- No señor… no hay vuelta atrás. Lo planifico muy bien, y enfrentarnos ahora con el Príncipe por ese asunto, solo llevara a más inconvenientes. Lamentablemente la muerte de Kazuka aliviara a varios… Pero no todo esta perdido… hay algo a favor nuestro. Aliester Croweller quedara irremediablemente solo. Y estoy seguro que el sabe que sucedió...-
- William me pidió que interfiriera en tu decisión… El cree que Mikel Kazuka es inocente y…- Moina se detuvo al ver que Gabriel la miraba cansado. Este hizo un ademán con la cabeza, se paso la mano por la frente y luego suspiro. Ella aprovecho ese silencio y se levanto.
- Yo también opino que Mikel es inocente. Cualquiera de nosotros puede reaccionar de esa manera y no creo que nos merezcamos la muerte…-
Gabriel estiró su mano para que ella se acercara y cuando la tuvo allí, la abrazo fuertemente y le beso la frente. Aunque Moina era lo bastante mas alta que una mujer normal, Gabriel le sacaba casi una cabeza.
- No quiero que opines sobre tu clan, Moina. William hace mal al ponerte entre ellos y yo… Mikel Kazuka se equivoco varias veces en su comportamiento, pero todo tiene un limite… no es la primera vez que atenta contra un vástago de Annabelle Triabell… y no es cualquier vástago. Mikel es un antiguo que sabe muy bien lo que hace…-
- Déjame enterarme de tus pensamientos, Gabriel… me tienes aisladas de tus planes, y cada día me sofoca aun más no saber en que andas…-
Gabriel se soltó de ella y camino hacia la puerta.
- Debo salir… No insistas… prefiero que no sepas. Tu, estas tan involucrada como yo en todo esto… Tal vez sea mejor mantenerte al margen, mi querida Moina… Déjame solucionarlo… Necesito que confíes en mi.-
- Claro…- Le contesto Moina poco convencida. Le dio la espalda hacia los ventanales. La noche cubría la ciudad de Chicago, y todo parecía mas calmo bajo la helada que comenzaba a llegar. Sin embargo, esa paz no le llegaba a ella. Pudo sentir a Gabriel parado aun en la puerta, observándola. Se negaba a usar su magia contra el, pero la mataba la incertidumbre. Entonces sintió las manos de él abrazarla por detrás. Le beso la nuca y pudo ver su reflejo en el ventanal.
- Solo confía en mi… es lo único que te pido… Si me amas… si realmente me amas, todo volverá a su ritmo…-
Ella no contesto. Solo miro los ojos celestes del hombretón que alguna vez, hace mucho, mucho tiempo había sido rey en sus tierras, acostumbrado a ser dueño y señor. La historia de todos ellos, perdida en el tiempo. Ese mismo tiempo que hoy se perdía entre los ires y venires de la inmortalidad.
Aliester observo nuevamente a Williams. Se acomodo en el sillón, y se sonrió.
- Es increíble a donde has llegado, viejo William… Te veo, y no puedo creer que te hayas ablandado tanto… vaya que eras duro, William.-
- Lo mismo digo, Aliester… Lo mismo digo.-
- Así que vino la chiquilla esa de Némesis a reclamar los despojos de Mikel… esta nueva generación de vástagos deberían preocuparse mas en sus propias existencias, que en lo que un viejo y aburrido vástago como Mikel pudiera ofrecerle…-
- Que extraño que opines así… creía que eras un devoto del amor entre vástagos…-
- La gente cambia... nosotros también.-
- ¿Ya has pensado que le dirás a tu príncipe cuando pregunte si deseas la muerte definitiva de tu vástago? Te lo preguntara… y deberás tener una buena respuesta… -
- Mikel ya esta muerto, William… No se que mas quieren de él. No me rebajare mas ante nadie. He pagado muy bien mis errores, pero Mikel nunca se preocupo por llevarse bien con sus iguales… Yo creo que hay que dejarlo morir. Será un alivio para varios, y puedo asegurarte que para mí también. Lo convertí en vástago muy joven, y la verdad, fue el mayor error que cometí entre mis vástagos… Dejémoslo descansar si es eso lo que desea… -
- ¿Qué tienes entre manos, Aliester? Sabes que si la sociedad vampirica lo juzga, jamás el clan se enterara de que fue lo que hizo para modificar el tiempo… Eres ingenioso si crees que mandarlo a matar por un juzgado normal, va a salvarse de la investigación Tremere.-
- Repito… déjalo morir… será lo mejor para todos.-
William se sonrió y meneo la cabeza.
- Cambias tu vida por la de él. Ahora entiendo. Es verdad entonces que en un futuro próximo, morirás. Hay voces que dicen que eres tu quien debería estar en ese conclave…-
- Le temo a la muerte.- Se sonríe Aliester irónicamente. – Se hablan tantas cosas, William. Te imaginas si debo creer todo lo que se dice… No. La muerte de Mikel a mi no me deja nada bueno. Pero más no puedo hacer. Mis cartas están jugadas. El mundo esa cambiando, y nosotros estamos quedándonos fuera. Seria bueno empezar a movernos a ese mismo ritmo. Y Mikel no lo estaba haciendo. Lamento mucho que esa niña de Némesis, se haya fijado en un antiguo como él. Ahora, que tu corazón esta mas ablandado, deberías permitirles aunque sea un segundo para que se vean, ¿no crees?-
- No creas que esta mas ablandado… No te confundas. Solo quiero ver hasta donde eres capaz de llegar. Para todo hay un limite, Aliester Croweller… y la muerte de tu vástago solo apaciguara las cosas por poco tiempo, luego, la vida sigue…-
- ¿Eso es todo? ¿Puedo irme?-
- Claro… disfruta la libertad que te da la muerte de Mikel. Mañana todo terminara para él, y comenzara para ti, puedo asegurártelo.-
- Yo no modifique el tiempo, William… Y es una pena que Mikel no quiera hablar. Se lo llevara a la tumba, y si… es lo que deseo. ¿No crees que ese poder seria peligroso en manos equivocadas? Si, prefiero que sea un juicio normal quien le de muerte… El clan ya lo torturo demasiado… no tiene por que volver a pasar por eso.-
William no contesto. Solo afirmo con la cabeza. No podía negar que Aliester tenía razón. Pero también sabía que el clan no se quedaría tranquilo. Espero a que el mago cruzara por la puerta y agarro el teléfono.
- No señor… no hay vuelta atrás. Lo planifico muy bien, y enfrentarnos ahora con el Príncipe por ese asunto, solo llevara a más inconvenientes. Lamentablemente la muerte de Kazuka aliviara a varios… Pero no todo esta perdido… hay algo a favor nuestro. Aliester Croweller quedara irremediablemente solo. Y estoy seguro que el sabe que sucedió...-
eternasaiara- Primigenio
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Re: EL pasado no se olvida...
Max esa noche despertó con un sentimiento extraño. En su teléfono, mensajes de la gente de Annabelle Triabell que la llamaban una y otra vez, le decían que debía pasar por la Opera donde ella estaría esperándola.
Tardo varias horas en buscar un vestido acorde al evento. Peino su cabello hacia atrás, y cuándo creyó que estaba lista, se preparo para salir.
En la Opera, unos de esos jóvenes bellos que siempre acompañaba a su líder la invito a entrar. La llevo hasta uno de los reservados y se sentó por detrás del grupo que estaba con Annabelle.
Espero paciente a que concluyera la primera parte. Su líder parecía deleitarse con la obra, en cambio varios de sus acompañantes solo se mostraban aburridos, y estaban allí más por compromiso, que por otra cosa. Lejos se notaba que entendían poco de ese tipo de obras.
Ella, allí, al fondo, podía mirar todas las reacciones de esos jóvenes de rostros perfectos y falsedad infinita en sus risas. Sintió nauseas de pertenecer a un mundo de farsantes y olvidados, y trato de concentrarse en el espectáculo.
A la media hora, las luces se encendieron, la gente comenzó a movilizarse hacia el salón principal, y los jóvenes que acompañaban a Annabelle no tardaron en salir también. Según el folleto, tenían quince minutos de pausa, hasta la segunda parte de la Opera.
Ella no se movió de su asiento.
Annabelle le daba la espalda, y atenta a eso, no se dio cuenta que se habían quedado solas. Tener a esa mujer allí, le daba escalofríos. Solo había sentido esa misma sensación frente a Aliester Croweller. Así que trato de tomar valor y no demostrar su temor.
La mujer de bellos hombros, movió su mano de lujosos anillos y la apoyo en el asiento a su lado. Dio dos golpecitos sobre la pana aterciopelada, y Max entendió que la estaba invitando a acercarse.
- Sra Annabelle…- Balbuceo Max cuando se sentó a su lado. Max observo los rasgos perfectos de esa mujer. El tiempo le había dado un color pálido casi perfecto que contrarrestaba con su cabello rubio platinado, que caía por sus hombros.
No tenía ninguna marca ni señal de que alguna vez había sido humana, en ese rostro resplandeciente, que trataba de engañar al ojo humano con maquillaje perfectamente colocado. Y la sonrisa, de dientes blancos, y dos hoyuelos a los costados de la comisura de sus labios, la hacia irresistible.
- Pequeña Maxinne… ven… cuéntame… Dime toda la verdad, pequeña…- Dijo la mujer y la miro directamente a los ojos. Max se sorprendió al principio por la claridez de su voz, pero luego al ver sus ojos, y la perfección de esa mujer, algo se perdió en ella, y sintió que todo a su alrededor desaparecía, para quedarse solo junto a ella.
- Yo… quisiera poder… pero no se por donde empezar…- Balbuceo Max y Annabelle se acerco aun mas a ella. El silencio era aterrador… la piel se le erizó al solo roce de los dedos fríos de esa mujer en su rostro.
- Empieza por lo que me interesa, pequeña… se que lo que sabes, te pesa… Confía en mí, Maxinne… confía en mí, y quizás, tal vez si me convence lo que me dices, te elevare hasta lo más alto que nunca te hubieras imaginado.
- Ariadne… y Aliester… Su muerte causo muchos inconvenientes… Fue horrible… Y Ariadne…- Comenzó a hablar Max perdida en miles de sensaciones imposibles de contrarrestar.
Cuando Patrick recibió el llamado, le sorprendió por la necesidad de urgencia de hecho. Como nunca se vistió, y bajo hasta el estacionamiento de esa gran casona. Allí, una colección de las más altas marcas de automóviles, esperaban ser usados. Busco el más veloz, y salio de allí sin perder ni un minuto de tiempo.
Su casa quedaba a 40 minutos del centreo de la ciudad, pero a esa velocidad y traspasando semáforos, podía acortar la distancia considerablemente.
Cuando llego hasta la casa de ella, la encontró a oscuras y vacía. Le rezo a su viejo dios que no fuera tarde para encontrarla, así que volvió a subir a su auto y se dirigió directamente a la Opera.
Sabia donde estaba el vip de Annabelle, por lo tanto fue directamente allí. Si Max no estaba con ella, aun había una posibilidad de ayudarla. Pero si caía en las manos de su Líder, poco podía hacer.
Abrió la puerta sin golpear. Adentro, Max observaba a Annabelle casi hipnotizada y esta, la escuchaba sentada a su lado.
- Patrick… Te esperaba.- Dijo Annabelle y se levanto de su asiento. Aun tengo unos minutos antes de que comience la segunda parte. Ven, acércate…-
- No. Déjala ir, Annabelle… déjala en paz. Ella no tiene nada que ver.-
- Como que no… las cosas que me contó son más que interesantes, Patrick… Voy a destrozar a ese hombre… Ahora me gustaría saber por que tu no me dijiste nada de lo que estaba sucediendo, pequeño.-
- ¿De que hablas?- Pregunto Patrick y miro a Max. Esta parecía ida, abatida bajo la presencia de Annabelle. Apenas lo miro, pero fue lo que necesitaba Patrick para estirar su mano y que ella le prestara atención.- Ven, Max… ven conmigo.-
- ¿Dónde esta Ariadne?- Vocifero Annabelle y Patrick volvió a mirarla.
- Con él… esta con él…- Max se agarro de la mano de Patrick y pareció despertar. – Vamos Max… salgamos de este lugar.-
- Maldito desgraciado.- balbuceo Annabelle con los puños cerrados y toda la furia contenida en su interior. Antes de que Patrick y Max salieran de allí, Annabelle de un empujón los hace a un lado y sale primero.
Patrick la mira a Max. Esta miraba como Annabelle se aleja por el pasillo con todo su sequito detrás.
- ¿Estas bien?- Pregunto Patrcik sosteniéndola entre sus brazos.
- Si… creo que si… pero… adonde va Annette… no se la veía muy contenta… deberíamos avisarle a Ariadne…-
- Ariadne en bastantes problemas nos ha metido… vamosno de acá…-
- ¿Es verdad que esta con el?... ¿por que todos lo siguen?…-
- Ariadne esta enfermo, Max… basta ya con toda esta locura… -
- Patrick…- Max lo mira directamente a los ojos.- Si no detenemos lo que sucede, todo volverá a repetirse… Ariadne va a matar a Annabelle si no lo detenemos… esta escrito… Patrick, ahora puedo verlo todo mas claro… Todo esta a punto de estallar… hay que detenerla… o que Ariadne siga escondido… y creo que ahora solo nos queda detenerla.-
- Oh, Dios… Yo no sabía…-
- No tenias por que saber… Yo tampoco me daba cuenta que lo mejor era que Ariadne estuviera escondido… Mikel debe morir, pero debemos tratar de que su muerte no sea en vano. Mejor vamos a buscar a esa mujer.-
Y salen los dos.
Tardo varias horas en buscar un vestido acorde al evento. Peino su cabello hacia atrás, y cuándo creyó que estaba lista, se preparo para salir.
En la Opera, unos de esos jóvenes bellos que siempre acompañaba a su líder la invito a entrar. La llevo hasta uno de los reservados y se sentó por detrás del grupo que estaba con Annabelle.
Espero paciente a que concluyera la primera parte. Su líder parecía deleitarse con la obra, en cambio varios de sus acompañantes solo se mostraban aburridos, y estaban allí más por compromiso, que por otra cosa. Lejos se notaba que entendían poco de ese tipo de obras.
Ella, allí, al fondo, podía mirar todas las reacciones de esos jóvenes de rostros perfectos y falsedad infinita en sus risas. Sintió nauseas de pertenecer a un mundo de farsantes y olvidados, y trato de concentrarse en el espectáculo.
A la media hora, las luces se encendieron, la gente comenzó a movilizarse hacia el salón principal, y los jóvenes que acompañaban a Annabelle no tardaron en salir también. Según el folleto, tenían quince minutos de pausa, hasta la segunda parte de la Opera.
Ella no se movió de su asiento.
Annabelle le daba la espalda, y atenta a eso, no se dio cuenta que se habían quedado solas. Tener a esa mujer allí, le daba escalofríos. Solo había sentido esa misma sensación frente a Aliester Croweller. Así que trato de tomar valor y no demostrar su temor.
La mujer de bellos hombros, movió su mano de lujosos anillos y la apoyo en el asiento a su lado. Dio dos golpecitos sobre la pana aterciopelada, y Max entendió que la estaba invitando a acercarse.
- Sra Annabelle…- Balbuceo Max cuando se sentó a su lado. Max observo los rasgos perfectos de esa mujer. El tiempo le había dado un color pálido casi perfecto que contrarrestaba con su cabello rubio platinado, que caía por sus hombros.
No tenía ninguna marca ni señal de que alguna vez había sido humana, en ese rostro resplandeciente, que trataba de engañar al ojo humano con maquillaje perfectamente colocado. Y la sonrisa, de dientes blancos, y dos hoyuelos a los costados de la comisura de sus labios, la hacia irresistible.
- Pequeña Maxinne… ven… cuéntame… Dime toda la verdad, pequeña…- Dijo la mujer y la miro directamente a los ojos. Max se sorprendió al principio por la claridez de su voz, pero luego al ver sus ojos, y la perfección de esa mujer, algo se perdió en ella, y sintió que todo a su alrededor desaparecía, para quedarse solo junto a ella.
- Yo… quisiera poder… pero no se por donde empezar…- Balbuceo Max y Annabelle se acerco aun mas a ella. El silencio era aterrador… la piel se le erizó al solo roce de los dedos fríos de esa mujer en su rostro.
- Empieza por lo que me interesa, pequeña… se que lo que sabes, te pesa… Confía en mí, Maxinne… confía en mí, y quizás, tal vez si me convence lo que me dices, te elevare hasta lo más alto que nunca te hubieras imaginado.
- Ariadne… y Aliester… Su muerte causo muchos inconvenientes… Fue horrible… Y Ariadne…- Comenzó a hablar Max perdida en miles de sensaciones imposibles de contrarrestar.
Cuando Patrick recibió el llamado, le sorprendió por la necesidad de urgencia de hecho. Como nunca se vistió, y bajo hasta el estacionamiento de esa gran casona. Allí, una colección de las más altas marcas de automóviles, esperaban ser usados. Busco el más veloz, y salio de allí sin perder ni un minuto de tiempo.
Su casa quedaba a 40 minutos del centreo de la ciudad, pero a esa velocidad y traspasando semáforos, podía acortar la distancia considerablemente.
Cuando llego hasta la casa de ella, la encontró a oscuras y vacía. Le rezo a su viejo dios que no fuera tarde para encontrarla, así que volvió a subir a su auto y se dirigió directamente a la Opera.
Sabia donde estaba el vip de Annabelle, por lo tanto fue directamente allí. Si Max no estaba con ella, aun había una posibilidad de ayudarla. Pero si caía en las manos de su Líder, poco podía hacer.
Abrió la puerta sin golpear. Adentro, Max observaba a Annabelle casi hipnotizada y esta, la escuchaba sentada a su lado.
- Patrick… Te esperaba.- Dijo Annabelle y se levanto de su asiento. Aun tengo unos minutos antes de que comience la segunda parte. Ven, acércate…-
- No. Déjala ir, Annabelle… déjala en paz. Ella no tiene nada que ver.-
- Como que no… las cosas que me contó son más que interesantes, Patrick… Voy a destrozar a ese hombre… Ahora me gustaría saber por que tu no me dijiste nada de lo que estaba sucediendo, pequeño.-
- ¿De que hablas?- Pregunto Patrick y miro a Max. Esta parecía ida, abatida bajo la presencia de Annabelle. Apenas lo miro, pero fue lo que necesitaba Patrick para estirar su mano y que ella le prestara atención.- Ven, Max… ven conmigo.-
- ¿Dónde esta Ariadne?- Vocifero Annabelle y Patrick volvió a mirarla.
- Con él… esta con él…- Max se agarro de la mano de Patrick y pareció despertar. – Vamos Max… salgamos de este lugar.-
- Maldito desgraciado.- balbuceo Annabelle con los puños cerrados y toda la furia contenida en su interior. Antes de que Patrick y Max salieran de allí, Annabelle de un empujón los hace a un lado y sale primero.
Patrick la mira a Max. Esta miraba como Annabelle se aleja por el pasillo con todo su sequito detrás.
- ¿Estas bien?- Pregunto Patrcik sosteniéndola entre sus brazos.
- Si… creo que si… pero… adonde va Annette… no se la veía muy contenta… deberíamos avisarle a Ariadne…-
- Ariadne en bastantes problemas nos ha metido… vamosno de acá…-
- ¿Es verdad que esta con el?... ¿por que todos lo siguen?…-
- Ariadne esta enfermo, Max… basta ya con toda esta locura… -
- Patrick…- Max lo mira directamente a los ojos.- Si no detenemos lo que sucede, todo volverá a repetirse… Ariadne va a matar a Annabelle si no lo detenemos… esta escrito… Patrick, ahora puedo verlo todo mas claro… Todo esta a punto de estallar… hay que detenerla… o que Ariadne siga escondido… y creo que ahora solo nos queda detenerla.-
- Oh, Dios… Yo no sabía…-
- No tenias por que saber… Yo tampoco me daba cuenta que lo mejor era que Ariadne estuviera escondido… Mikel debe morir, pero debemos tratar de que su muerte no sea en vano. Mejor vamos a buscar a esa mujer.-
Y salen los dos.
eternasaiara- Primigenio
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Fecha de inscripción : 20/05/2010
Re: EL pasado no se olvida...
Moina camino en silencio hacia la oficina de Gabriel. La puerta estaba entreabierta, así que no dudo en entrar. Allí, no había nadie, pero los cortinados de los ventanales se movían con la brisa fría de la noche. Se acerco sigilosamente y miro hacia la terraza.
Gabriel hablaba con alguien. Sentado al borde de la cornisa, podía ver su enorme figura algo encorvada, y del otro lado, el hombre de largos cabellos negros, esperaba su respuesta.
No podía escuchar lo que decían. Solo ver los rostros de Aliester, que como siempre no demostraba nada. Sus labios se movían en silencio, y apenas podría entender alguna que otra palabra.
… Pacto… su vida… para siempre…
Y entonces Gabriel asiente con la cabeza y Aliester saca de sus ropas un pequeño estuche y se lo entrega. Las manos de ellos dos quedaron agarradas por varios segundos, aun dudando en aceptar. Pero al final, Gabriel se queda con el estuche, y Aliester le coloca su mano en el hombro.
Moina observaba todo realmente sorprendida. Nunca había visto a estos dos hombres tan cerca, y las pocas veces, solían sacar chispas a su alrededor. La rivalidad eterna entre los dos, a veces llegaba a sofocar a la comunidad. Y ahora, mirándolos allí, haciendo un trato a espaldas de todos ellos, la estremecía.
Quería aparecerse y decirles que los estaba viendo. Pero prefirió quedarse en las penumbras, protegida por su milenario hechizo que una vez aprendió.
Gabriel y Aliester al final se miraron como viejos camaradas, y Aliester se subio a la cornisa y se lanzo a la oscuridad de la noche.
Tanto Moina como Gabriel, los dos separados por más de cincuenta metros, se quedaron paralizados en el tiempo. Al final el hombre se levanta completamente abatido y toma su celular.
- William… Libéralo.-
Abajo del rascacielos, la ciudad dormida, se cubría con la helada. Moina se dejo ver en la penumbra de la terraza y Gabriel levanto la mirada hacia ella.
No dijo nada. La miro caminar hacia el. Apretó el estuche con fuerza, y espero a que ella llegara.
Ella se colgó de sus hombros y lo abrazo fuertemente.
- Dime que no haz hecho un trato con él…-
- Moina, prepara a tu Clan… El conclave se realizara mañana.-
Moina se separo de él y lo miro.
- Entonces… No entiendo…- Le pregunto, y Gabriel haciéndola a un lado, comienza a caminar hacia la puerta.
- ¿No me dijiste una vez que no deseabas que Mikel llegara a Justicar? No lo hará… Vamos… aun tengo mucho que hacer…-
Moina no supo que responder. Camino junto a él, sin despegar los ojos de ese estuche. Algo habían pactado, y estaba decidida a saberlo.
Se separaron en la vereda, cuando cada uno se subió a su respectivo vehiculo. Manejo nerviosa las calles oscuras de las zonas mas alejada de la gran urbe de Chicago, y trato buscar un lugar bastante apartado donde detenerse.
Se apoyo sobre el volante y se quedo allí, tratando de memorizar el ritual que la conectaba a sus otros colegas Tremeres. La voz de sus superiores le exigía interceder ante el príncipe a favor de Mikel Kazukka. Su voz interior le decía, que Mikel debía morir.
El clan se estaba organizando para contraatacar la decisión del Príncipe. Y estaba segura que si algo no cambiaba el rumbo de esa decisión, iba a correr mucha sangre en su fría ciudad. Pidió tiempo, pero no lo tenía. Cada segundo pesaba. Cada segundo acercaba a todos a un final inconcebible.
Entrecerró los ojos y echo su cabeza hacia el respaldo de la butaca.
La voz le llego nítida, suave, seductora como solo él sabe hablar.
- “La muerte nunca fue un problema para nosotros, Moina… Solo es una puerta mas para cerrar y una nueva para abrir.”-
Y como si de un recuerdo se tratara, los labios de Aliester le rozaron la comisura de su boca y abrió los ojos, sorprendida. Solo en sus sueños, había tenido la misma sensación. Era extraño sentir que ella había tocado ya esos labios. Jamás podría imaginase una situación así, pero las imágenes cada vez eran más recurrentes.
El clan estaba llamando a todos sus discípulos. Seguramente ya había llegado la noticia de que el conclave se realizaría igual. Encendió de nuevo su automóvil, y se dirigió hacia la Capilla.
Allí, los pocos magus se juntaban en la Sala Principal. Comentaban los últimos hechos, y nadie aseguraba que esta vez, el Sire de Mikel Kazuka fuera a salvarlo. Se decía que Aliester Croweller ya había tomado una decisión, y que esta vez, no actuaría a favor de su vástago.
Moina observaba a todos, con expresión sombría y cansada. No quería estar ahí. Sentía que era una perdida de tiempo cualquier medida. Sus líderes seguían manipulando y planificando una posible solución, pero ella sabia que Gabriel había tomado una decisión y esa decisión, era irrevocable.
También estaba el. Con su largo cabello atado en una coleta, y sus ojos mas intensos que nunca, escuchaba a los demás, sin prestar demasiada atención a lo que se decía. Cabizbajo, meditabundo, único como siempre, los observaba por lo bajo. Y así, sus ojos se cruzaron con los de Moina. Y esta le sonrió.
Otra vez, podía sentir en su interior, que había otra conexión con ese hombre que ignoraba. La pie se le erizaba cada vez que su ojos se cruzaban, como si lo conociera de hacia siglos. Y se obligaba a correr la mirada o a pensar e Gabriel para alejar todo pensamiento que lo uniera a ese mago. Pero era imposible. Siempre volvía a el.
- Lo que sucederá en ese conclave, esta completamente en contra de nuestras reglas… Un magus no puede ser condenado por un juicio común…- Explicaba DuSable tratando de mantener la compostura.
- El ya fue condenado, señor Regente. El sabía las consecuencias de sus errores. La próxima vez que atentara contra otro vástago e Annette Fressange, solo la muerte definitiva iba a poder salvarlo… Si se salva de ese juicio, no se salvara de la condena de su Orden.- Vociferaba Andre Von Haggen con su desprecio de siempre hacia los Croweller.
- Señorita Mc Gregor… - Preguntó Dusable, dirigiéndose a ella. Moina se sorprendió al oír su nombre. Estaba distraída. Perdida en sus pensamientos. – ¿Alguna novedad de parte del Príncipe?-
- Lamento decir que no son positivas…- Contesta y sus ojos se detienen en Aliester. Recuerda ese encuentro hacia unas horas atrás… aun le tiemblan las manos de solo penar cual habría sido ese trato.- El príncipe me pidió que les comunicara, que el conclave se realizara mañana a primera hora.- El murmullo de la sala comenzó a elevarse, hasta llegar a diálogos entre unos y otros. Moina bajo la mirada, sabiendo que por algún motivo, estaba resguardándolo a Aliester de ese encuentro. – El cree que el Magus Mike Kazzuka no esta capacitado para convivir con otros vástagos. No tiene inconvenientes en reunirse con ustedes, pero no cambiara su decisión. Sabe que los hechos solo acarrearan otros conflictos, y por eso pide la mayor de las consideraciones ante su accionar. No cree que se este violando ningún tratado, simplemente se esta haciendo justicia con un vástago que ya fue condenado, y no supo comportarse dentro de esa condena. –
- No podemos permitir que el Príncipe decida por nosotros.- comento Tracy dando un paso al frente. – Mikel es uno de los nuestros, no podemos dejarlo morir en manos de esos ineptos.-
- Tracy, el Magus Mikel lamentablemente ya fue juzgado… salvo que querramos comenzar un conflicto por esto, debemos dar un paso al costado. Hablare con nuestros superiores, y ellos decidirán si les conviene iniciar una guerra de clanes… - Dijo Dusable, levantándose. Su mirada se detuvo e Aliester y luego siguió hacia Moina.- ¿Algo mas que quieran comentar?- Nadie respondió.
- Entonces damos por terminada la reunión…- Continuo Du Sable.
- Un momento, Señor Regente.- Se adelanto Andre y se dirigió a Aliester. - Señor Croweller, no estoy de acuerdo con que uno de los nuestros sea juzgado fuera de la Orden, y tratándose de uno de sus vástagos, poco me importa como sea la forma de morir… pero me molesta que sean los otros quienes se ocupen de vuestra mugre… lo que me sorprende, es que usted no interfiera a quitarlo de la burla de los demás linajes, y se cruce de brazos viendo como nuestro nombre es manchado una vez mas, por vuestros errores.-
Todos observaron a los dos magus. Aliester lo miraba esperando sus palabras virulentas de siempre, y se tomo su tiempo para contestar. Se sonrío. Lo midió con el silencio, y Andre espero impaciente a que le contestara.
- Tal vez… quien le dice, Magus Andre… entregar a Mikel al príncipe, nos de otros beneficios… ¿No lo pensó así?... Muerto por muerto, por lo menos será útil por última vez.-
- ¿Usted esta hablando en serio?- Pregunto Andre sin poder aceptar la crueldad de sus palabras.- Entrega a su propio vástago a una muerte segura y…-
- Mi vástago ya paso por una rehabilitación… no dejare que lo vuelvan a torturar personas como usted, Magus Andre. Como hemos visto, para su regocijo, no se rehabilito… No hablare mas del tema, y le pido que mantenga su distancia de mi persona. Usted es más venenoso que cualquiera de nosotros…-
Andre iba a contestarle pero fue Dusable quien dio por terminada la reunión, y debió quedarse con las ganas. Sus compañeros lo sostuvieron para que no fuera hacia Aliester y siguiera la discusión, y Aliester a su vez, salio por una de las puertas laterales. Sentía que se ahogaba en ese lugar.
Moina se acerco a Dusable cabizbaja. Este la miro, y le extendió la mano para que se acercara.
- Perdón, mi Señor… pero no pude interceder como hubiera deseado… la relación con el príncipe ya no es la misma, y temo que nuevamente decida desaparecer. Esta tan presionado con ese tema de que los humanos y los vástagos podamos convivir, que creo que el juicio a Mikel, solo será para apaciguar el tema, y demostrarle a los demás vástagos que el aun, tiene el poder.-
- Lo se, señorita Moina… a esta altura, ya nada podemos hacer… hasta William a intentado de todas formas cambiar el curso de las cosas, pero creo que los tiempos están cambiando, y debemos dejar las decisiones a nuestros superiores…-
- El príncipe no quiere comenzar una guerra, solo quiere que se lo entienda. Solo quiere justicia. Mikel rompió una de las reglas fundamentales de nuestra convivencia, aun sabiendo de la gravedad de su acción. Si ese vástago hubiera muerto, las cosas estarían aun peor… -
- No esta en nosotros esa decisión… ya lo dije… nuestros superiores decidirán si desean comenzar un conflicto para hacer valer nuestros derechos, o no…Ahora ve… mantente cerca, para informar cualquier novedad, pero lo demás, ya no esta en nuestras manos jovencita.-
- Buenas noches entonces Señor Dusable…-
Dusable asintió con la cabeza, y Moina salio de allí.
Gabriel hablaba con alguien. Sentado al borde de la cornisa, podía ver su enorme figura algo encorvada, y del otro lado, el hombre de largos cabellos negros, esperaba su respuesta.
No podía escuchar lo que decían. Solo ver los rostros de Aliester, que como siempre no demostraba nada. Sus labios se movían en silencio, y apenas podría entender alguna que otra palabra.
… Pacto… su vida… para siempre…
Y entonces Gabriel asiente con la cabeza y Aliester saca de sus ropas un pequeño estuche y se lo entrega. Las manos de ellos dos quedaron agarradas por varios segundos, aun dudando en aceptar. Pero al final, Gabriel se queda con el estuche, y Aliester le coloca su mano en el hombro.
Moina observaba todo realmente sorprendida. Nunca había visto a estos dos hombres tan cerca, y las pocas veces, solían sacar chispas a su alrededor. La rivalidad eterna entre los dos, a veces llegaba a sofocar a la comunidad. Y ahora, mirándolos allí, haciendo un trato a espaldas de todos ellos, la estremecía.
Quería aparecerse y decirles que los estaba viendo. Pero prefirió quedarse en las penumbras, protegida por su milenario hechizo que una vez aprendió.
Gabriel y Aliester al final se miraron como viejos camaradas, y Aliester se subio a la cornisa y se lanzo a la oscuridad de la noche.
Tanto Moina como Gabriel, los dos separados por más de cincuenta metros, se quedaron paralizados en el tiempo. Al final el hombre se levanta completamente abatido y toma su celular.
- William… Libéralo.-
Abajo del rascacielos, la ciudad dormida, se cubría con la helada. Moina se dejo ver en la penumbra de la terraza y Gabriel levanto la mirada hacia ella.
No dijo nada. La miro caminar hacia el. Apretó el estuche con fuerza, y espero a que ella llegara.
Ella se colgó de sus hombros y lo abrazo fuertemente.
- Dime que no haz hecho un trato con él…-
- Moina, prepara a tu Clan… El conclave se realizara mañana.-
Moina se separo de él y lo miro.
- Entonces… No entiendo…- Le pregunto, y Gabriel haciéndola a un lado, comienza a caminar hacia la puerta.
- ¿No me dijiste una vez que no deseabas que Mikel llegara a Justicar? No lo hará… Vamos… aun tengo mucho que hacer…-
Moina no supo que responder. Camino junto a él, sin despegar los ojos de ese estuche. Algo habían pactado, y estaba decidida a saberlo.
Se separaron en la vereda, cuando cada uno se subió a su respectivo vehiculo. Manejo nerviosa las calles oscuras de las zonas mas alejada de la gran urbe de Chicago, y trato buscar un lugar bastante apartado donde detenerse.
Se apoyo sobre el volante y se quedo allí, tratando de memorizar el ritual que la conectaba a sus otros colegas Tremeres. La voz de sus superiores le exigía interceder ante el príncipe a favor de Mikel Kazukka. Su voz interior le decía, que Mikel debía morir.
El clan se estaba organizando para contraatacar la decisión del Príncipe. Y estaba segura que si algo no cambiaba el rumbo de esa decisión, iba a correr mucha sangre en su fría ciudad. Pidió tiempo, pero no lo tenía. Cada segundo pesaba. Cada segundo acercaba a todos a un final inconcebible.
Entrecerró los ojos y echo su cabeza hacia el respaldo de la butaca.
La voz le llego nítida, suave, seductora como solo él sabe hablar.
- “La muerte nunca fue un problema para nosotros, Moina… Solo es una puerta mas para cerrar y una nueva para abrir.”-
Y como si de un recuerdo se tratara, los labios de Aliester le rozaron la comisura de su boca y abrió los ojos, sorprendida. Solo en sus sueños, había tenido la misma sensación. Era extraño sentir que ella había tocado ya esos labios. Jamás podría imaginase una situación así, pero las imágenes cada vez eran más recurrentes.
El clan estaba llamando a todos sus discípulos. Seguramente ya había llegado la noticia de que el conclave se realizaría igual. Encendió de nuevo su automóvil, y se dirigió hacia la Capilla.
Allí, los pocos magus se juntaban en la Sala Principal. Comentaban los últimos hechos, y nadie aseguraba que esta vez, el Sire de Mikel Kazuka fuera a salvarlo. Se decía que Aliester Croweller ya había tomado una decisión, y que esta vez, no actuaría a favor de su vástago.
Moina observaba a todos, con expresión sombría y cansada. No quería estar ahí. Sentía que era una perdida de tiempo cualquier medida. Sus líderes seguían manipulando y planificando una posible solución, pero ella sabia que Gabriel había tomado una decisión y esa decisión, era irrevocable.
También estaba el. Con su largo cabello atado en una coleta, y sus ojos mas intensos que nunca, escuchaba a los demás, sin prestar demasiada atención a lo que se decía. Cabizbajo, meditabundo, único como siempre, los observaba por lo bajo. Y así, sus ojos se cruzaron con los de Moina. Y esta le sonrió.
Otra vez, podía sentir en su interior, que había otra conexión con ese hombre que ignoraba. La pie se le erizaba cada vez que su ojos se cruzaban, como si lo conociera de hacia siglos. Y se obligaba a correr la mirada o a pensar e Gabriel para alejar todo pensamiento que lo uniera a ese mago. Pero era imposible. Siempre volvía a el.
- Lo que sucederá en ese conclave, esta completamente en contra de nuestras reglas… Un magus no puede ser condenado por un juicio común…- Explicaba DuSable tratando de mantener la compostura.
- El ya fue condenado, señor Regente. El sabía las consecuencias de sus errores. La próxima vez que atentara contra otro vástago e Annette Fressange, solo la muerte definitiva iba a poder salvarlo… Si se salva de ese juicio, no se salvara de la condena de su Orden.- Vociferaba Andre Von Haggen con su desprecio de siempre hacia los Croweller.
- Señorita Mc Gregor… - Preguntó Dusable, dirigiéndose a ella. Moina se sorprendió al oír su nombre. Estaba distraída. Perdida en sus pensamientos. – ¿Alguna novedad de parte del Príncipe?-
- Lamento decir que no son positivas…- Contesta y sus ojos se detienen en Aliester. Recuerda ese encuentro hacia unas horas atrás… aun le tiemblan las manos de solo penar cual habría sido ese trato.- El príncipe me pidió que les comunicara, que el conclave se realizara mañana a primera hora.- El murmullo de la sala comenzó a elevarse, hasta llegar a diálogos entre unos y otros. Moina bajo la mirada, sabiendo que por algún motivo, estaba resguardándolo a Aliester de ese encuentro. – El cree que el Magus Mike Kazzuka no esta capacitado para convivir con otros vástagos. No tiene inconvenientes en reunirse con ustedes, pero no cambiara su decisión. Sabe que los hechos solo acarrearan otros conflictos, y por eso pide la mayor de las consideraciones ante su accionar. No cree que se este violando ningún tratado, simplemente se esta haciendo justicia con un vástago que ya fue condenado, y no supo comportarse dentro de esa condena. –
- No podemos permitir que el Príncipe decida por nosotros.- comento Tracy dando un paso al frente. – Mikel es uno de los nuestros, no podemos dejarlo morir en manos de esos ineptos.-
- Tracy, el Magus Mikel lamentablemente ya fue juzgado… salvo que querramos comenzar un conflicto por esto, debemos dar un paso al costado. Hablare con nuestros superiores, y ellos decidirán si les conviene iniciar una guerra de clanes… - Dijo Dusable, levantándose. Su mirada se detuvo e Aliester y luego siguió hacia Moina.- ¿Algo mas que quieran comentar?- Nadie respondió.
- Entonces damos por terminada la reunión…- Continuo Du Sable.
- Un momento, Señor Regente.- Se adelanto Andre y se dirigió a Aliester. - Señor Croweller, no estoy de acuerdo con que uno de los nuestros sea juzgado fuera de la Orden, y tratándose de uno de sus vástagos, poco me importa como sea la forma de morir… pero me molesta que sean los otros quienes se ocupen de vuestra mugre… lo que me sorprende, es que usted no interfiera a quitarlo de la burla de los demás linajes, y se cruce de brazos viendo como nuestro nombre es manchado una vez mas, por vuestros errores.-
Todos observaron a los dos magus. Aliester lo miraba esperando sus palabras virulentas de siempre, y se tomo su tiempo para contestar. Se sonrío. Lo midió con el silencio, y Andre espero impaciente a que le contestara.
- Tal vez… quien le dice, Magus Andre… entregar a Mikel al príncipe, nos de otros beneficios… ¿No lo pensó así?... Muerto por muerto, por lo menos será útil por última vez.-
- ¿Usted esta hablando en serio?- Pregunto Andre sin poder aceptar la crueldad de sus palabras.- Entrega a su propio vástago a una muerte segura y…-
- Mi vástago ya paso por una rehabilitación… no dejare que lo vuelvan a torturar personas como usted, Magus Andre. Como hemos visto, para su regocijo, no se rehabilito… No hablare mas del tema, y le pido que mantenga su distancia de mi persona. Usted es más venenoso que cualquiera de nosotros…-
Andre iba a contestarle pero fue Dusable quien dio por terminada la reunión, y debió quedarse con las ganas. Sus compañeros lo sostuvieron para que no fuera hacia Aliester y siguiera la discusión, y Aliester a su vez, salio por una de las puertas laterales. Sentía que se ahogaba en ese lugar.
Moina se acerco a Dusable cabizbaja. Este la miro, y le extendió la mano para que se acercara.
- Perdón, mi Señor… pero no pude interceder como hubiera deseado… la relación con el príncipe ya no es la misma, y temo que nuevamente decida desaparecer. Esta tan presionado con ese tema de que los humanos y los vástagos podamos convivir, que creo que el juicio a Mikel, solo será para apaciguar el tema, y demostrarle a los demás vástagos que el aun, tiene el poder.-
- Lo se, señorita Moina… a esta altura, ya nada podemos hacer… hasta William a intentado de todas formas cambiar el curso de las cosas, pero creo que los tiempos están cambiando, y debemos dejar las decisiones a nuestros superiores…-
- El príncipe no quiere comenzar una guerra, solo quiere que se lo entienda. Solo quiere justicia. Mikel rompió una de las reglas fundamentales de nuestra convivencia, aun sabiendo de la gravedad de su acción. Si ese vástago hubiera muerto, las cosas estarían aun peor… -
- No esta en nosotros esa decisión… ya lo dije… nuestros superiores decidirán si desean comenzar un conflicto para hacer valer nuestros derechos, o no…Ahora ve… mantente cerca, para informar cualquier novedad, pero lo demás, ya no esta en nuestras manos jovencita.-
- Buenas noches entonces Señor Dusable…-
Dusable asintió con la cabeza, y Moina salio de allí.
eternasaiara- Primigenio
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Fecha de inscripción : 20/05/2010
Re: EL pasado no se olvida...
Ariadne leía un libro sentado en el alfeizar de la ventana. A lo lejos, el cementerio, dejaba ver la última morada crucificado de sombras.
El gato atigrado pego el salto de la vereda de parque a uno de los árboles cercanos a la ventana. Ariadne cerró su libro y se lo quedo mirando.
- ¿Qué haces aquí?- Dijo al animal, y ante sus ojos, este comenzó a cambiar de forma. Ariadne se levanto y busco una muda de ropa.
- Toma… no entiendo por que te empeñas en buscarme.- Le dice a la figura humana, que comenzaba a tomar forma.
- Sabes que odio convertirme en gatito… pero tú eres imposible…-
- Hermano, tu verdadera forma, no es bien vista por los humanos… no lo olvides…- Le contesto Ariadne volviendo a su rincón de la ventana. Prefiero verte como un gato callejero antes que ver…-
- Oka… no me interesa… ¿Por qué te escondes?... Haddaadda esta preocupada. Mañana será el solsticio de invierno, y tu aun desaparecido… - Le dice Amheniel mientras se termina de vestir. Ariadne no le contesta. – Eres cruel… solo quiero ayudarte y me tratas con este silencio…-
Amheniel se le acerca y le acomoda el cabello de la cara. Luego le acaricia la mejilla, y lo mira de frente sosteniéndole el rostro.
- No puedo creer que no eres puro… Si eres tan bello… deben ser los genes de nuestra madre…- Le sonríe Amheniel y le besa la frente. Ariadne se hace a un lado y vuelve a cerrar el libro.
- Bien, que quieres.- Pregunta molesto.- Nunca te intereso mi bienestar. No entiendo que haces en esta ciudad aludandome… -
- Comprobar que no falles mañana… Estas de mas en este mundo… Siempre lo estuviste… Deja que te ayude a conseguir lo que siempre deseaste… Le susurra, jugando con un bucle de su cabello. Ariadne le quita la mano y lo mira enojado.
- ¿Por qué no te creo?... ¿Qué es lo que quieres?... Tú no me conoces, Amheniel … Apenas tenemos la misma madre. ¿Qué es lo que quieres?-
- Oka… oka… Nada, solo quería confirmar que estarás mañana… Si llegas tarde… la única oportunidad de que seas humano nuevamente, se te escapara.-
Ariadne no le contesto. Volvió a acomodarse en su rincón. Amheniel, observo la habitación. Se detuvo en los detalles. Como su hermano, le encantaban los detalles.
- La señora también te esta buscando, hermanito… ¿sabe ella que te refugias en esta casa?-
- No… y no tiene por que saberlo…-
- Ella si te descubrirá… tal vez Adaada lo entienda… pero la Señora no lo entenderá…-
- Tu deberías alejarte de ella… no quiero imaginar cuales son tus propósitos…-
- Sabes cuales son… yo también quiero ser como tu… Eterno…-
- Déjate de hablar pavadas… Yo estoy tratando de salir, y tú quieres entrar…-
- Lo haré… Le he caído simpático a la Señora… ella lo hará para mi…-
- Y Adaada que opina…-
- Como tu dices, Hermanito… no tiene por que saberlo… estoy harto de las tradiciones, y las reglas… quiero libertad y vivir para siempre…-
Ariadne se levanta de su rincón y se acerca a su hermano.
- No entiendo tu soledad, Ariadne. Cuando decidiste este cambio, hace tantos años atrás, pensé que estabas decidido a dar el gran paso… y ahora te desesperas por volver a nosotros… nunca serás como nosotros…-
Ariadne no le contesta. Solo baja la cabeza y se queda pensativo. El también creía que la eternidad le daría un lugar en el mundo. Pero nunca tendría un lugar. El no era parte de nada. Pertenecía a una raza que aborrecía a los impuros, y quiso entrar a otra, que le temía a los cambiaformas. Y ahora, tenía la oportunidad de regresar a sus orígenes. Ser uno otra vez, y aceptar la vejez como alguna vez vio envejecer a su padre. Y no iba a dejar escapar esa oportunidad.
- Sabes que, Amheniel. No insistas… Este mundo oscuro, nunca nos perteneció… Morirás de todas formas…-
Amheniel se le acerca, y se le sienta al lado. Pone una mano sobre su pierna, y con la otra lo toma del hombro.
- Sabes querido hermanito… Mis objetivos, van mucho mas allá de este pequeño mundo oscuro en el que te mueves… Mi sangre es pura… es sangre de Reyes. Yo ya soy eterno. Solo que quiero un poco mas… solo un poco mas… Y la señora me va a ayudar sin siquiera darse cuenta de lo que sucede… Nuestra raza, será única… Ya lo veras. Ya lo veras, hermanito.-
Amheniel se acerca a la ventana, mira hacia los costados como verificando algo y luego se sube al recuadro.
- Nos estamos viendo hermanito… Pronto… no me falles… hazte humano, y desaparece…-
Ariadne no le contesto.
Diego Rivera observo al humano. Era de contextura fuerte y las torturas, no habían quebrado su temple. Tenía el rostro golpeado, y algunas costillas fisuradas, pero el humano seguía observándolos a todos con una ferocidad increíble.
Sabía que no tenía salida, pero se veía que iba a luchar hasta el final.
Pensó en Ingrid, y la delicadeza de su postura, y no podía imaginarse que este humano tuviera algo que ver con ella. Y quizás, si no le hubiera pertenecido a la mujer, lo hubiera elegido para que fuera uno de su cuadrilla. Le gustaba esa ferocidad en los hombres. Eso era lo que amaba de los humanos. Su negación a morir…
Se acerco al humano y le susurro una suave canción que había aprendido de los Hombres del bosque. Esta tranquilizaba a las fieras, pero bien le iba a hacer a este humano. Tomas Whitestone entrecerró los ojos negándose a ese hechizo embriagador, pero pronto sucumbió a la fuerza del mismo.
- Tú serás nuestra arma secreta, Tomas Whitestone… No entiendo por que razón te han liberado tan pronto, sin aun sacarte ningún dato, pero es lo mejor que pudo haberte pasado… Ahora te llevare lejos de aquí, y podrás continuar tu vida… pero se que otro destino tienen contigo… estoy seguro que tu liberación no es gratis… muy seguro… Al Príncipe no se le escapan así nomás sus presas…-
- ¿Esta listo?- Pregunto Driko sorprendiendo a Diego.
- Si… Le quito estas amarras y podrás sacarlo de este lugar…-
- Apúrate… el sol esta por salir, y aun debemos hacer otras cosas…-
- Claro… Claro… una mas, y ya esta…- Se hablo a si mismo Diego, ayudando a levantarse al humano.
Tomas obedeció sin decir palabra. Escuchaba a esos dos seres enormes, y le habían enseñado que cuando estaba frente a ellos, lo mejor era luchar hasta la muerte, pero en esos momentos, su mente no le respondía. Parecía adormecido por algún tipo de hechizo, y no entendía bien que era. Así que si limito a seguirlos.
Ya no eran bruscos con el. Y lo trataban con otra diferencia. Le habían tapado los ojos, y eso lo salvaba de la otra principal lección que le habían enseñado. Nada de mirarlo a los ojos. Pero sus rostros eran tan especiales, y pálidos, que irremediablemente se sorprendía observándolos más de lo que deseaba.
Esos seres lo intrigaban. Eran un misterio para el y nunca les había tenido miedo. Convivían entre ellos, y se comportaban como si necesitaran de los humanos mucho más que beber su sangre. Pero no todos. Algunos eran verdaderas bestias. Y por esos pocos, ellos se habían unido.
Su grupo no era grande, y cada vez quedaban menos. No era fácil organizarse contra seres que con un solo golpe podía matarlos. Y Lars les había dicho que cuando la fuerza era superior, lo mejor era avisarles a ellos y escapar. A veces, el verdadero héroe era quien regresaba a la lucha. No era aquel que se quedaba a morir por que si.
Pensó en Ciara y en su amigo Eric. Ellos dos si habían convivido varios años con los vástagos. Eric era un niño cuando su benefactora lo recogió de la calle. Tal vez por eso, sentía compasión por ellos, y muchas veces se negaba a matarlos. El si había sentido el cariño de esos seres muertos.
En cambio Ciara siempre se mantenía al margen de las discusiones. Ella si tenía un grave problema contra ellos. Su madre estaba completamente seducida por esos seres y había perdido un hermano en manos de uno de los más poderosos.
Pero no hablaba del tema, y nunca había revelado cual era el nombre de ese ser.
Ciara era una joven extraña y silenciosa. Estaba seguro que tenia ciertas características que la hacían diferente a ellos, pero no le decía nada. Solo se limitaba a defenderla y protegerla. Como Eric le había pedido. Ciara ya había sufrido demasiado. Y ellos dos eran lo único que les quedaba sobre la tierra.
- ¿Qué harán con el?- pregunto Diego.
- No lo se… dijeron que lo liberemos… y eso haremos. ¿A quien le pertenece?-
- No se…- Mintió Diego y pensó en Ingrid. Los dos hombres siguieron caminando en silencio por el largo pasillo. Tom intento percibir por donde lo llevaban, pero el olor era nauseabundo. Había demasiada muerte en esas paredes.
Lo subieron a una Combi y fue pasado a otras manos. Manos humanas.
El trayecto que siguió sobre esa camioneta fue largo y confuso. Chicago era una ciudad llena de sonidos, y podía sentir que la mañana llegaba. Cuanto más se adentraban a la ciudad, más sonidos percibían que la ciudad despertaba.
Al final la furgoneta se detuvo. Los hombres lo levantaron del suelo donde lo habían puesto, y sin medir consecuencias, lo tiraron fuera del vehiculo.
Sus huesos volvieron a crujir, y el dolor se hizo agudo. Quiso reprimir el grito, pero se escapo en lamento.
Allí, dolorido y mojado por la calle húmeda del invierno, pensó en su suerte y el de su familia.
Su abuelo había perdido a su novia, el mismo día de su casamiento, quien había escapado con otro hombre. Luego de buscarla por todo Londres durante años, y despilfarrando la herencia familiar, un día y ya al final de su vida, se entero que en realidad ese hombre la había secuestrado y llevado a América. Así que mientras moría, se arrepentía de no haberle creído nunca y haberla odiado por algo que ella, nunca pudo haberse defendido. Pero ya no tenia fuerzas para buscarla y salvarla de ese desalmado. Eran otros tiempos, era otra época. En el lecho de su muerte, le pidió a su hijo, que continuara la búsqueda. Su hijo, el padre de un joven Tomas de seis años, viajo a E.E.U.U. siguiendo el rastro de esa misteriosa mujer.
La madre de Tomas también lo abandono a los pocos meses, harta de la pobreza y la falta de proyectos de un marido ausente.
Tomas volvió a reencontrase con su padre un día, en que salía de la escuela. Tenía 11 años, y la última imagen de su padre fue la de un hombre borracho y vencido. Murió allí, a su lado, por un ataque al corazón. En su mano, la imagen de una bella mujer pelirroja le sonreía. Y a escondidas de su madre, siempre conservo la pintura entre sus cosas, como el único legado de su padre y las palabras de el, diciéndole que esa mujer había sido asesinada por seres oscuros, que se hacían llamar vástagos, pero que todo el mundo los conocía como Vampiros.
A los doce años, su madre y el ya no podían comunicarse si no era con gritos y peleas, y el fue sacado de esa casa.
Vivió en diferentes centros de adopción. Algunas veces en la calle, otras veces se las rebusco con conocidos o amigos de la noche. Era un niño inteligente y fuerte. Y eso lo hizo sobrevivir.
Trabajo en diferentes lugares e hizo de todo. Termino la escuela, y concluyo varias carreras de la Universidad antes de tiempo gracias a su inteligencia. Con becas, y ayudas monetarias de sus amigos, o empleadores se especializaba en varios temas.
Y así llego el día en que conoció a Eric.
Eric era un joven que había quedado huérfano desde muy pequeño, pero una pareja adinerada lo recogió y lo adopto como propio.
Cuando tenia seis años, el marido fue asesinado, y ella tuvo que irse de la ciudad. Nunca nada fue igual para ninguno de ellos. El descubrió un día que su benefactora no era quien decía ser, y se fue de esa casa para siempre. Como pudo sobrevivió en la calle, aunque luego se enteraría, que esa mujer siempre le salvaguardó sus pasos. Su nombre…Lilian Brandon, y era un vástago de Chicago.
Cuando Tomas conoció a Eric, este buscaba a los asesinos de su padre adoptivo. Se estaba metiendo a un mundo oscuro y peligroso. Su madre Lilian le había inculcado la lucha contra los seres malvados y se horrorizaba del solo hecho de saber que su hijo quería enfrentárselos.
Como Eric seguía obsesionado con su objetivo, al final, Lilian lo presento a Lars, y le pidió que lo protegiera.
Y así comenzaron las cosas. Se organizaron. Se fortalecieron, aprendieron a pelear, a disparar, a no temer, y un día tuvieron su primer enfrentamiento.
Fue duro, y hubo muertes. Pero ellos sobrevivieron, y se dieron cuanta que su lucha era mucho mas grande y peligrosa de lo que nunca se hubieran imaginado.
Eric venia con Ciara, así que Ciara siempre fue parte de Eric. Y de ella mucho no puede decir. Lo único que todos saben, es que ellos son los huérfanos que esos vástagos van dejando en el mundo. Ellos, y todo el grupo que los secunda. Todos jóvenes. Todos sedientos de venganza. Todos sin poder entender por que no se puede vivir en paz, sin necesidad de matar. Todos guiados por otros vástagos, que si creen en la redención y la vida.
Como pudo se quito la venda de los ojos, y la luz del sol matinal lo encegueció. Ese mundo oscuro había quedado atrás, y el calor del sol, ahora lo inundaba.
Se quedo de rodillas, sintiendo como su cuerpo entumecido comenzaba a recobrar fuerzas, y tratar de hacer a un lado el dolor de las heridas de sus verdugos. Nada les dijo, y eso hizo los golpes mas fuertes. Se sonrió.
- Tomas Whitestone…- Escucho entre el adormecimiento y la inconciencia del momento. Trato de enfocar la mirada a esa figura que empezaba a aparecer. La luz del sol le daba de lleno ocultando el rostro, pero la figura no era muy grande.
- ¿Quién eres?- balbuceo Tom e intento levantarse con su cuerpo dolorido.
- Será mejor que no hagas esfuerzos. Estas débil... no has comido, y no se te ve muy bien… -
- Yo… No… no se quien eres.- Balbuceo cansado mientras ahora si, dos fuertes hombres lo agarraban de los brazos y lo invitaban a acercarse a un auto estacionado allí, en medio de la nada. Quiso reconocer el lugar, pero se imagino que quedaba por las afueras de Chicago. Volvió a mirar a su interlocutor. Este era un joven muchachito carilindo, apoyado apenas en el auto, con los brazos cruzados, y anteojos negros.
- Mi nombre es Delian… y vendrás conmigo.-
El gato atigrado pego el salto de la vereda de parque a uno de los árboles cercanos a la ventana. Ariadne cerró su libro y se lo quedo mirando.
- ¿Qué haces aquí?- Dijo al animal, y ante sus ojos, este comenzó a cambiar de forma. Ariadne se levanto y busco una muda de ropa.
- Toma… no entiendo por que te empeñas en buscarme.- Le dice a la figura humana, que comenzaba a tomar forma.
- Sabes que odio convertirme en gatito… pero tú eres imposible…-
- Hermano, tu verdadera forma, no es bien vista por los humanos… no lo olvides…- Le contesto Ariadne volviendo a su rincón de la ventana. Prefiero verte como un gato callejero antes que ver…-
- Oka… no me interesa… ¿Por qué te escondes?... Haddaadda esta preocupada. Mañana será el solsticio de invierno, y tu aun desaparecido… - Le dice Amheniel mientras se termina de vestir. Ariadne no le contesta. – Eres cruel… solo quiero ayudarte y me tratas con este silencio…-
Amheniel se le acerca y le acomoda el cabello de la cara. Luego le acaricia la mejilla, y lo mira de frente sosteniéndole el rostro.
- No puedo creer que no eres puro… Si eres tan bello… deben ser los genes de nuestra madre…- Le sonríe Amheniel y le besa la frente. Ariadne se hace a un lado y vuelve a cerrar el libro.
- Bien, que quieres.- Pregunta molesto.- Nunca te intereso mi bienestar. No entiendo que haces en esta ciudad aludandome… -
- Comprobar que no falles mañana… Estas de mas en este mundo… Siempre lo estuviste… Deja que te ayude a conseguir lo que siempre deseaste… Le susurra, jugando con un bucle de su cabello. Ariadne le quita la mano y lo mira enojado.
- ¿Por qué no te creo?... ¿Qué es lo que quieres?... Tú no me conoces, Amheniel … Apenas tenemos la misma madre. ¿Qué es lo que quieres?-
- Oka… oka… Nada, solo quería confirmar que estarás mañana… Si llegas tarde… la única oportunidad de que seas humano nuevamente, se te escapara.-
Ariadne no le contesto. Volvió a acomodarse en su rincón. Amheniel, observo la habitación. Se detuvo en los detalles. Como su hermano, le encantaban los detalles.
- La señora también te esta buscando, hermanito… ¿sabe ella que te refugias en esta casa?-
- No… y no tiene por que saberlo…-
- Ella si te descubrirá… tal vez Adaada lo entienda… pero la Señora no lo entenderá…-
- Tu deberías alejarte de ella… no quiero imaginar cuales son tus propósitos…-
- Sabes cuales son… yo también quiero ser como tu… Eterno…-
- Déjate de hablar pavadas… Yo estoy tratando de salir, y tú quieres entrar…-
- Lo haré… Le he caído simpático a la Señora… ella lo hará para mi…-
- Y Adaada que opina…-
- Como tu dices, Hermanito… no tiene por que saberlo… estoy harto de las tradiciones, y las reglas… quiero libertad y vivir para siempre…-
Ariadne se levanta de su rincón y se acerca a su hermano.
- No entiendo tu soledad, Ariadne. Cuando decidiste este cambio, hace tantos años atrás, pensé que estabas decidido a dar el gran paso… y ahora te desesperas por volver a nosotros… nunca serás como nosotros…-
Ariadne no le contesta. Solo baja la cabeza y se queda pensativo. El también creía que la eternidad le daría un lugar en el mundo. Pero nunca tendría un lugar. El no era parte de nada. Pertenecía a una raza que aborrecía a los impuros, y quiso entrar a otra, que le temía a los cambiaformas. Y ahora, tenía la oportunidad de regresar a sus orígenes. Ser uno otra vez, y aceptar la vejez como alguna vez vio envejecer a su padre. Y no iba a dejar escapar esa oportunidad.
- Sabes que, Amheniel. No insistas… Este mundo oscuro, nunca nos perteneció… Morirás de todas formas…-
Amheniel se le acerca, y se le sienta al lado. Pone una mano sobre su pierna, y con la otra lo toma del hombro.
- Sabes querido hermanito… Mis objetivos, van mucho mas allá de este pequeño mundo oscuro en el que te mueves… Mi sangre es pura… es sangre de Reyes. Yo ya soy eterno. Solo que quiero un poco mas… solo un poco mas… Y la señora me va a ayudar sin siquiera darse cuenta de lo que sucede… Nuestra raza, será única… Ya lo veras. Ya lo veras, hermanito.-
Amheniel se acerca a la ventana, mira hacia los costados como verificando algo y luego se sube al recuadro.
- Nos estamos viendo hermanito… Pronto… no me falles… hazte humano, y desaparece…-
Ariadne no le contesto.
Diego Rivera observo al humano. Era de contextura fuerte y las torturas, no habían quebrado su temple. Tenía el rostro golpeado, y algunas costillas fisuradas, pero el humano seguía observándolos a todos con una ferocidad increíble.
Sabía que no tenía salida, pero se veía que iba a luchar hasta el final.
Pensó en Ingrid, y la delicadeza de su postura, y no podía imaginarse que este humano tuviera algo que ver con ella. Y quizás, si no le hubiera pertenecido a la mujer, lo hubiera elegido para que fuera uno de su cuadrilla. Le gustaba esa ferocidad en los hombres. Eso era lo que amaba de los humanos. Su negación a morir…
Se acerco al humano y le susurro una suave canción que había aprendido de los Hombres del bosque. Esta tranquilizaba a las fieras, pero bien le iba a hacer a este humano. Tomas Whitestone entrecerró los ojos negándose a ese hechizo embriagador, pero pronto sucumbió a la fuerza del mismo.
- Tú serás nuestra arma secreta, Tomas Whitestone… No entiendo por que razón te han liberado tan pronto, sin aun sacarte ningún dato, pero es lo mejor que pudo haberte pasado… Ahora te llevare lejos de aquí, y podrás continuar tu vida… pero se que otro destino tienen contigo… estoy seguro que tu liberación no es gratis… muy seguro… Al Príncipe no se le escapan así nomás sus presas…-
- ¿Esta listo?- Pregunto Driko sorprendiendo a Diego.
- Si… Le quito estas amarras y podrás sacarlo de este lugar…-
- Apúrate… el sol esta por salir, y aun debemos hacer otras cosas…-
- Claro… Claro… una mas, y ya esta…- Se hablo a si mismo Diego, ayudando a levantarse al humano.
Tomas obedeció sin decir palabra. Escuchaba a esos dos seres enormes, y le habían enseñado que cuando estaba frente a ellos, lo mejor era luchar hasta la muerte, pero en esos momentos, su mente no le respondía. Parecía adormecido por algún tipo de hechizo, y no entendía bien que era. Así que si limito a seguirlos.
Ya no eran bruscos con el. Y lo trataban con otra diferencia. Le habían tapado los ojos, y eso lo salvaba de la otra principal lección que le habían enseñado. Nada de mirarlo a los ojos. Pero sus rostros eran tan especiales, y pálidos, que irremediablemente se sorprendía observándolos más de lo que deseaba.
Esos seres lo intrigaban. Eran un misterio para el y nunca les había tenido miedo. Convivían entre ellos, y se comportaban como si necesitaran de los humanos mucho más que beber su sangre. Pero no todos. Algunos eran verdaderas bestias. Y por esos pocos, ellos se habían unido.
Su grupo no era grande, y cada vez quedaban menos. No era fácil organizarse contra seres que con un solo golpe podía matarlos. Y Lars les había dicho que cuando la fuerza era superior, lo mejor era avisarles a ellos y escapar. A veces, el verdadero héroe era quien regresaba a la lucha. No era aquel que se quedaba a morir por que si.
Pensó en Ciara y en su amigo Eric. Ellos dos si habían convivido varios años con los vástagos. Eric era un niño cuando su benefactora lo recogió de la calle. Tal vez por eso, sentía compasión por ellos, y muchas veces se negaba a matarlos. El si había sentido el cariño de esos seres muertos.
En cambio Ciara siempre se mantenía al margen de las discusiones. Ella si tenía un grave problema contra ellos. Su madre estaba completamente seducida por esos seres y había perdido un hermano en manos de uno de los más poderosos.
Pero no hablaba del tema, y nunca había revelado cual era el nombre de ese ser.
Ciara era una joven extraña y silenciosa. Estaba seguro que tenia ciertas características que la hacían diferente a ellos, pero no le decía nada. Solo se limitaba a defenderla y protegerla. Como Eric le había pedido. Ciara ya había sufrido demasiado. Y ellos dos eran lo único que les quedaba sobre la tierra.
- ¿Qué harán con el?- pregunto Diego.
- No lo se… dijeron que lo liberemos… y eso haremos. ¿A quien le pertenece?-
- No se…- Mintió Diego y pensó en Ingrid. Los dos hombres siguieron caminando en silencio por el largo pasillo. Tom intento percibir por donde lo llevaban, pero el olor era nauseabundo. Había demasiada muerte en esas paredes.
Lo subieron a una Combi y fue pasado a otras manos. Manos humanas.
El trayecto que siguió sobre esa camioneta fue largo y confuso. Chicago era una ciudad llena de sonidos, y podía sentir que la mañana llegaba. Cuanto más se adentraban a la ciudad, más sonidos percibían que la ciudad despertaba.
Al final la furgoneta se detuvo. Los hombres lo levantaron del suelo donde lo habían puesto, y sin medir consecuencias, lo tiraron fuera del vehiculo.
Sus huesos volvieron a crujir, y el dolor se hizo agudo. Quiso reprimir el grito, pero se escapo en lamento.
Allí, dolorido y mojado por la calle húmeda del invierno, pensó en su suerte y el de su familia.
Su abuelo había perdido a su novia, el mismo día de su casamiento, quien había escapado con otro hombre. Luego de buscarla por todo Londres durante años, y despilfarrando la herencia familiar, un día y ya al final de su vida, se entero que en realidad ese hombre la había secuestrado y llevado a América. Así que mientras moría, se arrepentía de no haberle creído nunca y haberla odiado por algo que ella, nunca pudo haberse defendido. Pero ya no tenia fuerzas para buscarla y salvarla de ese desalmado. Eran otros tiempos, era otra época. En el lecho de su muerte, le pidió a su hijo, que continuara la búsqueda. Su hijo, el padre de un joven Tomas de seis años, viajo a E.E.U.U. siguiendo el rastro de esa misteriosa mujer.
La madre de Tomas también lo abandono a los pocos meses, harta de la pobreza y la falta de proyectos de un marido ausente.
Tomas volvió a reencontrase con su padre un día, en que salía de la escuela. Tenía 11 años, y la última imagen de su padre fue la de un hombre borracho y vencido. Murió allí, a su lado, por un ataque al corazón. En su mano, la imagen de una bella mujer pelirroja le sonreía. Y a escondidas de su madre, siempre conservo la pintura entre sus cosas, como el único legado de su padre y las palabras de el, diciéndole que esa mujer había sido asesinada por seres oscuros, que se hacían llamar vástagos, pero que todo el mundo los conocía como Vampiros.
A los doce años, su madre y el ya no podían comunicarse si no era con gritos y peleas, y el fue sacado de esa casa.
Vivió en diferentes centros de adopción. Algunas veces en la calle, otras veces se las rebusco con conocidos o amigos de la noche. Era un niño inteligente y fuerte. Y eso lo hizo sobrevivir.
Trabajo en diferentes lugares e hizo de todo. Termino la escuela, y concluyo varias carreras de la Universidad antes de tiempo gracias a su inteligencia. Con becas, y ayudas monetarias de sus amigos, o empleadores se especializaba en varios temas.
Y así llego el día en que conoció a Eric.
Eric era un joven que había quedado huérfano desde muy pequeño, pero una pareja adinerada lo recogió y lo adopto como propio.
Cuando tenia seis años, el marido fue asesinado, y ella tuvo que irse de la ciudad. Nunca nada fue igual para ninguno de ellos. El descubrió un día que su benefactora no era quien decía ser, y se fue de esa casa para siempre. Como pudo sobrevivió en la calle, aunque luego se enteraría, que esa mujer siempre le salvaguardó sus pasos. Su nombre…Lilian Brandon, y era un vástago de Chicago.
Cuando Tomas conoció a Eric, este buscaba a los asesinos de su padre adoptivo. Se estaba metiendo a un mundo oscuro y peligroso. Su madre Lilian le había inculcado la lucha contra los seres malvados y se horrorizaba del solo hecho de saber que su hijo quería enfrentárselos.
Como Eric seguía obsesionado con su objetivo, al final, Lilian lo presento a Lars, y le pidió que lo protegiera.
Y así comenzaron las cosas. Se organizaron. Se fortalecieron, aprendieron a pelear, a disparar, a no temer, y un día tuvieron su primer enfrentamiento.
Fue duro, y hubo muertes. Pero ellos sobrevivieron, y se dieron cuanta que su lucha era mucho mas grande y peligrosa de lo que nunca se hubieran imaginado.
Eric venia con Ciara, así que Ciara siempre fue parte de Eric. Y de ella mucho no puede decir. Lo único que todos saben, es que ellos son los huérfanos que esos vástagos van dejando en el mundo. Ellos, y todo el grupo que los secunda. Todos jóvenes. Todos sedientos de venganza. Todos sin poder entender por que no se puede vivir en paz, sin necesidad de matar. Todos guiados por otros vástagos, que si creen en la redención y la vida.
Como pudo se quito la venda de los ojos, y la luz del sol matinal lo encegueció. Ese mundo oscuro había quedado atrás, y el calor del sol, ahora lo inundaba.
Se quedo de rodillas, sintiendo como su cuerpo entumecido comenzaba a recobrar fuerzas, y tratar de hacer a un lado el dolor de las heridas de sus verdugos. Nada les dijo, y eso hizo los golpes mas fuertes. Se sonrió.
- Tomas Whitestone…- Escucho entre el adormecimiento y la inconciencia del momento. Trato de enfocar la mirada a esa figura que empezaba a aparecer. La luz del sol le daba de lleno ocultando el rostro, pero la figura no era muy grande.
- ¿Quién eres?- balbuceo Tom e intento levantarse con su cuerpo dolorido.
- Será mejor que no hagas esfuerzos. Estas débil... no has comido, y no se te ve muy bien… -
- Yo… No… no se quien eres.- Balbuceo cansado mientras ahora si, dos fuertes hombres lo agarraban de los brazos y lo invitaban a acercarse a un auto estacionado allí, en medio de la nada. Quiso reconocer el lugar, pero se imagino que quedaba por las afueras de Chicago. Volvió a mirar a su interlocutor. Este era un joven muchachito carilindo, apoyado apenas en el auto, con los brazos cruzados, y anteojos negros.
- Mi nombre es Delian… y vendrás conmigo.-
eternasaiara- Primigenio
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Fecha de inscripción : 20/05/2010
Re: EL pasado no se olvida...
La noche en Chicago ese día comenzó con una leve nevisca. Ya se alejaban los días de frío, y apenas quedaban nubarrones en el cielo.
La Limousine se estaciono frente a la gran casona blanca y el chofer bajo a golpear a la puerta. Espero paciente a que el anciano atendiera y entonces recién ahí, la mujer rubia entro a la casa.
Aliester se preparaba para una larga y difícil noche. Era la noche en que perdería a su conflictivo vástago.
No se sentía nervioso. Ya tenía a quien lo suplantaría. Solo debía esperar un par de años, y luego si, una vez educado por el mismo, lo acompañaría como todos los demás.
Pero no iba a permitir que Mikel sufriera una nueva acusación. No soportaría que su propio clan nuevamente lo acusara de ser un mal mago. Mikel simplemente no estaba acostumbrado a tanto. El, había sido educado para otra cosa, y fue obligado a ocupar un puesto que nunca entendió. El de ejecutador. El de juez y verdugo de su propia raza.
Y Mikel era solo un joven talentoso, ingeniero en su especialidad, estudioso de la sangre y realmente un genio en todo lo que se tratara de cibernética quien había vivido casi toda su eternidad encerrado entre sus estudios y laboratorios.
Mikel no era un asesino, aunque todos creyeran que solo servia para eso.
Volvió a acomodarse la túnica que le gustaba usar para estos eventos, y se miro al espejo. Ariadne ya se había ido. Debía encontrarse con su grupo de amigos que lo ayudarían en su propio destino.
Escucho la voz de ella en el piso inferior. Sus pasos, su perfume. Suspiro.
- Mujeres.- Pensó y abrió la puerta para salir. - ¿Qué quiere ahora?- Se dijo así mismo mientras bajaba las escaleras.
Allí abajo, Annette Fresange lo observaba. Tenía los brazos en jarra y se había vestido con un hermoso tapado de piel de Armiño. Como siempre, todo su porte era lujoso. Aliester se sonrío. Era una bella mujer.
- ¿Dónde esta? No perdamos el tiempo y dime donde esta…-
- Es lógico que aquí no se encuentra… lo hubieras sentido… aunque si no me equivoco, te explico lo que sucedería.-
Annette se acerco rápidamente hacia el y levanto su mano para darle una bofetada. El se la sostuvo en el aire, y le beso los dedos. Ella refunfuño.
- Deja de meterte con mis vástagos… ellos no te pertenecen… Dime donde esta…-
Aliester sin soltarle la mano, la atrajo hacia el. Ella no se resistió.
- Mikel. Déjalo vivir…- le susurro Aliester y la soltó. Annette se hizo a un lado y lo miro con furia. Sus ojos brillaron.
- Tu lo condenaste, Aliester Croweller… ahora no le pidas a otros, el perdón de lo que tu creaste… -
Aliester asintió con la cabeza.
- Esta bien, entonces…- Suspiro Aliester y se miro las uñas distraído.- Yo perderé a un vástago, pero tu también…-
- Ni lo pienses…- Refunfuñó Annette lanzándole con furia un costoso jarrón que Aliester agarro al vuelo. Pero ella ya estaba allí, sobre el, sosteniéndole la mandíbula con sus manos, mientras sus uñas se clavaban en la piel. – Aléjate de él, Aliester Croweller… Tengo algo mucho más valioso que puedes perder, si te metes conmigo… -
Aliester quiso moverse, pero la mujer era fuerte. Había olvidado lo fuerte que era. Levanto sus manos para que lo soltara. Ella dudo, pero al final se hizo a un lado.
- Ariadne no es de nuestra raza, Annette… déjalo libre…-
- ¿De que hablas?-
- No entiendo como no te diste cuenta cuando bebías de el… Ariadne es un hombre del bosque… su raza es totalmente diferente a nosotros… ellos están llenos de vida…-
- No te entiendo… El era tan humano como cualquier otro…-
- No es así…-
- No me confundirás con tontas palabras… lo único que haz hecho hasta ahora es quedarte con mis vástagos, por que no puedes tenerme a mi…-
- No digas tonterías, Annette… No es lo que piensas…-
- Lograste matar a Axiel, pero esta vez ese engendro que tienes de vástago, no lo logro con Ariadne… Mikel va a morir por tus ordenes… y mas vale que me digas donde esta ariedne, porque juro que esta vez te vas a arrepentir…-
- ¿Qué harás, que deba darme tanto miedo?- Se sonrió Aliester provocándola.
Annette dudo en decirlo, pero le gustaba tener a Aliester entre sus manos. Ella también sonrió. Aliester se había debilitado esos años, y ella había aprovechado esa ventaja.
Pego la vuelta para irse y comenzó a caminar hacia el pasillo. Se detuvo, volvió a mirarlo. El seguía esperando.
- Pregúntale a Maureen… pregúntale por que seria capaz de seguirme a la eternidad… -
- No lo harás… no serias capaz de ese odio…-
- ¿Ah no?... entonces dime donde esta Ariadne…-
Aliester se sintió confundido. Esta vez, Annette había sabido donde asestarle el golpe. Sin Mikel, no tendría poder para enfrentársela. Annette tenía demasiado apoyo en esa ciudad. Bajo la cabeza y pensó en su gente. Había demasiado en juego.
- No lo hagas.- Volvió a decir casi en un susurro.
- Dalo por hecho… De alguna manera descubriré donde esta Ariadne… pero tu… tu lo habrás perdido todo.-
Cuando Annette llego a la puerta de salida, Aliester ya estaba allí.
- Annette…- Trato de tranquilizar sus palabras al hablarle. Ella siguió caminado hacia Aliester. Le sonrió. En su sonrisa, se podía ver el placer de la derrota de el. Ella apoyo su mano nuevamente sobre el mentón de ese hombre hermoso.
- Tú perdiste cuando te fuiste de mi lado, Aliester… - Le susurro cerca de los labios. El la sostuvo del cuello y ella entrecerró los ojos. – Sabes que no puedes matarme, mi amor…-
Aliester no cedía en su fuerza. Ella sintió el poder de su sangre y busco la vena principal del cuello. Casi como un pecado la lamió, y el apretó aun mas. Sus cuerpos estaban demasiado cerca y peligrosos, y los dedos de el comenzaban a quemar.
- Eres irresistible, Aliester… pero yo conozco tu veneno.- Le dice Annette y lo mira a los ojos.- Ahora suéltame.-
Aliester se hace a un lado y la mira irse. Por dentro, cierto miedo comenzaba a emerger.
La Limousine se estaciono frente a la gran casona blanca y el chofer bajo a golpear a la puerta. Espero paciente a que el anciano atendiera y entonces recién ahí, la mujer rubia entro a la casa.
Aliester se preparaba para una larga y difícil noche. Era la noche en que perdería a su conflictivo vástago.
No se sentía nervioso. Ya tenía a quien lo suplantaría. Solo debía esperar un par de años, y luego si, una vez educado por el mismo, lo acompañaría como todos los demás.
Pero no iba a permitir que Mikel sufriera una nueva acusación. No soportaría que su propio clan nuevamente lo acusara de ser un mal mago. Mikel simplemente no estaba acostumbrado a tanto. El, había sido educado para otra cosa, y fue obligado a ocupar un puesto que nunca entendió. El de ejecutador. El de juez y verdugo de su propia raza.
Y Mikel era solo un joven talentoso, ingeniero en su especialidad, estudioso de la sangre y realmente un genio en todo lo que se tratara de cibernética quien había vivido casi toda su eternidad encerrado entre sus estudios y laboratorios.
Mikel no era un asesino, aunque todos creyeran que solo servia para eso.
Volvió a acomodarse la túnica que le gustaba usar para estos eventos, y se miro al espejo. Ariadne ya se había ido. Debía encontrarse con su grupo de amigos que lo ayudarían en su propio destino.
Escucho la voz de ella en el piso inferior. Sus pasos, su perfume. Suspiro.
- Mujeres.- Pensó y abrió la puerta para salir. - ¿Qué quiere ahora?- Se dijo así mismo mientras bajaba las escaleras.
Allí abajo, Annette Fresange lo observaba. Tenía los brazos en jarra y se había vestido con un hermoso tapado de piel de Armiño. Como siempre, todo su porte era lujoso. Aliester se sonrío. Era una bella mujer.
- ¿Dónde esta? No perdamos el tiempo y dime donde esta…-
- Es lógico que aquí no se encuentra… lo hubieras sentido… aunque si no me equivoco, te explico lo que sucedería.-
Annette se acerco rápidamente hacia el y levanto su mano para darle una bofetada. El se la sostuvo en el aire, y le beso los dedos. Ella refunfuño.
- Deja de meterte con mis vástagos… ellos no te pertenecen… Dime donde esta…-
Aliester sin soltarle la mano, la atrajo hacia el. Ella no se resistió.
- Mikel. Déjalo vivir…- le susurro Aliester y la soltó. Annette se hizo a un lado y lo miro con furia. Sus ojos brillaron.
- Tu lo condenaste, Aliester Croweller… ahora no le pidas a otros, el perdón de lo que tu creaste… -
Aliester asintió con la cabeza.
- Esta bien, entonces…- Suspiro Aliester y se miro las uñas distraído.- Yo perderé a un vástago, pero tu también…-
- Ni lo pienses…- Refunfuñó Annette lanzándole con furia un costoso jarrón que Aliester agarro al vuelo. Pero ella ya estaba allí, sobre el, sosteniéndole la mandíbula con sus manos, mientras sus uñas se clavaban en la piel. – Aléjate de él, Aliester Croweller… Tengo algo mucho más valioso que puedes perder, si te metes conmigo… -
Aliester quiso moverse, pero la mujer era fuerte. Había olvidado lo fuerte que era. Levanto sus manos para que lo soltara. Ella dudo, pero al final se hizo a un lado.
- Ariadne no es de nuestra raza, Annette… déjalo libre…-
- ¿De que hablas?-
- No entiendo como no te diste cuenta cuando bebías de el… Ariadne es un hombre del bosque… su raza es totalmente diferente a nosotros… ellos están llenos de vida…-
- No te entiendo… El era tan humano como cualquier otro…-
- No es así…-
- No me confundirás con tontas palabras… lo único que haz hecho hasta ahora es quedarte con mis vástagos, por que no puedes tenerme a mi…-
- No digas tonterías, Annette… No es lo que piensas…-
- Lograste matar a Axiel, pero esta vez ese engendro que tienes de vástago, no lo logro con Ariadne… Mikel va a morir por tus ordenes… y mas vale que me digas donde esta ariedne, porque juro que esta vez te vas a arrepentir…-
- ¿Qué harás, que deba darme tanto miedo?- Se sonrió Aliester provocándola.
Annette dudo en decirlo, pero le gustaba tener a Aliester entre sus manos. Ella también sonrió. Aliester se había debilitado esos años, y ella había aprovechado esa ventaja.
Pego la vuelta para irse y comenzó a caminar hacia el pasillo. Se detuvo, volvió a mirarlo. El seguía esperando.
- Pregúntale a Maureen… pregúntale por que seria capaz de seguirme a la eternidad… -
- No lo harás… no serias capaz de ese odio…-
- ¿Ah no?... entonces dime donde esta Ariadne…-
Aliester se sintió confundido. Esta vez, Annette había sabido donde asestarle el golpe. Sin Mikel, no tendría poder para enfrentársela. Annette tenía demasiado apoyo en esa ciudad. Bajo la cabeza y pensó en su gente. Había demasiado en juego.
- No lo hagas.- Volvió a decir casi en un susurro.
- Dalo por hecho… De alguna manera descubriré donde esta Ariadne… pero tu… tu lo habrás perdido todo.-
Cuando Annette llego a la puerta de salida, Aliester ya estaba allí.
- Annette…- Trato de tranquilizar sus palabras al hablarle. Ella siguió caminado hacia Aliester. Le sonrió. En su sonrisa, se podía ver el placer de la derrota de el. Ella apoyo su mano nuevamente sobre el mentón de ese hombre hermoso.
- Tú perdiste cuando te fuiste de mi lado, Aliester… - Le susurro cerca de los labios. El la sostuvo del cuello y ella entrecerró los ojos. – Sabes que no puedes matarme, mi amor…-
Aliester no cedía en su fuerza. Ella sintió el poder de su sangre y busco la vena principal del cuello. Casi como un pecado la lamió, y el apretó aun mas. Sus cuerpos estaban demasiado cerca y peligrosos, y los dedos de el comenzaban a quemar.
- Eres irresistible, Aliester… pero yo conozco tu veneno.- Le dice Annette y lo mira a los ojos.- Ahora suéltame.-
Aliester se hace a un lado y la mira irse. Por dentro, cierto miedo comenzaba a emerger.
eternasaiara- Primigenio
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Re: EL pasado no se olvida...
Ingrid camino nerviosa por el salón. No le gustaba estar ahí, pero era el único lugar donde Gabriel atendía a su gente. El rostro de esa mujer, Yazamira, completamente desfigurado por la muerte, y aun clavada a la estaca, los observaba con el silencio de los muertos.
- Gabriel, ya esta hecho… Somos varios los que pensamos en que esto debe cambiar… y no queremos usar la violencia. Sabes que si hoy nos matan, mañana aparecerán otros... siempre fue así, en la historia de nuestra raza… debes aceptar que alguien debe comenzar con este movimiento. Y te ha tocado a ti, ser el anfitrión de una ciudad que busca su libertad.-
- Ustedes están locos… darles a conocer nuestra naturaleza a los humanos, solo nos llevara a mas violencia… hemos subsistido así a través de los milenios, y quieren cambiar de un día para el otro algo, que no todos entienden…-
- A través de los milenios, no… recuerda a la inquisición… a la quema de brujas tanto en la época medieval, como en la era antigua… siempre se repite de una manera completamente violenta… Nosotros somos parte de esa humanidad… ellos deben entender que muchos no elegimos ser así. Nuestra redención esta en poder convivir con ellos… Los humanos, son parte de nosotros…-
- Habrá vástagos en contra… habrá humanos en contra… como quieres dominarlos, si apenas podemos mantener a raya a los rebeldes que no les importan los humanos… que harás con ellos… ¿Quién los detendrá, si ahora todo es legal?-
- Justamente… Una vez que se abran las fronteras, ellos no podrán esconderse… serán parte también… no les quedara otra que cambiar sus costumbres… Siempre existirá un juzgado donde se paguen las faltas… nadie puede asesinar por que si.,.. ni en nuestro mundo, ni en el mundo de los humanos… Pero seremos parte de nuestras familias… seremos parte de ellos, que son los que nos dan la vida…-
Gabriel se había sentado en su trono de piedra y la observaba detenidamente. Ingrid siempre le había parecido una mujer bella y fuerte y nunca había entendido como alguien así había sucumbido en brazos del mago. Pero se sonrió. Tal vez fue el mago quien sucumbió en brazos de ella. Entonces le gusto aun más.
- No puedo asegurarte mi voto hasta que no entienda bien cuales son esos motivos que hace mucho perdí… algunos de nosotros, estamos solos en este mundo y poco nos importa la familia, o el amor de nada… somos lo que somos y así nos mantuvimos por milenios… - Le dijo y vio perturbación en el rostro de ella. No tenían los mimos objetivos, y veían las cosas diferentes. Pero el intentaba entender, aunque no pudiera. – Eso no significa que no sea bueno para nuestra raza. Nuestra raza es un rejunte de depredadores asesinos, que poco les importa la vida del otro… si no fuera así, mi cárcel estaría vacía. Llevamos tanta violencia en nuestra sangre, que dudo que nos sea fácil abrazar a un niñito humano sin quebrarle los huesos, o bebérnoslo.-
Ingrid cruzo sus brazos y lo miro desafiante.
- No todos opinamos así…-
- ¿Cuando se reúne tu gente?-
- Debo estar segura… No te diré donde estamos, si no piensas parecido, Gabriel… Debemos cuidarnos…-
- Ni tu crees que podamos ser buenos vástagos, señorita. ¿Cómo pretendes que yo crea tus palabras si no confías en mi…-
- Confió en ti… pero no confió en tu naturaleza… Debiste ser un hombre muy justo y bueno cuando eras humano… pero te has convertido en un ser despiadado y solitario…- Y mira el cuerpo de la mujer que esperaba la sentencia estaqueada, como una muestra de ese poder.- Tendrás tus motivos en mostrar este horror… pero yo debo proteger a los míos…-
- Como a Tomas Whitestone… ¿Verdad? ¿Cómo lo protegías? Mandándolo a matar a los nuestros…- Gabriel se levanta de su trono y camina hacia ella.- Y me dices despiadado a mí…-
- No es lo mismo… Tomas es una victima de lo que nosotros le hacemos a la humanidad… su orden era defender a los humanos de nosotros… Y nunca estuve de acuerdo con lo que hacia… pero alguien debía hacerlo, si las fuerzas del príncipe no alcanzaban…-
- Ojo con lo que dices, Ingrid… No pierdas tu gracia…- Dijo Gabriel y comenzó a dar vueltas en torno a ella, con gesto indiferente, como queriendo observarla con detenimiento.- Sigues sin confiar en mí… y mandas humanos a hacer el trabajo que los nuestros deberían hacer…Incluyéndote.-
Ingrid iba a hablar, pero prefirió esperar a que él terminara. Era un vástago que usaba la fuerza para entenderse, y dudo en encresparlo aun mas. Había sido directa y dura como solía ser ella, pero se había olvidado con quien hablaba. El rostro de el seguía siendo franco y amable, pero sus palabras, marcaban su verdad. Al final se detuvo frente a ella y le sonrió.
- ¿Y el que opina?- Pregunto al final, con la completa inocencia de alguien que sabe que esta haciendo una travesura.
- ¿Aliester?- Carraspeo ella y el asintió con la cabeza. Se había parado frente a ella, y sus ropas se rozaban. La antigüedad del vástago podía sentirse desde tan cerca. – El esta en contra… El…- Ingrid se quedo pensativa tratando de entender por que Aliester la dejaba sola en esto.- El, nunca estuvo a favor… Es como tu dices… algunos antiguos han perdido esa capacidad de… de sentir ciertas necesidades…-
- El vino a verme… ¿Lo sabes?... Pidió por la vida de tu humano.-
Ingrid levanto la vista y esperó la respuesta.
- ¿Qué hizo?-
- Pago muy cara esa vida… Creo que aun te ama… Así que si, creo que algunos antiguos tienen ciertas necesidades, Ingrid… Nos subestimas… Es gracioso… buscas la redención de los vástagos, pero no crees siquiera en lo que tu propia gente te dice… va a ser difícil concretar tu sueño así, señorita…-
- ¿Lo liberaste?-
- Por supuesto… ¿Aun no te aviso?-
- No… no nos hemos visto… el esta con esto de Mikel y… ¿Y no pidió por Mikel?... Prefirió salvar a Tom…- siguió hablando Ingrid en un susurro. Gabriel se hace a un lado y ella vuelve a mirarlo. – O sea que cambio… cambio…- No pudo seguir. Fue Gabriel quien contesto.
- Cambio una vida por otra…- Dijo Gabriel y volvió a sentarse en su trono. Ingrid vio cierta amargura en el, pero prefirió no preguntar. – ahora… ¿Podemos seguir con lo nuestro?.. ¿Donde se reúnen, y cuando?-
Ingrid dudo en contestar, pero tenía demasiadas cosas en su cabeza. No dejaba de buscarle una explicación a lo que estaba sucediendo. Un antiguo como Aliester había cambiado la vida de un humano que no conocía, por su propio vástago. Algo no le cerraba pero Gabriel ya no le diría más.
- Nos reuniremos en Valle Verde, dentro de dos días.- Dijo al final y supo que ya estaban todas las cartas sobre la mesa, y no había vuelta atrás.
- Gabriel, ya esta hecho… Somos varios los que pensamos en que esto debe cambiar… y no queremos usar la violencia. Sabes que si hoy nos matan, mañana aparecerán otros... siempre fue así, en la historia de nuestra raza… debes aceptar que alguien debe comenzar con este movimiento. Y te ha tocado a ti, ser el anfitrión de una ciudad que busca su libertad.-
- Ustedes están locos… darles a conocer nuestra naturaleza a los humanos, solo nos llevara a mas violencia… hemos subsistido así a través de los milenios, y quieren cambiar de un día para el otro algo, que no todos entienden…-
- A través de los milenios, no… recuerda a la inquisición… a la quema de brujas tanto en la época medieval, como en la era antigua… siempre se repite de una manera completamente violenta… Nosotros somos parte de esa humanidad… ellos deben entender que muchos no elegimos ser así. Nuestra redención esta en poder convivir con ellos… Los humanos, son parte de nosotros…-
- Habrá vástagos en contra… habrá humanos en contra… como quieres dominarlos, si apenas podemos mantener a raya a los rebeldes que no les importan los humanos… que harás con ellos… ¿Quién los detendrá, si ahora todo es legal?-
- Justamente… Una vez que se abran las fronteras, ellos no podrán esconderse… serán parte también… no les quedara otra que cambiar sus costumbres… Siempre existirá un juzgado donde se paguen las faltas… nadie puede asesinar por que si.,.. ni en nuestro mundo, ni en el mundo de los humanos… Pero seremos parte de nuestras familias… seremos parte de ellos, que son los que nos dan la vida…-
Gabriel se había sentado en su trono de piedra y la observaba detenidamente. Ingrid siempre le había parecido una mujer bella y fuerte y nunca había entendido como alguien así había sucumbido en brazos del mago. Pero se sonrió. Tal vez fue el mago quien sucumbió en brazos de ella. Entonces le gusto aun más.
- No puedo asegurarte mi voto hasta que no entienda bien cuales son esos motivos que hace mucho perdí… algunos de nosotros, estamos solos en este mundo y poco nos importa la familia, o el amor de nada… somos lo que somos y así nos mantuvimos por milenios… - Le dijo y vio perturbación en el rostro de ella. No tenían los mimos objetivos, y veían las cosas diferentes. Pero el intentaba entender, aunque no pudiera. – Eso no significa que no sea bueno para nuestra raza. Nuestra raza es un rejunte de depredadores asesinos, que poco les importa la vida del otro… si no fuera así, mi cárcel estaría vacía. Llevamos tanta violencia en nuestra sangre, que dudo que nos sea fácil abrazar a un niñito humano sin quebrarle los huesos, o bebérnoslo.-
Ingrid cruzo sus brazos y lo miro desafiante.
- No todos opinamos así…-
- ¿Cuando se reúne tu gente?-
- Debo estar segura… No te diré donde estamos, si no piensas parecido, Gabriel… Debemos cuidarnos…-
- Ni tu crees que podamos ser buenos vástagos, señorita. ¿Cómo pretendes que yo crea tus palabras si no confías en mi…-
- Confió en ti… pero no confió en tu naturaleza… Debiste ser un hombre muy justo y bueno cuando eras humano… pero te has convertido en un ser despiadado y solitario…- Y mira el cuerpo de la mujer que esperaba la sentencia estaqueada, como una muestra de ese poder.- Tendrás tus motivos en mostrar este horror… pero yo debo proteger a los míos…-
- Como a Tomas Whitestone… ¿Verdad? ¿Cómo lo protegías? Mandándolo a matar a los nuestros…- Gabriel se levanta de su trono y camina hacia ella.- Y me dices despiadado a mí…-
- No es lo mismo… Tomas es una victima de lo que nosotros le hacemos a la humanidad… su orden era defender a los humanos de nosotros… Y nunca estuve de acuerdo con lo que hacia… pero alguien debía hacerlo, si las fuerzas del príncipe no alcanzaban…-
- Ojo con lo que dices, Ingrid… No pierdas tu gracia…- Dijo Gabriel y comenzó a dar vueltas en torno a ella, con gesto indiferente, como queriendo observarla con detenimiento.- Sigues sin confiar en mí… y mandas humanos a hacer el trabajo que los nuestros deberían hacer…Incluyéndote.-
Ingrid iba a hablar, pero prefirió esperar a que él terminara. Era un vástago que usaba la fuerza para entenderse, y dudo en encresparlo aun mas. Había sido directa y dura como solía ser ella, pero se había olvidado con quien hablaba. El rostro de el seguía siendo franco y amable, pero sus palabras, marcaban su verdad. Al final se detuvo frente a ella y le sonrió.
- ¿Y el que opina?- Pregunto al final, con la completa inocencia de alguien que sabe que esta haciendo una travesura.
- ¿Aliester?- Carraspeo ella y el asintió con la cabeza. Se había parado frente a ella, y sus ropas se rozaban. La antigüedad del vástago podía sentirse desde tan cerca. – El esta en contra… El…- Ingrid se quedo pensativa tratando de entender por que Aliester la dejaba sola en esto.- El, nunca estuvo a favor… Es como tu dices… algunos antiguos han perdido esa capacidad de… de sentir ciertas necesidades…-
- El vino a verme… ¿Lo sabes?... Pidió por la vida de tu humano.-
Ingrid levanto la vista y esperó la respuesta.
- ¿Qué hizo?-
- Pago muy cara esa vida… Creo que aun te ama… Así que si, creo que algunos antiguos tienen ciertas necesidades, Ingrid… Nos subestimas… Es gracioso… buscas la redención de los vástagos, pero no crees siquiera en lo que tu propia gente te dice… va a ser difícil concretar tu sueño así, señorita…-
- ¿Lo liberaste?-
- Por supuesto… ¿Aun no te aviso?-
- No… no nos hemos visto… el esta con esto de Mikel y… ¿Y no pidió por Mikel?... Prefirió salvar a Tom…- siguió hablando Ingrid en un susurro. Gabriel se hace a un lado y ella vuelve a mirarlo. – O sea que cambio… cambio…- No pudo seguir. Fue Gabriel quien contesto.
- Cambio una vida por otra…- Dijo Gabriel y volvió a sentarse en su trono. Ingrid vio cierta amargura en el, pero prefirió no preguntar. – ahora… ¿Podemos seguir con lo nuestro?.. ¿Donde se reúnen, y cuando?-
Ingrid dudo en contestar, pero tenía demasiadas cosas en su cabeza. No dejaba de buscarle una explicación a lo que estaba sucediendo. Un antiguo como Aliester había cambiado la vida de un humano que no conocía, por su propio vástago. Algo no le cerraba pero Gabriel ya no le diría más.
- Nos reuniremos en Valle Verde, dentro de dos días.- Dijo al final y supo que ya estaban todas las cartas sobre la mesa, y no había vuelta atrás.
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Re: EL pasado no se olvida...
Thorne y Max esperaban impacientes a Némesis. Esta, se había detenido a hablar con William y William le había prometido que podría ver a Mikel por última vez antes del conclave. Debía estar allí, media hora antes, así tenían tiempo de que la ingresara por la puerta de atrás.
Por eso Némesis no estaba muy atenta a sus amigos. Cuando llego Ariadne, todos se sorprendieron de ver la debilidad del vástago. Estaba más pálido que nunca y flaqueaba al caminar. Como si sus propias fuerzas no pudieran sostenerlo. Todos recordaron la ultimas imágenes de Mikel, y como se encontraba este cuando se abalanzó hacia Ariadne. Tal vez, esa pelea, lo había contagiado con la sangre envenenada. Pero no podían perder tiempo en preguntas. Juntos, se subieron al auto y se dirigieron hacia el bosque.
A medida que se acercaban a las fronteras de la ciudad, la salud de Ariadne empeoraba. Adaada ya les había explicado las coordenadas del lugar y como debían encontrar el tótem. Este brillaría de energía, con la llegada de Ariadne. Y luego, solo a esperar a que la luna estuviera en lo alto, para que el pudiera regresar a su estado natural como un ser humano común.
Este proceso nunca se había utilizado hasta ahora, pero las antiguas leyendas ya hablaban de el.
El camino a pie lo realizaban en silencio, sintiendo como a lo lejos otras criaturas podían oírse. De vez en cuando, el aullido de algún lobo les encrespaba la piel. Pero era Ariadne en su debilidad, quien les daba la fuerza. Y Thorne, con su enorme porte, la seguridad de que nada iba a suceder.
Pero todos en su interior tenían la duda y la desconfianza, de que esa noche de luna llena, no seria una noche tranquila.
No iban a un campamento de boy scout. Iban a realizar un antiguo ritual, de una raza que todos desconocían.
Los últimos pasos de Ariadne los hizo ayudado de Némesis y Patrick. Max, en silencio, no quería ni pensar en lo que podía suceder si todo fracasaba. Ella quería a Ariadne así. Como era. Estaba totalmente en contra de que el haya decidido volver a ser humano. Esos milagros de la naturaleza siempre tenían un precio a pagar, y odiaba la idea de que ya no volvería a verlo.
Aunque se negara a aceptarlo, en el fondo amaba a Ariadne.
Cuando llegaron al claro del bosque, todos los ruidos se silenciaron, y la luna ilumino sus rostros sobrenaturales. El lugar parecía sacado de un cuadro de fantasía, y en el centro, un tumulto de rocas y hierbas, dejaban ver un tótem de forma felina.
- Ahí esta…- Susurro Ariadne, y Max sintió que un escalofrío le recorría la piel.
- ¿Crees que esta bien, Ariadne?... Por favor, somos lo que somos. Volvamos a la ciudad y olvidemos todo esto.- Le dijo Max acercándose a él. Ariadne la miro lleno de ternura. Nunca había visto el rostro de él tan pálido.
- No hay vuelta atrás, Max… Yo me estoy muriendo, y esto es lo único que me dará nuevamente la vida que deseo…-
Max asintió con la cabeza, y el le beso la frente. A pesar de las locuras de su amigo, era una persona llena de paz. Nunca había tenido odios contra nadie, ni había tratado mal a nadie. Siempre tenia una sonrisa para todos, hasta para Mikel, que esos ultimo días, había sido tan cruel con el. Ahora, las palabras de la profecía de Diego venían a su mente.
-“solo una persona de corazón puro podrá usar la llave”- Y fue justamente Ariadne quien esa vez los hizo entrar a ese maravilloso mundo irreal. Se sonrió. Su amigo era más que especial, aunque por dentro negara su decisión.
Al final, Ariadne miro hacia el cielo. La luna pareció brillar aun más.
- Vamos amigo, o pasara la hora.- Dijo Thorne, y le extendió la mano para ayudarlo a llegar al centro del claro.
Nemesis y Patrick esperaron a un costado. Max se hizo a un lado en silencio. El aullido de un lobo demasiado cerca, los hizo ponerse en alerta.
- Están muy cerca… apúrate, amigo.- le dijo Thorne y preparo su espada. Ariadne saco un pequeño frasco de sangre de sus ropas, y miro a sus amigos. Pasos a un costado los hizo voltearse. La figura de Amheniel se dejo ver.
- ¿Qué haces aquí?- pregunto Ariadne y miro a su hermano confundido.
- Me trajeron… - Dijo el joven y empezó a caminar hacia el. Annette apareció por un costado del bosque, con el rostro furioso, y los ojos brillantes.
- Detenlo, Amheniel.- Dijo la mujer, y el joven se arrojo sobre su hermano. Este alcanzo a beber la sangre antes de caer al piso, y su cuerpo solo fueron convulsiones y dolor.
- ¿Qué has hecho, maldito vástago?... ¿Qué es todo esto?- Dijo Annette tratando de llegar a el. Thorne se le puso enfrente, pero la mujer de un golpe lo hace a un lado. Entonces escucharon los aullidos detrás de ellos. Tres hombres lobos venían a toda velocidad hacia el grupo. Median casi tres metros cada uno, y tenían la ferocidad reflejada en sus colmillos y sus ojos inyectados en sangre.
Annette casi no se sintió aludida. Solo caminaba hacia Ariadne quien intentaba llegar al tótem. Max vio como Amheniel también se acercaba a el, y corrió para detenerlo. Estaba mas cerca, y podía enfrentárselo. Rezo por que Annette no usara sus poderes contra ella, pero la mujer solo hablaba sin sentido.
- ¿Por qué me haces esto, Ariadne?... Tú eres mi vástago, y no entiendo por que te quieres alejar de mí…-
El grito de Thorne, y su rapidez para enfrentarse a los hombres lobos, salvo a Némesis de quedar atrapada por una de sus garras. Y entonces, comenzó a entonar una antigua canción del bosque, que hizo que uno de ellos se paralizara. El otro peleaba con Patrick, quien usaba todo su poder para mantenerlo lejos del grupo. Pero Patrick era pequeño, y cada zarpazo de las bestias, le destrozaban la carne.
- Déjame en paz, Annette…- balbuceaba Aridne ya casi sin fuerzas. Su cuerpo parecía morir lentamente con cada convulsión, y como podía se arrastraba hacia el tótem. Amheniel lo tenía agarrado del brazo, mientras Max lo golpeaba para que lo soltara.
Una de las bestias lanzo a Patrick hacia donde se acercaba Annette, y recién allí ella tomo conciencia de lo que sucedía a su alrededor. Los hombres lobos habían acorralado a Nemesis, quien gritaba llena de terror, y por otro lado, Thorne contenía a uno de ellos, pero nada más podía hacer. La ferocidad de los animales era superior a los vástagos, y con la caída de Patrick, se había abierto una grieta entre ellos.
- Max… - dijo Annette dirigiéndose a la joven que luchaba contra Amheniel.- Protege a Ariadne.-
Y comenzó a caminar hacia la pelea.
Amheniel parecía aterrado también por la lucha, y los feroces rugidos, pero tenía agarrado a su hermano y no parecía soltarlo aun a pesar del dolor de los golpes de Max.
Annette se acercó a la primer bestia que había arrojado a Patrick, y usando su máxima velocidad, lo tomo con una fuerza increíble y lo arrojo fuera del perímetro. A lo lejos, se escuchó el ruido de huesos rotos y el aullido de dolor. Aunque las bestias quisieron irse contra ella, Annette volvió a movilizarse con una rapidez increíble y también la saco de encima de Nemesis. Esta cayó casi inconsciente del miedo, pero llego a ver como su líder se acercaba a la tercera, y sin ensuciarse su blanco saco de armiño, la hacía volar lejos de ellos.
En un segundo la antigua se ocupó de las tres bestias y sin perder tiempo, llego hacia Ariadne.
- Déjalo, Amheniel… déjalo en paz.- gritaba Max esforzándose por alejarlo de él.
- Maldito desgraciado… Haces todo mal.- Vociferaba Amheniel mientras apoyaba su mano sobre el tótem y le energía empezaba a fluir por dentro de él. Sus ojos se llenaron de luz, y su piel tomo un brillo sobrenatural y radiante que encegueció a todos. Max podía sentir el calor que fluía de él, y tuvo miedo por su amigo. Tironeaba para que Amheniel lo soltara, pero grande fue su sorpresa cuando vio la misma energía como fluía por Ariadne. Amheniel solo era un puente para que su hermano pudiera lograr su objetivo, y ella había luchado hasta ahora para separarlos. Confundida se quedó paralizada viendo como esa energía le acariciaba el rostro como un fuego suave y todo en ella fue calma por un segundo. Solo un segundo, hasta que la oscuridad regreso. El silencio rodeaba el bosque.
Apoyo su mano en el cuerpo de su amigo, y sintió como el corazón comenzaba a latir nuevamente. Ariadne lo había logrado. Era otra vez humano, y su cuerpo estaba lleno de luz.
Se sentía regocijada y feliz. Amheniel cayó sin fuerza cerca de su hermano y ella busco a sus otros amigos con la mirada.
Lo único que vio fueron los ojos de Annette que observaba todo sin comprender, y corría hacia su vástago.
- Ariadne… ¿Que has hecho?... Que has hecho, mi pequeño vástago…
Annette había separado a Ariadne del Tótem y lo tenía abrazado en su regazo. Ariadne aun debilitado, intentaba zafarse de sus brazos, pero la mujer lo sostenía fuertemente. Némesis y Max no querían ni acercarse a su líder. Y Patrick curaba sus heridas junto a Thorne.
- Tú me perteneces, mi pequeño… No puedes irte de mí…- susurraba la mujer.
- Déjame ir, Annette… déjame ir…- balbuceaba Ariadne, pero los brazos de ella comenzaban a sofocarlo.
Entonces la bella mujer se levanta de al lado de él, y sosteniéndolo de un brazo, comienza a llevárselo por donde vino.
- No… tu vendrás conmigo… tu regresaras conmigo…-
- Te odio, Annette… te odio…- decía Ariadne tratando de soltarse.
Max sintió un escalofrío al escuchar esas palabras. Eran las mismas que le había dicho la vez que Ariadne atento contra ella, y todo comenzó. Parecía que hicieran lo que hicieran, la profecía seguía su rumbo. Las miradas de Patrick y ella se juntaron, y los dos pensaron lo mismo. Pero la mujer se alejaba por el bosque con su chiquillo.
Antes de desaparecer. Max y Némesis escucharon que se dirigía a ellos.
- Y ustedes… vástagos traicioneros… me duele vuestra traición… me desgarra saber que ocultaron todo lo que estaba sucediendo… Pero ya hablaremos. Ya hablaremos.- fue el último susurro de Annette antes de desaparecer por el bosque con Ariadne a la rastra.
Max se acercó a Patrick, y sin decir palabra los dos miraron hacia donde aun permanecía Amheniel. Este los observaba en silencio, tal vez sin entender. Pero cuando vio la expresión de esos cuatro vástagos, quiso escapar corriendo. Max fue la que lo alcanzo antes de que pudiera dar dos pasos.
- Tu… - Le dijo sin soltarlo.- Ahora sabrás lo que te espera.-
- Llévalo con su gente.- dijo Thorne limpiando su espada.
- Es lo que hare y que lo alejen de todos nosotros…-
Pero Amheniel aún estaba aterrorizado por la presencia de los hombres lobos y lo sucedió allí, en ese claro.
El camino de vuelta fue en silencio. Los amigos se separaron apenas llegar a la ciudad. Max se ocupó de llevarse a Amheniel en su auto. No quería estar en el conclave y era una buena excusa para faltar.
Amheniel poco a poco fue calmándose y la brisa que entraba por la ventanilla, fue devolviéndole el color a su rostro.
- Max… de nada sirve que me lleves con ellos… mi gente no me recibirá…-
- No me importa… ellos sabran que hacer contigo.-
- Como quieras… pero este viaje es en vano. Yo debería estar con Annette en este momento, no mi hermano. Se están equivocando… estas ayudando a la persona equivocada. Ariadne nunca nos perdonara no haberlo ayudado contra la señora.-
Max lo miro, y sintió bronca. Lo único que deseaba Amheniel era convertirse en uno de ellos costara lo que costara. No quería escucharlo, pero las palabras de el, tenían mucho sentido.
- Max… debemos ir a buscar a Ariadne… el no quiere estar con ella…-
- ¿Crees que es fácil enfrentarte a alguien como ella? Deja de hablar tonterías y déjame manejar en paz… solo quiero largarte en tu circo, y que se vayan de nuestra ciudad… -
- No entiendes nada, Max… ella debía elegirme a mi…. Mi hermano no quiere estar ahí… ayúdame a ayudarlo-
- Deja de delirar… yo no me voy a enfrentar a Annette… no quiero escucharte ya mas…-
La ciudad humedecida por la lluvia caída durante el dia, les dio la bienvenida y el auto se perdió entre las calles y los edificios de la gran ciudad.
Por eso Némesis no estaba muy atenta a sus amigos. Cuando llego Ariadne, todos se sorprendieron de ver la debilidad del vástago. Estaba más pálido que nunca y flaqueaba al caminar. Como si sus propias fuerzas no pudieran sostenerlo. Todos recordaron la ultimas imágenes de Mikel, y como se encontraba este cuando se abalanzó hacia Ariadne. Tal vez, esa pelea, lo había contagiado con la sangre envenenada. Pero no podían perder tiempo en preguntas. Juntos, se subieron al auto y se dirigieron hacia el bosque.
A medida que se acercaban a las fronteras de la ciudad, la salud de Ariadne empeoraba. Adaada ya les había explicado las coordenadas del lugar y como debían encontrar el tótem. Este brillaría de energía, con la llegada de Ariadne. Y luego, solo a esperar a que la luna estuviera en lo alto, para que el pudiera regresar a su estado natural como un ser humano común.
Este proceso nunca se había utilizado hasta ahora, pero las antiguas leyendas ya hablaban de el.
El camino a pie lo realizaban en silencio, sintiendo como a lo lejos otras criaturas podían oírse. De vez en cuando, el aullido de algún lobo les encrespaba la piel. Pero era Ariadne en su debilidad, quien les daba la fuerza. Y Thorne, con su enorme porte, la seguridad de que nada iba a suceder.
Pero todos en su interior tenían la duda y la desconfianza, de que esa noche de luna llena, no seria una noche tranquila.
No iban a un campamento de boy scout. Iban a realizar un antiguo ritual, de una raza que todos desconocían.
Los últimos pasos de Ariadne los hizo ayudado de Némesis y Patrick. Max, en silencio, no quería ni pensar en lo que podía suceder si todo fracasaba. Ella quería a Ariadne así. Como era. Estaba totalmente en contra de que el haya decidido volver a ser humano. Esos milagros de la naturaleza siempre tenían un precio a pagar, y odiaba la idea de que ya no volvería a verlo.
Aunque se negara a aceptarlo, en el fondo amaba a Ariadne.
Cuando llegaron al claro del bosque, todos los ruidos se silenciaron, y la luna ilumino sus rostros sobrenaturales. El lugar parecía sacado de un cuadro de fantasía, y en el centro, un tumulto de rocas y hierbas, dejaban ver un tótem de forma felina.
- Ahí esta…- Susurro Ariadne, y Max sintió que un escalofrío le recorría la piel.
- ¿Crees que esta bien, Ariadne?... Por favor, somos lo que somos. Volvamos a la ciudad y olvidemos todo esto.- Le dijo Max acercándose a él. Ariadne la miro lleno de ternura. Nunca había visto el rostro de él tan pálido.
- No hay vuelta atrás, Max… Yo me estoy muriendo, y esto es lo único que me dará nuevamente la vida que deseo…-
Max asintió con la cabeza, y el le beso la frente. A pesar de las locuras de su amigo, era una persona llena de paz. Nunca había tenido odios contra nadie, ni había tratado mal a nadie. Siempre tenia una sonrisa para todos, hasta para Mikel, que esos ultimo días, había sido tan cruel con el. Ahora, las palabras de la profecía de Diego venían a su mente.
-“solo una persona de corazón puro podrá usar la llave”- Y fue justamente Ariadne quien esa vez los hizo entrar a ese maravilloso mundo irreal. Se sonrió. Su amigo era más que especial, aunque por dentro negara su decisión.
Al final, Ariadne miro hacia el cielo. La luna pareció brillar aun más.
- Vamos amigo, o pasara la hora.- Dijo Thorne, y le extendió la mano para ayudarlo a llegar al centro del claro.
Nemesis y Patrick esperaron a un costado. Max se hizo a un lado en silencio. El aullido de un lobo demasiado cerca, los hizo ponerse en alerta.
- Están muy cerca… apúrate, amigo.- le dijo Thorne y preparo su espada. Ariadne saco un pequeño frasco de sangre de sus ropas, y miro a sus amigos. Pasos a un costado los hizo voltearse. La figura de Amheniel se dejo ver.
- ¿Qué haces aquí?- pregunto Ariadne y miro a su hermano confundido.
- Me trajeron… - Dijo el joven y empezó a caminar hacia el. Annette apareció por un costado del bosque, con el rostro furioso, y los ojos brillantes.
- Detenlo, Amheniel.- Dijo la mujer, y el joven se arrojo sobre su hermano. Este alcanzo a beber la sangre antes de caer al piso, y su cuerpo solo fueron convulsiones y dolor.
- ¿Qué has hecho, maldito vástago?... ¿Qué es todo esto?- Dijo Annette tratando de llegar a el. Thorne se le puso enfrente, pero la mujer de un golpe lo hace a un lado. Entonces escucharon los aullidos detrás de ellos. Tres hombres lobos venían a toda velocidad hacia el grupo. Median casi tres metros cada uno, y tenían la ferocidad reflejada en sus colmillos y sus ojos inyectados en sangre.
Annette casi no se sintió aludida. Solo caminaba hacia Ariadne quien intentaba llegar al tótem. Max vio como Amheniel también se acercaba a el, y corrió para detenerlo. Estaba mas cerca, y podía enfrentárselo. Rezo por que Annette no usara sus poderes contra ella, pero la mujer solo hablaba sin sentido.
- ¿Por qué me haces esto, Ariadne?... Tú eres mi vástago, y no entiendo por que te quieres alejar de mí…-
El grito de Thorne, y su rapidez para enfrentarse a los hombres lobos, salvo a Némesis de quedar atrapada por una de sus garras. Y entonces, comenzó a entonar una antigua canción del bosque, que hizo que uno de ellos se paralizara. El otro peleaba con Patrick, quien usaba todo su poder para mantenerlo lejos del grupo. Pero Patrick era pequeño, y cada zarpazo de las bestias, le destrozaban la carne.
- Déjame en paz, Annette…- balbuceaba Aridne ya casi sin fuerzas. Su cuerpo parecía morir lentamente con cada convulsión, y como podía se arrastraba hacia el tótem. Amheniel lo tenía agarrado del brazo, mientras Max lo golpeaba para que lo soltara.
Una de las bestias lanzo a Patrick hacia donde se acercaba Annette, y recién allí ella tomo conciencia de lo que sucedía a su alrededor. Los hombres lobos habían acorralado a Nemesis, quien gritaba llena de terror, y por otro lado, Thorne contenía a uno de ellos, pero nada más podía hacer. La ferocidad de los animales era superior a los vástagos, y con la caída de Patrick, se había abierto una grieta entre ellos.
- Max… - dijo Annette dirigiéndose a la joven que luchaba contra Amheniel.- Protege a Ariadne.-
Y comenzó a caminar hacia la pelea.
Amheniel parecía aterrado también por la lucha, y los feroces rugidos, pero tenía agarrado a su hermano y no parecía soltarlo aun a pesar del dolor de los golpes de Max.
Annette se acercó a la primer bestia que había arrojado a Patrick, y usando su máxima velocidad, lo tomo con una fuerza increíble y lo arrojo fuera del perímetro. A lo lejos, se escuchó el ruido de huesos rotos y el aullido de dolor. Aunque las bestias quisieron irse contra ella, Annette volvió a movilizarse con una rapidez increíble y también la saco de encima de Nemesis. Esta cayó casi inconsciente del miedo, pero llego a ver como su líder se acercaba a la tercera, y sin ensuciarse su blanco saco de armiño, la hacía volar lejos de ellos.
En un segundo la antigua se ocupó de las tres bestias y sin perder tiempo, llego hacia Ariadne.
- Déjalo, Amheniel… déjalo en paz.- gritaba Max esforzándose por alejarlo de él.
- Maldito desgraciado… Haces todo mal.- Vociferaba Amheniel mientras apoyaba su mano sobre el tótem y le energía empezaba a fluir por dentro de él. Sus ojos se llenaron de luz, y su piel tomo un brillo sobrenatural y radiante que encegueció a todos. Max podía sentir el calor que fluía de él, y tuvo miedo por su amigo. Tironeaba para que Amheniel lo soltara, pero grande fue su sorpresa cuando vio la misma energía como fluía por Ariadne. Amheniel solo era un puente para que su hermano pudiera lograr su objetivo, y ella había luchado hasta ahora para separarlos. Confundida se quedó paralizada viendo como esa energía le acariciaba el rostro como un fuego suave y todo en ella fue calma por un segundo. Solo un segundo, hasta que la oscuridad regreso. El silencio rodeaba el bosque.
Apoyo su mano en el cuerpo de su amigo, y sintió como el corazón comenzaba a latir nuevamente. Ariadne lo había logrado. Era otra vez humano, y su cuerpo estaba lleno de luz.
Se sentía regocijada y feliz. Amheniel cayó sin fuerza cerca de su hermano y ella busco a sus otros amigos con la mirada.
Lo único que vio fueron los ojos de Annette que observaba todo sin comprender, y corría hacia su vástago.
- Ariadne… ¿Que has hecho?... Que has hecho, mi pequeño vástago…
Annette había separado a Ariadne del Tótem y lo tenía abrazado en su regazo. Ariadne aun debilitado, intentaba zafarse de sus brazos, pero la mujer lo sostenía fuertemente. Némesis y Max no querían ni acercarse a su líder. Y Patrick curaba sus heridas junto a Thorne.
- Tú me perteneces, mi pequeño… No puedes irte de mí…- susurraba la mujer.
- Déjame ir, Annette… déjame ir…- balbuceaba Ariadne, pero los brazos de ella comenzaban a sofocarlo.
Entonces la bella mujer se levanta de al lado de él, y sosteniéndolo de un brazo, comienza a llevárselo por donde vino.
- No… tu vendrás conmigo… tu regresaras conmigo…-
- Te odio, Annette… te odio…- decía Ariadne tratando de soltarse.
Max sintió un escalofrío al escuchar esas palabras. Eran las mismas que le había dicho la vez que Ariadne atento contra ella, y todo comenzó. Parecía que hicieran lo que hicieran, la profecía seguía su rumbo. Las miradas de Patrick y ella se juntaron, y los dos pensaron lo mismo. Pero la mujer se alejaba por el bosque con su chiquillo.
Antes de desaparecer. Max y Némesis escucharon que se dirigía a ellos.
- Y ustedes… vástagos traicioneros… me duele vuestra traición… me desgarra saber que ocultaron todo lo que estaba sucediendo… Pero ya hablaremos. Ya hablaremos.- fue el último susurro de Annette antes de desaparecer por el bosque con Ariadne a la rastra.
Max se acercó a Patrick, y sin decir palabra los dos miraron hacia donde aun permanecía Amheniel. Este los observaba en silencio, tal vez sin entender. Pero cuando vio la expresión de esos cuatro vástagos, quiso escapar corriendo. Max fue la que lo alcanzo antes de que pudiera dar dos pasos.
- Tu… - Le dijo sin soltarlo.- Ahora sabrás lo que te espera.-
- Llévalo con su gente.- dijo Thorne limpiando su espada.
- Es lo que hare y que lo alejen de todos nosotros…-
Pero Amheniel aún estaba aterrorizado por la presencia de los hombres lobos y lo sucedió allí, en ese claro.
El camino de vuelta fue en silencio. Los amigos se separaron apenas llegar a la ciudad. Max se ocupó de llevarse a Amheniel en su auto. No quería estar en el conclave y era una buena excusa para faltar.
Amheniel poco a poco fue calmándose y la brisa que entraba por la ventanilla, fue devolviéndole el color a su rostro.
- Max… de nada sirve que me lleves con ellos… mi gente no me recibirá…-
- No me importa… ellos sabran que hacer contigo.-
- Como quieras… pero este viaje es en vano. Yo debería estar con Annette en este momento, no mi hermano. Se están equivocando… estas ayudando a la persona equivocada. Ariadne nunca nos perdonara no haberlo ayudado contra la señora.-
Max lo miro, y sintió bronca. Lo único que deseaba Amheniel era convertirse en uno de ellos costara lo que costara. No quería escucharlo, pero las palabras de el, tenían mucho sentido.
- Max… debemos ir a buscar a Ariadne… el no quiere estar con ella…-
- ¿Crees que es fácil enfrentarte a alguien como ella? Deja de hablar tonterías y déjame manejar en paz… solo quiero largarte en tu circo, y que se vayan de nuestra ciudad… -
- No entiendes nada, Max… ella debía elegirme a mi…. Mi hermano no quiere estar ahí… ayúdame a ayudarlo-
- Deja de delirar… yo no me voy a enfrentar a Annette… no quiero escucharte ya mas…-
La ciudad humedecida por la lluvia caída durante el dia, les dio la bienvenida y el auto se perdió entre las calles y los edificios de la gran ciudad.
eternasaiara- Primigenio
- Mensajes : 323
Fecha de inscripción : 20/05/2010
Re: EL pasado no se olvida...
Annette observo a su vástago, que la miraba vencido.
Habían tardado solo unos minutos salir del bosque. Annette había utilizado sus poderes para poder moverse mas rápido, y apenas se había despeinado, cuando llegaron a la puerta de la mansión.
Ahora, los dos solos en la habitación, se miraban. Lo había arrecostado en la cama, y le sostenía el cuello con una de sus manos, y con la otra, las muñecas sobre su cabeza.
- Te ves tan débil ahora, Ariadne… - Dijo la mujer. – tan débil, y sin embargo aún recuerdo el día que viniste a mi pidiéndome mi sangre para poder sobrevivir… ¿Te das cuenta, que si lo que deseas es morir, solo debo apretar un poco mas tu cuello, y quebrarlo como un palillo de nada?... ¿En qué pensabas cuando decidiste volver a ser humano? ¿Qué todo tu pasado desaparecería de tu realidad?... Eres uno de nosotros… no puedes escaparte de esto, así por así….-
- Annette…por favor… déjame ir…-
- Dime que te hizo cambiar de opinión, y quizás… solo quizás… te deje ir…- Le contesto la mujer y soltó un poco la presión sobre el cuello del ahora humano Ariadne.
- Yo… yo solo quería volver a sentir…- Susurro Ariadne y dos lagrimas corrieron por su rostro.- Pensé que ibas a entender, Annette… pensé que justamente tú, ibas a comprender mi decisión… Yo, ya no quiero vivir en esta oscuridad…-
- Vivir a mi lado, no es oscuridad… te llene de luz y felicidad.. te he dado lo que has deseado…y tu, que me has dado a mi?... esto… un cuerpo extraño… un ser humano, con la misma debilidad de mis sirvientes… Alimento… nada. ¿Crees que saldrás vivo de aquí niño? Con tus lágrimas y tu falsa humanidad, nada lograras de mí. A partir de ahora, las cosas cambiaran para ti. No me han convencido tus palabras… - Termino de decir, Annette y acerco el cuello de Ariadne a su boca. Ariadne intento soportar la atracción que esa mujer ejercía ahora en él, pero era imposible. El poder de Annette era indescriptible.
- Annette… no.- Alcanzo a decir. Y la mujer se detuvo. – Si lo haces… todo volverá a suceder. La muerte de Mikel tiene un motivo… mi muerte también… no lo hagas…-
- ¿Qué es lo que va a suceder?... ¿De que hablas?-
- Todo lo que se ha dicho sobre los viajes en el tiempo… todas esas conjeturas… Todo se va a repetir si yo continúo a tu lado…-
- Que tiene que ver Mikel Kazzuka en todo esto… él ha sido juzgado y morirá por eso…-
- Todo estaba preparado, Annette… ¿No te diste cuenta la facilidad de los sucesos?... Mikel debía morir…Por qué sin Mikel en el medio, las cosas no iban a suceder… -
- No entiendo lo que dices… explícate mejor… es la peor escusa que has usado para salvarte…-
- En realidad todo esto lo hemos hecho para… para salvarte a ti…-
- ¿Quiénes hemos hecho? ¿Quién mas esta en esto?...-
- El mago… Con el preparamos la muerte de Mikel,,, era la única forma de que las cosas no sucedieran…-
- Mientes…- Vociferó Annette y apretó su mano sobre la nuca del muchacho.- El nunca sacrificaría a uno de sus vástagos…-
- Esta noche lo hará… Porque si Mikel no muere… será el, el que debe estar en ese conclave… así está escrito el destino… debes creerme… Por favor, Annette... te amo demasiado como para mentirte… solo quería salvarte… solo quería salvarte… créeme… por favor…-
Annette dudo por un segundo. Aborrecía las palabras de Ariadne, y verlo así, tan débil y susceptible, diciéndole toda esas mentiras, la ponían más nerviosa. Lo único que sabía era que el mago lo había ayudado a cometer esa locura, y ahora Ariadne quería salvarlo con una sarta de tonterías sobre viajes al pasado y profecías.
Golpearon a la puerta. Era el asistente de Annette que le avisaba que el conclave estaba por comenzar y que debían partir. Annette volvió a mirar a Ariadne.
- Sabes que, mí querido humano… yo no creo en el destino…-
Y lo soltó. Camino hacia la puerta, y antes de cerrarla vuelve a mirarlo por última vez.
- Tú… pagaras por todo el dolor que me has causado… Te lo juro, mi querido pequeño... Rogaras porque vuelva a convertirte en lo que eras… niño estúpido.-
Y salió de allí, dejando a Ariadne completamente a oscuras, arrecostado sobre las duras y frías piedras de esa prisión.
Habían tardado solo unos minutos salir del bosque. Annette había utilizado sus poderes para poder moverse mas rápido, y apenas se había despeinado, cuando llegaron a la puerta de la mansión.
Ahora, los dos solos en la habitación, se miraban. Lo había arrecostado en la cama, y le sostenía el cuello con una de sus manos, y con la otra, las muñecas sobre su cabeza.
- Te ves tan débil ahora, Ariadne… - Dijo la mujer. – tan débil, y sin embargo aún recuerdo el día que viniste a mi pidiéndome mi sangre para poder sobrevivir… ¿Te das cuenta, que si lo que deseas es morir, solo debo apretar un poco mas tu cuello, y quebrarlo como un palillo de nada?... ¿En qué pensabas cuando decidiste volver a ser humano? ¿Qué todo tu pasado desaparecería de tu realidad?... Eres uno de nosotros… no puedes escaparte de esto, así por así….-
- Annette…por favor… déjame ir…-
- Dime que te hizo cambiar de opinión, y quizás… solo quizás… te deje ir…- Le contesto la mujer y soltó un poco la presión sobre el cuello del ahora humano Ariadne.
- Yo… yo solo quería volver a sentir…- Susurro Ariadne y dos lagrimas corrieron por su rostro.- Pensé que ibas a entender, Annette… pensé que justamente tú, ibas a comprender mi decisión… Yo, ya no quiero vivir en esta oscuridad…-
- Vivir a mi lado, no es oscuridad… te llene de luz y felicidad.. te he dado lo que has deseado…y tu, que me has dado a mi?... esto… un cuerpo extraño… un ser humano, con la misma debilidad de mis sirvientes… Alimento… nada. ¿Crees que saldrás vivo de aquí niño? Con tus lágrimas y tu falsa humanidad, nada lograras de mí. A partir de ahora, las cosas cambiaran para ti. No me han convencido tus palabras… - Termino de decir, Annette y acerco el cuello de Ariadne a su boca. Ariadne intento soportar la atracción que esa mujer ejercía ahora en él, pero era imposible. El poder de Annette era indescriptible.
- Annette… no.- Alcanzo a decir. Y la mujer se detuvo. – Si lo haces… todo volverá a suceder. La muerte de Mikel tiene un motivo… mi muerte también… no lo hagas…-
- ¿Qué es lo que va a suceder?... ¿De que hablas?-
- Todo lo que se ha dicho sobre los viajes en el tiempo… todas esas conjeturas… Todo se va a repetir si yo continúo a tu lado…-
- Que tiene que ver Mikel Kazzuka en todo esto… él ha sido juzgado y morirá por eso…-
- Todo estaba preparado, Annette… ¿No te diste cuenta la facilidad de los sucesos?... Mikel debía morir…Por qué sin Mikel en el medio, las cosas no iban a suceder… -
- No entiendo lo que dices… explícate mejor… es la peor escusa que has usado para salvarte…-
- En realidad todo esto lo hemos hecho para… para salvarte a ti…-
- ¿Quiénes hemos hecho? ¿Quién mas esta en esto?...-
- El mago… Con el preparamos la muerte de Mikel,,, era la única forma de que las cosas no sucedieran…-
- Mientes…- Vociferó Annette y apretó su mano sobre la nuca del muchacho.- El nunca sacrificaría a uno de sus vástagos…-
- Esta noche lo hará… Porque si Mikel no muere… será el, el que debe estar en ese conclave… así está escrito el destino… debes creerme… Por favor, Annette... te amo demasiado como para mentirte… solo quería salvarte… solo quería salvarte… créeme… por favor…-
Annette dudo por un segundo. Aborrecía las palabras de Ariadne, y verlo así, tan débil y susceptible, diciéndole toda esas mentiras, la ponían más nerviosa. Lo único que sabía era que el mago lo había ayudado a cometer esa locura, y ahora Ariadne quería salvarlo con una sarta de tonterías sobre viajes al pasado y profecías.
Golpearon a la puerta. Era el asistente de Annette que le avisaba que el conclave estaba por comenzar y que debían partir. Annette volvió a mirar a Ariadne.
- Sabes que, mí querido humano… yo no creo en el destino…-
Y lo soltó. Camino hacia la puerta, y antes de cerrarla vuelve a mirarlo por última vez.
- Tú… pagaras por todo el dolor que me has causado… Te lo juro, mi querido pequeño... Rogaras porque vuelva a convertirte en lo que eras… niño estúpido.-
Y salió de allí, dejando a Ariadne completamente a oscuras, arrecostado sobre las duras y frías piedras de esa prisión.
eternasaiara- Primigenio
- Mensajes : 323
Fecha de inscripción : 20/05/2010
Re: EL pasado no se olvida...
William esperaba a Némesis fuera del Eliseo. Los vástagos ya habían entrado al lugar, y faltaban pocos minutos hasta que todo comenzara. El hombre la llevo por interminables pasillos, y cuando llegaron a la zona de las prisiones, sintió que las piernas le fallaban.
Por dentro tenia mil cosas que decirle. Pero su mente era un remolino de sensaciones y dolor.
Cuando el guardia abrió la puerta, vio la figura de Mikel apoyada contra la pared. Quería quedarse así, observándolo. Pero el tiempo apremiaba, y en cuanto ella dio un par de pasos, el giro a mirarla.
- ¿Qué haces en este lugar?-
- Quería verte… Mikel... debes clamar por tu inocencia… debes decirle que todo es una mentira… No pueden acusarte así…-
- Némesis… tu no me conoces… Ellos tienen razón… me habían dado una oportunidad, y yo la desaproveche…- Dijo Mikel antes de comenzar a toser nuevamente. Némesis recordó la debilidad de Ariadne y se sorprendió del parecido.
- Mikel… por favor… clama por tu inocencia…-
- Yo asesine a un vástago de Annette… y me advirtieron sobre eso… Yo… yo soy culpable… -
Némesis se acerca a los barrotes de la celda, y extiende sus manos para que Mikel la sostuviera.
- Debes irte Némesis… no quiero que me recuerdes así…-
- Tus manos, Mikel… están cálidas…-
- Debe ser la enfermedad… ya casi no puedo sostenerme… quizás sea mejor así… estoy cansado, Némesis… A este mundo nunca lo entendí…-
- Pero… ¿y yo?... No me dejes así, Mikel. Debes hablar… Diles que todo fue preparado. Ellos no pudieron aparecer tan rápido en ese callejón… alguien te uso, Mikel… Tu no debes morir…-
- Yo organice ese viaje en el tiempo, Némesis… yo modifique vidas y cambie destinos… Si yo no muero, él será juzgado… y lo mataran… ¿No entiendes, verdad? No entiendes, por que no estuviste ahí… pero si, Némesis… no hay inocencia para mi.-
- Pero… Si tú mueres… el mago quedara desprotegido… e igual lo mataran… Mikel, todo es una trampa… ¿No te das cuenta?-
Pero no pudo seguir. Dos enormes guardias entraron al lugar y ellos debieron soltarse. Los hombres amarraron al vástago a unas cadenas especiales. William supervisaba todo en silencio.
- Mikel… diles la verdad. Diles que eres inocente, Mikel…- Gritaba Némesis, mientras los guardias se lo iban llevando. Le costó soltar su mano, pero nada podía hacer. William le pidió que esperara afuera. Némesis no podía detener sus lágrimas. Sentía impotencia y odio hacia aquellos que no entendían la verdad. Mikel solo era un títere de un plan mayor y nadie parecía verlo.
La última imagen de Mikel, antes de que cerraran las puertas, fue la de un muchacho de 17 años, lleno de miedos. Nada había quedado de la fortaleza que todos conocían. Por un momento, Némesis dudo si las palabras que le había dicho, habían repercutido en ese miedo. Tal vez era tarde para volver atrás. Pero el juicio estaba por comenzar. Y nada podía hacerse.
Las puertas del salón se abrieron, dejando pasar a los vástagos que lentamente y en silencio se fueron acomodando en los respectivos asientos. Las gradas alrededor de los siete tronos, apenas estaban iluminadas por antorchas. Allí se acomodó Moina, Max, Thorne y los demás para observar el conclave que se realizaría.
En los tronos estaban ya ubicados, la primogenitura. En el centro, el Príncipe Ghabriel. A su derecha, Annette Fressange, a su izquierda, Critias. Al lado de Critias podía verse la sombra de un Nosferatu oculto entre sus telas. Luego Tayler. Del lado de Annette, Nikolai, el niño Tremere. Y a su lado, el asiento vacío del líder Gangrel, Franz.
Diez metros hacia el centro, un círculo en piedra, con arabescos representando a cada uno de los clanes de la Camarilla. Los justicar presentes, a un costado y de pie, miraban los rostros de los asistentes. El justicar Tremere, Don Santiago De la Cruz, se adelantó frente a la concurrencia y utilizando su bastón, golpeo varias veces en el piso para llamar a silencio.
- En el día de la fecha, comenzara el proceso contra el vástago Mikel Kazzuka. Que traigan al prisionero.-
Por uno de los costados, entraron dos Ghouls trayendo sendos libros. Detrás, cargando un pesado ataúd de metal, seis Ghouls cargaban el cuerpo inmóvil del Joven Mikel. Tenía el rostro demacrado y pálido.
Moina miraba todo como una serie de imágenes intermitentes. El rostro de Ghabriel estaba inmune a cualquier emoción. Annette sonreía de a ratos, luego volvía a quedarse seria. Pero cuando los ghouls entraron con el ataúd, pareció que una capa de silencio llenaba la sala. Lentamente se ubicaron a un costado y entre todos, lo pusieron de pie, para que el público pudiera ver a Mikel Kazzuka en todo su esplendor. Llevaba puesta su opaco y desgastado saco de una época antigua y podía verse parte de su pecho que la camisa semiprendida dejaba al descubierto. Lo habían despojado de sus anillos y sus colgantes. Su cabello suelto y hasta los hombros, ahora despeinado, le daba a su rostro un dejo de niñez desconocida por todos. El frio e impenetrable Mikel, se parecía más al joven que alguna vez fuera como humano.
Y todo su cuerpo, amarrado por tres gruesas tiras de metal que se agarraban a los costados.
No había perdido su temple. Como siempre, mostraba un rostro sereno e inalterable. Pero sus ojos. Sus ojos dejaban ver el horror del momento. Y dolía mirarlo.
- En nombre de la Camarilla, os entregamos el cuerpo del acusado para que vuestra excelencia, Príncipe de la ciudad, Lord Heinrich Folkvang, conocido por sus vástagos como Ghabriel el Brujah, os dicte la sentencia ante las acusaciones de traición a la Camarilla. Intento de asesinato al joven vástago Ariadne Bla. Conspiración y realización de un complot contra el Principado de la ciudad de Chicago utilizando hechizos arcanos prohibidos por nuestras leyes. Instigador de experimentos en contra del bienestar de la Camarilla...-
Y así siguió hablando el Justicar, mientras Némesis sentía que su cabeza le giraba. Ver a Mikel allí, acusado de mil y una excusas, la enfermaba. Y Ghabriel escuchaba todo sin inmutarse. Serio. Frio. Mirándolo de vez en cuando, como afirmándole su culpa. Al final bajo la mirada y se quedó allí, tratando de no escuchar cual sería la sentencia que ya todos imaginaban.
- ¿Cuál es el veredicto de vuestra Excelencia, los Justicar de la Camarilla?-
- Culpable.- Dijeron a Coro.
Luego dirigiéndose ante la primogenitura formulo la misma pregunta y Annette fue la que se levantó y hablando por todos, y sin dejar de mirar a Aliester, dijo.
- Culpable.-
Luego se dirigieron a Aliester, su Sire y progenitor. Y todos esperaron la respuesta. Este apenas levanto la mirada. Y se dirigió directamente a su vástago cuando hablo.
- Culpable.- Y esas palabras fueron cuchillos para Némesis. No había nadie allí que clamara por Mikel. Solo en su eternidad, solo en su muerte.
- ¿Cuál es el veredicto de vuestra Excelencia, Príncipe supremo de la ciudad de Chicago. Recordad que sois el último en condenar o dejar libre?-
Ghabriel mira al justicar y se pone de pie. En su mano, su espada brillaba como nunca. Baja los tres peldaños que lo separan del piso, y camina hacia el centro de la sala, en donde Mikel inmóvil lo miraba. Camina unos pasos rodeándolo sin dejar de observarlo y luego mira hacia las gradas en donde sabía que todos estaban mirando. Luego se detuvo en Aliester. Los dos colosos se enfrentaron por varios segundos pero ninguno de los dos dijo nada. Entonces levanto el mentón y completamente seguro, dijo con voz fuerte y argentina.
- Culpable.-
Nadie dijo nada. Gabriel giro hacia los Justicar y alzando la mano, hizo un ademan.
- Procedan a su ejecución.-
Ante el murmullo de la platea, el volvió a su asiento de piedra y oro. Mientras, los ghouls acercaban unas gruesas cadenas que caían desde la bóveda. Sujetaron el ataúd a estas, y lo ubicaron en el círculo de piedra con los logos de cada clan.
- Yo, Príncipe de la ciudad, Lord Heinrich Folkvang, conocido por mis vástagos como Ghabriel el Brujah, os sentencio a la muerte definitiva, Mago Tremere Mikel Kazzuka, conocido por mis vástagos como Mikel Kazzuka, sin otro nombre sobre la tierra.- Y luego sentándose, y cabizbajo, murmura.- Que así sea.-
Entonces el círculo de piedra comienza a abrirse lentamente dejando ver el fulgor del fuego que venía de abajo.
Las compuertas del piso habían terminado de abrirse y el ataúd, ante la orden comenzó a bajar. Némesis no quiso mirar, pero el mismo calor que salía de ese hueco en el piso, hacia correr la mirada.
Lo primero que se prendió fuego, fueron las ropas, y para cuando el ataúd llego a traspasar el borde del piso, ya era todo cenizas y muerte. Como si la misma magia que lo había acompañado estuviera rodeándolo en ese momento, el cuerpo de Mikel parecía desvanecerse entre el calor. Pero al final, esa imagen desapareció, y de Mikel Kazzuka solo quedaba el silencio que reinaba en la sala, y las cenizas que la misma potencia del fuego desparramaba por los rostros de los más cercanos. Las cadenas bailaban como fantasmas en el aire mientras iban saliendo rojas del calor. Némesis, en su asiento, lloraba sin poder contenerlo. Sentía que no tendría fuerzas para levantarse de ese lugar. Aterrorizada miraba desde sus manos, el rostro inmune de Aliester, que ya había comenzado a odiar.
Lo que duro esa ejecución, parecieron siglos. En cuanto el ataúd bajo hasta el fondo de la caldera, y volvió a surgir apenas como esas cadenas que no habían tocado la incandescencia, el lugar pareció detenido en el tiempo.
Y el último grito de Mikel, desapareció como un eco lejano.
Max se sorprendió cuando busco a Aliester entre la muchedumbre y no lo encontró. Gabriel tampoco estaba allí. Como si no quisieran responder preguntas, los dos habían desaparecido en el tumulto de la concurrencia. Annette también los buscaba, y Moina parecía perdida entre todos ellos. Pero ninguno de los dos estaba allí.
Camino en silencio hacia donde estaba Némesis y Thorne. El rostro de ella estaba desfigurado de emociones. Némesis irreconocible en su tristeza, miraba el vacío del hueco que aun dejaba ver el resplandor del fuego en su interior.
- Se ha ido…- Repetía agarrada del brazo del enorme guerrero.- Se ha ido, y nadie lo defendió… - Miro a sus amigos y sus ojos estaban llenos de lágrimas rojas.- Lo traicionaron… lo se… Su Sire… el peor de todos, lo traiciono.-
Ninguno de los dos hablaba. Simplemente estaban allí, acompañándola. No tenían el mismo sentimiento hacia Mikel, como lo tenía Némesis. Para ellos, Mikel siempre había sido un asesino y terrorífico vástago.
Al final los tres amigos comenzaron a caminar hacia la salida. La noche los recibió con sus brazos más fríos, y no les importo que su piel se pusiera aún más azul.
Ese era un día de duelo. No había frio ni calor. No había nada. Solo el silencio que los acompañaría para siempre.
Lo que ninguno de los tres sabia, era que esa noche, era la primer y última noche para varios.
Por dentro tenia mil cosas que decirle. Pero su mente era un remolino de sensaciones y dolor.
Cuando el guardia abrió la puerta, vio la figura de Mikel apoyada contra la pared. Quería quedarse así, observándolo. Pero el tiempo apremiaba, y en cuanto ella dio un par de pasos, el giro a mirarla.
- ¿Qué haces en este lugar?-
- Quería verte… Mikel... debes clamar por tu inocencia… debes decirle que todo es una mentira… No pueden acusarte así…-
- Némesis… tu no me conoces… Ellos tienen razón… me habían dado una oportunidad, y yo la desaproveche…- Dijo Mikel antes de comenzar a toser nuevamente. Némesis recordó la debilidad de Ariadne y se sorprendió del parecido.
- Mikel… por favor… clama por tu inocencia…-
- Yo asesine a un vástago de Annette… y me advirtieron sobre eso… Yo… yo soy culpable… -
Némesis se acerca a los barrotes de la celda, y extiende sus manos para que Mikel la sostuviera.
- Debes irte Némesis… no quiero que me recuerdes así…-
- Tus manos, Mikel… están cálidas…-
- Debe ser la enfermedad… ya casi no puedo sostenerme… quizás sea mejor así… estoy cansado, Némesis… A este mundo nunca lo entendí…-
- Pero… ¿y yo?... No me dejes así, Mikel. Debes hablar… Diles que todo fue preparado. Ellos no pudieron aparecer tan rápido en ese callejón… alguien te uso, Mikel… Tu no debes morir…-
- Yo organice ese viaje en el tiempo, Némesis… yo modifique vidas y cambie destinos… Si yo no muero, él será juzgado… y lo mataran… ¿No entiendes, verdad? No entiendes, por que no estuviste ahí… pero si, Némesis… no hay inocencia para mi.-
- Pero… Si tú mueres… el mago quedara desprotegido… e igual lo mataran… Mikel, todo es una trampa… ¿No te das cuenta?-
Pero no pudo seguir. Dos enormes guardias entraron al lugar y ellos debieron soltarse. Los hombres amarraron al vástago a unas cadenas especiales. William supervisaba todo en silencio.
- Mikel… diles la verdad. Diles que eres inocente, Mikel…- Gritaba Némesis, mientras los guardias se lo iban llevando. Le costó soltar su mano, pero nada podía hacer. William le pidió que esperara afuera. Némesis no podía detener sus lágrimas. Sentía impotencia y odio hacia aquellos que no entendían la verdad. Mikel solo era un títere de un plan mayor y nadie parecía verlo.
La última imagen de Mikel, antes de que cerraran las puertas, fue la de un muchacho de 17 años, lleno de miedos. Nada había quedado de la fortaleza que todos conocían. Por un momento, Némesis dudo si las palabras que le había dicho, habían repercutido en ese miedo. Tal vez era tarde para volver atrás. Pero el juicio estaba por comenzar. Y nada podía hacerse.
Las puertas del salón se abrieron, dejando pasar a los vástagos que lentamente y en silencio se fueron acomodando en los respectivos asientos. Las gradas alrededor de los siete tronos, apenas estaban iluminadas por antorchas. Allí se acomodó Moina, Max, Thorne y los demás para observar el conclave que se realizaría.
En los tronos estaban ya ubicados, la primogenitura. En el centro, el Príncipe Ghabriel. A su derecha, Annette Fressange, a su izquierda, Critias. Al lado de Critias podía verse la sombra de un Nosferatu oculto entre sus telas. Luego Tayler. Del lado de Annette, Nikolai, el niño Tremere. Y a su lado, el asiento vacío del líder Gangrel, Franz.
Diez metros hacia el centro, un círculo en piedra, con arabescos representando a cada uno de los clanes de la Camarilla. Los justicar presentes, a un costado y de pie, miraban los rostros de los asistentes. El justicar Tremere, Don Santiago De la Cruz, se adelantó frente a la concurrencia y utilizando su bastón, golpeo varias veces en el piso para llamar a silencio.
- En el día de la fecha, comenzara el proceso contra el vástago Mikel Kazzuka. Que traigan al prisionero.-
Por uno de los costados, entraron dos Ghouls trayendo sendos libros. Detrás, cargando un pesado ataúd de metal, seis Ghouls cargaban el cuerpo inmóvil del Joven Mikel. Tenía el rostro demacrado y pálido.
Moina miraba todo como una serie de imágenes intermitentes. El rostro de Ghabriel estaba inmune a cualquier emoción. Annette sonreía de a ratos, luego volvía a quedarse seria. Pero cuando los ghouls entraron con el ataúd, pareció que una capa de silencio llenaba la sala. Lentamente se ubicaron a un costado y entre todos, lo pusieron de pie, para que el público pudiera ver a Mikel Kazzuka en todo su esplendor. Llevaba puesta su opaco y desgastado saco de una época antigua y podía verse parte de su pecho que la camisa semiprendida dejaba al descubierto. Lo habían despojado de sus anillos y sus colgantes. Su cabello suelto y hasta los hombros, ahora despeinado, le daba a su rostro un dejo de niñez desconocida por todos. El frio e impenetrable Mikel, se parecía más al joven que alguna vez fuera como humano.
Y todo su cuerpo, amarrado por tres gruesas tiras de metal que se agarraban a los costados.
No había perdido su temple. Como siempre, mostraba un rostro sereno e inalterable. Pero sus ojos. Sus ojos dejaban ver el horror del momento. Y dolía mirarlo.
- En nombre de la Camarilla, os entregamos el cuerpo del acusado para que vuestra excelencia, Príncipe de la ciudad, Lord Heinrich Folkvang, conocido por sus vástagos como Ghabriel el Brujah, os dicte la sentencia ante las acusaciones de traición a la Camarilla. Intento de asesinato al joven vástago Ariadne Bla. Conspiración y realización de un complot contra el Principado de la ciudad de Chicago utilizando hechizos arcanos prohibidos por nuestras leyes. Instigador de experimentos en contra del bienestar de la Camarilla...-
Y así siguió hablando el Justicar, mientras Némesis sentía que su cabeza le giraba. Ver a Mikel allí, acusado de mil y una excusas, la enfermaba. Y Ghabriel escuchaba todo sin inmutarse. Serio. Frio. Mirándolo de vez en cuando, como afirmándole su culpa. Al final bajo la mirada y se quedó allí, tratando de no escuchar cual sería la sentencia que ya todos imaginaban.
- ¿Cuál es el veredicto de vuestra Excelencia, los Justicar de la Camarilla?-
- Culpable.- Dijeron a Coro.
Luego dirigiéndose ante la primogenitura formulo la misma pregunta y Annette fue la que se levantó y hablando por todos, y sin dejar de mirar a Aliester, dijo.
- Culpable.-
Luego se dirigieron a Aliester, su Sire y progenitor. Y todos esperaron la respuesta. Este apenas levanto la mirada. Y se dirigió directamente a su vástago cuando hablo.
- Culpable.- Y esas palabras fueron cuchillos para Némesis. No había nadie allí que clamara por Mikel. Solo en su eternidad, solo en su muerte.
- ¿Cuál es el veredicto de vuestra Excelencia, Príncipe supremo de la ciudad de Chicago. Recordad que sois el último en condenar o dejar libre?-
Ghabriel mira al justicar y se pone de pie. En su mano, su espada brillaba como nunca. Baja los tres peldaños que lo separan del piso, y camina hacia el centro de la sala, en donde Mikel inmóvil lo miraba. Camina unos pasos rodeándolo sin dejar de observarlo y luego mira hacia las gradas en donde sabía que todos estaban mirando. Luego se detuvo en Aliester. Los dos colosos se enfrentaron por varios segundos pero ninguno de los dos dijo nada. Entonces levanto el mentón y completamente seguro, dijo con voz fuerte y argentina.
- Culpable.-
Nadie dijo nada. Gabriel giro hacia los Justicar y alzando la mano, hizo un ademan.
- Procedan a su ejecución.-
Ante el murmullo de la platea, el volvió a su asiento de piedra y oro. Mientras, los ghouls acercaban unas gruesas cadenas que caían desde la bóveda. Sujetaron el ataúd a estas, y lo ubicaron en el círculo de piedra con los logos de cada clan.
- Yo, Príncipe de la ciudad, Lord Heinrich Folkvang, conocido por mis vástagos como Ghabriel el Brujah, os sentencio a la muerte definitiva, Mago Tremere Mikel Kazzuka, conocido por mis vástagos como Mikel Kazzuka, sin otro nombre sobre la tierra.- Y luego sentándose, y cabizbajo, murmura.- Que así sea.-
Entonces el círculo de piedra comienza a abrirse lentamente dejando ver el fulgor del fuego que venía de abajo.
Las compuertas del piso habían terminado de abrirse y el ataúd, ante la orden comenzó a bajar. Némesis no quiso mirar, pero el mismo calor que salía de ese hueco en el piso, hacia correr la mirada.
Lo primero que se prendió fuego, fueron las ropas, y para cuando el ataúd llego a traspasar el borde del piso, ya era todo cenizas y muerte. Como si la misma magia que lo había acompañado estuviera rodeándolo en ese momento, el cuerpo de Mikel parecía desvanecerse entre el calor. Pero al final, esa imagen desapareció, y de Mikel Kazzuka solo quedaba el silencio que reinaba en la sala, y las cenizas que la misma potencia del fuego desparramaba por los rostros de los más cercanos. Las cadenas bailaban como fantasmas en el aire mientras iban saliendo rojas del calor. Némesis, en su asiento, lloraba sin poder contenerlo. Sentía que no tendría fuerzas para levantarse de ese lugar. Aterrorizada miraba desde sus manos, el rostro inmune de Aliester, que ya había comenzado a odiar.
Lo que duro esa ejecución, parecieron siglos. En cuanto el ataúd bajo hasta el fondo de la caldera, y volvió a surgir apenas como esas cadenas que no habían tocado la incandescencia, el lugar pareció detenido en el tiempo.
Y el último grito de Mikel, desapareció como un eco lejano.
Max se sorprendió cuando busco a Aliester entre la muchedumbre y no lo encontró. Gabriel tampoco estaba allí. Como si no quisieran responder preguntas, los dos habían desaparecido en el tumulto de la concurrencia. Annette también los buscaba, y Moina parecía perdida entre todos ellos. Pero ninguno de los dos estaba allí.
Camino en silencio hacia donde estaba Némesis y Thorne. El rostro de ella estaba desfigurado de emociones. Némesis irreconocible en su tristeza, miraba el vacío del hueco que aun dejaba ver el resplandor del fuego en su interior.
- Se ha ido…- Repetía agarrada del brazo del enorme guerrero.- Se ha ido, y nadie lo defendió… - Miro a sus amigos y sus ojos estaban llenos de lágrimas rojas.- Lo traicionaron… lo se… Su Sire… el peor de todos, lo traiciono.-
Ninguno de los dos hablaba. Simplemente estaban allí, acompañándola. No tenían el mismo sentimiento hacia Mikel, como lo tenía Némesis. Para ellos, Mikel siempre había sido un asesino y terrorífico vástago.
Al final los tres amigos comenzaron a caminar hacia la salida. La noche los recibió con sus brazos más fríos, y no les importo que su piel se pusiera aún más azul.
Ese era un día de duelo. No había frio ni calor. No había nada. Solo el silencio que los acompañaría para siempre.
Lo que ninguno de los tres sabia, era que esa noche, era la primer y última noche para varios.
eternasaiara- Primigenio
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